Mañana será brillante. Jared Mellinger

Mañana será brillante - Jared Mellinger


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Salmos 27. ¿Cuáles son algunas de las verdades que ayudaron al salmista a enfrentar el futuro sin temor?

      14. ¿Cómo es el miedo respecto al futuro en tu vida? Dedica tiempo para orar para que Dios te dé denuedo y te libre del temor al futuro.

      1. D. Martyn Lloyd-Jones, Spiritual Depression: Its Causes and Its Cure (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1965), 97.

      2. Raymond C. Ortlund Jr., Supernatural Living for Natural People: The Life-Giving Message of Romans 8 (Fearn, Ross-Shire: Christian Focus Publications, 2001), 135.

      3. Randy Alcorn, We Shall See God: Charles Spurgeon’s Classic Devotional Thoughts on Heaven (Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, 2011), 159.

      4. Mary Bowley Peters, “All Will Be Well” (1847).

      5. Cornelis P. Venema, The Promise of the Future (Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 2000), 11.

      6. Charles Spurgeon, Beside Still Waters: Words of Comfort for the Soul, ed. Roy H. Clarke (Nashville, TN: Thomas Nelson, Inc., 1999), 120.

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      Jesús habla a nuestros temores

      Venceremos el temor al futuro al recordar nuestro futuro en Cristo

      La noche antes de la muerte de Jesús, él pronunció palabras de gran importancia a sus discípulos. Él sabía que había llegado la hora tan esperada. Él sabía la traición vil que debía enfrentar, la muerte agonizante que debía sufrir, la feroz ira que debía soportar. Y él conocía que los corazones de sus discípulos estaban apenados con respecto al futuro.

      Los capítulos 13 al 17 del Evangelio de Juan registran las palabras que Jesús habló esa noche. Él dijo a sus discípulos que regresaría al Padre. Explicó que se iba y que ya no estaría con ellos. No sólo eso, les dijo que permanecerían en un mundo en el que serían aborrecidos. Dijo que serían expulsados de las sinagogas e incluso ejecutados.

      ¡Suficiente para un discurso de aliento! ¿Qué clase de entrenador le dice a su equipo que van a ser masacrados?

      Mientras los discípulos consideraban su futuro, estaban turbados, con miedo.

       ¿Lo lograremos? ¿Cómo podemos afrontar el futuro? Si Jesús realmente se preocupa por nosotros, ¿por qué nos dejaría solos?

      Tendemos a pensar que la gravedad de nuestra ansiedad es anormal, y la ansiedad gana impulso a través de esa mentira. Pero este pasaje de Juan es un recordatorio de que no estamos solos en sentir la turbación de nuestros corazones y el temor. Nuestros presagios de preocupación y negativismo son comunes a la humanidad.

      “No se turbe su corazón ni tenga miedo”

      Los discípulos de Jesús ocuparon un lugar único en la historia de la salvación. Ellos estaban a punto de presenciar al Hijo de Dios ser llevado a la cruz y ascendido al trono del cielo. Y sin embargo, no estaban preocupados por Jesús esa noche; sólo pensaban en sí mismos. Jesús dijo a sus discípulos: “Pero ahora voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’” (Juan 16:5). La ansiedad tiende a producir egocentrismo. El miedo al futuro nos distraerá, nos consumirá, nos esclavizará y nos robará el consuelo y el valor. Cuanto más fuerte sea nuestra ansiedad, más débil será nuestra comunión con Dios y más vulnerables somos ante los ataques de Satanás. “En la quietud y en la confianza estará su fortaleza” (Isaías 30:15), pero nuestra preocupación por el futuro nos debilita y nos agota.

      A veces pensamos que la preocupación nos ayudará a descubrir soluciones y controlar el futuro, pero no lo hará. La preocupación nunca ha preparado a nadie para nada. No se puede controlar el futuro a través de la ansiedad. La preocupación es un ladrón del gozo; es un mentiroso y un oportunista. La preocupación promete preparación, pero conduce al pánico.

      Jesús conoce las preocupaciones de su pueblo. Nos rescata de nuestros temores porque se preocupa por nosotros. Este es el testimonio de los redimidos: “Yo busqué al SEÑOR, y él me oyó y de todos mis temores me libró” (Salmos 34:4). Nuestra propia vida a menudo ha evidenciado el poder de Dios para librarse del miedo.

      La noche antes de ser crucificado, Jesús dijo: “No se turbe su corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27, RVC). Aquí está el Hijo de Dios, a pocos minutos de cargar los pecados del mundo, ¡pero él consuela a los demás! Esto me sorprende cada vez que lo considero. De camino a la cruz, Jesús habla a nuestros miedos. Él se acerca a nosotros. Cuida de nosotros como nadie más y ama a sus discípulos hasta el final.

      Consideremos la vida y el carácter de Aquel que nos dice que no estemos preocupados. Tenemos un Salvador que experimentó todo lo que tememos: experimentó la pobreza de no tener dónde reclinar la cabeza (Mateo 8:20); lloró de angustia junto a la tumba de Lázaro (Juan 11:35); la gente lo rechazó y se llenó de ira contra él (Lucas 4:28–29); fue calumniado y muchos dieron falso testimonio en su contra (Marcos 14:56); conocía la traición de un hombre que decía ser un amigo (Mateo 26:15); y fue injustamente juzgado, burlado, golpeado y crucificado (Marcos 15:16–37).

      Sin embargo, Jesús siempre miró al futuro confiando en los buenos propósitos del Padre. En Juan 17, Jesús anticipa su crucifixión y exaltación con un sentido de victoria mientras ora a su Padre. Lucas 9:51 dice que afirmó su rostro para ir a Jerusalén, cumpliendo la profecía de Isaías de un Siervo que pondría su rostro como un pedernal. Hebreos 12:2 dice que Jesús soportó la cruz por el gozo que tenía delante de él. Se humilló a sí mismo haciéndose obediente a la muerte en previsión del día en que se doble toda rodilla y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor (Fil 2:8–11).

      Cristo es nuestro precursor. Estamos unidos a él. Y porque se enfrentó a su futuro, y ha asegurado nuestro futuro y reina soberanamente sobre el futuro, es que podemos enfrentar todo lo que se avecina.

      ¿Quién está mejor preparado para hablar a tus temores? Sin duda, es el Señor Jesucristo. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no puede compadecerse de nuestras debilidades, pues él fue tentado en todo igual que nosotros pero sin pecado” (He 4:15).

      El amor de Cristo

      Jesús habla de nuestras ansiedades sobre el futuro en Lucas 12. En los versículos 4 al 8, RVC, dice:

      “Y les digo a ustedes, mis amigos: No teman a los que matan el cuerpo y después no tienen nada peor que hacer. Pero yo les enseñaré a quién deben temer: Teman a aquel que, después de haber dado muerte, tiene poder de echar en el infierno. Sí, les digo, a este teman. ¿No se venden cinco pajaritos por dos moneditas? Pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pero aun los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No teman; más valen ustedes que muchos pajaritos. “Les digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios”.

      Esto es muy diferente a la forma en que estamos acostumbrados a plantear el miedo al futuro en nosotros mismos y en los demás.

      Jesús no nos dice que seamos más como el optimista natural. Los que se preocupan no deben envidiar a los apáticos. No es raro en un matrimonio tener una persona que tiende más a la ansiedad y la otra se inclina más a la “fe”. Pero a menudo lo que se ve como fe es optimismo natural. Lo que parece firmeza es a veces indiferencia. Tal vez desees ser más relajado en tu temperamento, pero esa no es la respuesta. Ser más relajado probablemente


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