La consulta previa: daño inmaterial y reparación. Diana Carolina Rivera Drago

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en una misma aula a niños de diferentes grados y edades, con un material absolutamente escaso, y estos deben volver a casa a repasar lo aprendido en una lengua extraña y la luz de la fogata. Está claro que aún falta mucho por hacer en esta materia de la mano con las autoridades tradicionales, que mejor que nadie saben exactamente qué es lo que necesitan sus niños143.

      El desarrollo de la educación “mixta” en la Sierra no se ha dado como la comunidad hubiera querido y son múltiples las causas por las cuales ello ha sido así. Aún son notorios los efectos de la colonización tales como la imposición de la lengua española, de la religión católica, del sistema de normas y de la organización sociopolítica del país; además de ello, la incursión de grupos armados legales e ilegales en el territorio indígena condujo al abandono de muchas prácticas culturales dadas las amenazas y prohibiciones de estos, la suplantación de las autoridades indígenas, el reclutamiento de jóvenes arhuacos, el asesinato de líderes y la intimidación de personal docente; por último, la imposición de un sistema político y administrativo general colombiano que opera en los órdenes local, municipal, departamental y nacional, y la aplicación de normas generales en materia educativa incorporan modelos pedagógicos en los que no se hace diferencia alguna para el caso de los grupos étnicos.

      Dada la división territorial y administrativa del Estado, el resguardo arhuaco no se encuentra ubicado en un solo departamento sino en tres de ellos, razón por la cual no ha sido posible lograr una unidad educativa. Además, existe un limbo jurídico en lo que se refiere a los nombramientos de los maestros iku, ya que las administraciones locales no tienen en cuenta su selección conforme a los usos y costumbres de la comunidad ni a las directrices del PEC, y no se tiene en cuenta el calendario cultural propio, que es fundamental para el desarrollo de los niños y jóvenes.

      El escenario ideal al que aspira la comunidad iku es aquel en el que el Estado garantice la aplicación del enfoque educativo diferencial establecido en la normatividad indígena en el contexto de la educación escolarizada, donde se propicie el ejercicio de su autonomía para la selección, el nombramiento y la permanencia de sus docentes y su autonomía para el manejo y gestión de las instituciones educativas; donde se garantice además la construcción, adecuación y dotación de la infraestructura apropiada para el desarrollo de la educación y la sostenibilidad administrativa y alimentaria de las instituciones educativas. Por esta razón proponen que para que el conocimiento externo constituya una herramienta para proteger y defender la cultura y el territorio del pueblo arhuaco, la educación debe ser manejada por la comunidad de manera acorde a sus usos y costumbres y los encargados de ella deberán estar sujetos a los lineamientos de la política interna y aportar sus conocimientos en materia de cultura, territorio y valores144.

      Precisamente era éste el objetivo del PEC, lograr que la escuela fuera realmente una herramienta que pudiese ser útil para el fortalecimiento de la identidad cultural, la conciencia del proceso histórico de lucha y resistencia del pueblo, la importancia del territorio, los valores esenciales de la cultura arhuaca, sus danzas, instrumentos musicales, actividades artesanales, cultivos propios, etcétera, junto con el programa escolar no indígena145.

      Las autoridades arhuacas consideran que la educación escolarizada en su territorio no solo debe cumplir con los objetivos que cumple en el resto del país, sino que además debe ser un espacio para impulsar a las nuevas generaciones al conocimiento de su propia realidad, para fortalecer la identidad cultural a través del aprendizaje de la lengua materna, para contribuir en la formación intelectual, moral y física de los niños conforme a la tradición, para incentivar el trabajo, el uso racional y el respeto a los bienes naturales y a la tierra; pero además para perfeccionar la segunda lengua, que es el español, y comprender que existen otras formas de pensamiento con las que hay que convivir siempre velando por la conservación de su propia cultura146.

      En lo que tiene que ver con la salud, las comunidades indígenas han tratado de mantener su propio sistema tradicional. Se trata de un sistema que consiste en un conjunto de conceptos, técnicas y personas que interactúan en la búsqueda de soluciones para los problemas sanitarios que puedan presentarse. Especialmente para los arhuacos la salud es un estado de equilibrio entre el hombre y la naturaleza, determinado por fuerzas naturales y sobrenaturales, la enfermedad no es un problema individual sino social y cósmico y está relacionado con la vida de la comunidad en general y sus aspectos económicos, políticos, sociales y culturales. De esta manera, las técnicas y los procedimientos realizados por los médicos tradicionales, a diferencia de aquellos llevados a cabo por los médicos de formación occidental, van dirigidos a restablecer dicho equilibrio y no solo a eliminar las causas físicas de la enfermedad147.

      Los tratamientos se hacen con plantas medicinales y la intervención del médico tradicional, quien por lo general es un mamo conocedor de las técnicas curativas espirituales. Según los mamos, a’kumamas y mayores, el buen estado de salud del pueblo iku depende de la convergencia de cuatro elementos fundamentales: su territorio ancestral dentro del cual la comunidad cuenta con todos los elementos y condiciones necesarios para hacer posible la vida en condiciones de salud adecuadas, su gobierno propio que regula la sociedad iku tanto física como espiritualmente, la permanencia de su cultura autóctona y su modo de vida natural, espiritual y cósmico y su autonomía o posibilidad de autosostenimiento148.

      A través de los años y cada vez en mayor medida, la medicina occidental ha ingresado a la comunidad trayendo consigo efectos contradictorios. Por una parte, ha sido útil para el tratamiento de enfermedades graves y de aquellas que provienen del contacto con no indígenas, pero, por otra, ha debilitado la cultura porque no se ha integrado con la medicina tradicional como los iku quisieran149.

      A partir de 1978 el Estado empezó a proponer programas de salud para las comunidades indígenas, sin embargo, sobre todo al principio, éstos no tuvieron en cuenta las particularidades de estos pueblos pese a que la ley ordenaba lo contrario150. Médicos no indígenas prestaban sus servicios en los resguardos sin un proceso previo de convivencia con la comunidad de manera que era complicado superar los obstáculos lingüísticos y culturales y, sin la superación de estos los resultados de las consultas, de las recomendaciones y de las prácticas médicas eran escasos. Además, es de tener en cuenta que no se contaba con los recursos técnicos básicos tales como equipos para exámenes de laboratorio, rayos x, entre otros.

      Posteriormente, el equipo de investigación y trabajo antropológico del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) empezó a realizar labores de asistencia médica, investigación y capacitación en salud, con el objetivo de buscar una “medicina alternativa o mixta” que mejorara las condiciones de salud y como medio para lograr la autonomía de la comunidad, mediante una práctica médica en la cual interactúen conceptos de la medicina tradicional y de la medicina occidental. Para estos efectos se empezó a trabajar de la mano con los mamos, en la capacitación de jóvenes iku, con el fin de que pudieran prestar asistencia sanitaria y pudieran explicarles a los médicos los conceptos de su propia medicina.

      A raíz de la creación del Sistema General de Seguridad Social implementado por la Ley 100 de 1993, se decidió que éste debía aplicarse también a las comunidades indígenas pero con la participación de ellas. De este modo, se crearon Dusakawi EPSI y las IPS Wintukwa y Gonawindwa Ette Ennaka, entidades administradas por indígenas arhuacos en las que trabajan también personas no indígenas y cuya finalidad es prestar servicios de salud que se adapten a las costumbres ancestrales. Cuentan, por ejemplo, con traductores para que los pacientes que no conocen la lengua castellana puedan comunicarse con los médicos bunachi, enfermeras y conocedoras de los principios médicos tradicionales151.

      La Ley 100 de 1993 fue complementada por otras disposiciones importantes como lo son la Ley 691 de 2001, en la que se reglamentó la participación de los grupos étnicos en el Sistema General de Seguridad Social en Salud, y que en su artículo 3.º definió como principio general del sistema integral de salud el de la diversidad étnica y cultural, en virtud del cual el sistema debe respetar el estilo de vida de los indígenas y tomar en consideración sus especificidades culturales y ambientales; el Decreto 330 de 2001, en el que se reguló la constitución y el funcionamiento de EPS conformadas por autoridades tradicionales indígenas;


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