Mañana será brillante. Jared Mellinger

Mañana será brillante - Jared Mellinger


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como un idiota”. Él no nos ordena dejar de temer sin darnos también las armas en la lucha contra el temor. Él nos escucha. Razona con nosotros. Es compasivo, nos llama sus amigos y corrige con bondad nuestros temores pecaminosos. Nos dice: “Ustedes valen más que muchos gorriones”.

      La fuerza de nuestras ansiedades diarias juntamente con nuestra visión borrosa del futuro es a menudo desalentadora. Pero debemos recordar que la presencia de ansiedad no significa que tengamos fe. Para los que estamos en Cristo necesitamos saber que nuestra fe nos define más profundamente que nuestras ansiedades. Dios no te ha olvidado; él es el que sostiene tu fe en él.

      Jesús también muestra los límites de las cosas que tememos en esta vida. No teman a los que matan el cuerpo, dice, “y después no tienen nada peor que hacer”. Más bien, dice, teme a Aquel que tiene autoridad sobre tu destino eterno. En otras palabras, debemos comparar las cosas futuras de las que tendemos a preocuparnos con lo único que realmente merece nuestra preocupación: el juicio divino en el infierno.

      Esto no es un intento de asustarnos; sino el propósito es llenarnos de valor y consuelo. Finalmente, el punto principal de Jesús no es “podría ser peor”. Él dice que será absolutamente mejor. Jesús nos recuerda del infierno eterno del cual nos ha salvado para renovar nuestra esperanza en él.

      ¿Te has detenido a considerar cuál sería tu futuro sin Cristo? El temor gana ventaja cuando olvidamos el futuro que merecemos. Nunca debemos olvidar que Jesús planteó claramente acerca de lo único que realmente debemos preocuparnos. Romanos 5:8 dice que mientras aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. “Luego, siendo ya justificados por su sangre, cuánto más por medio de él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9).

      El futuro es terrible para aquellos que no están en Cristo. Serán “castigados con eterna perdición” (2 Tesalonicenses 1:9, RVC). A todo pecador que no se arrepiente “él también beberá del vino del furor de Dios que ha sido vertido puro en la copa de su ira” (Apocalipsis 14:10, RVC).

      No eres salvo por tu propia valentía o ingenio, ni por ninguna buena obra que hayas hecho, sino por reconocer y aceptar al Señor Jesucristo. Este futuro libre de ira no está asegurado por tu vida sin preocupaciones, sino por la vida libre de pecado de Jesús y su muerte sustituta. Al eliminar el miedo al juicio y al infierno, Cristo nos hace invencibles. Se acerca el día en que el Hijo del Hombre reconocerá a cada uno de los que son suyos ante los ángeles de Dios (Lucas 12:8). Cristo nuestro mediador confesará nuestro nombre. Y lejos de ser un día de lamento y de vergüenza, nos presentará irreprensibles delante de su gloria con grande alegría (Judas 24).

      Del temor a la fe

      Presta atención cómo Jesús nos lleva del temor a la fe. No es que debamos dejar de pensar en el futuro. Más bien, vencemos el temor al futuro recordando nuestro futuro en Cristo. Esta simple verdad tiene implicaciones de gran alcance para nuestra vida. Si al presente nos vence el temor y la ansiedad con respecto a nuestro futuro, es porque hemos perdido de vista nuestro verdadero futuro en Cristo.

      ¿Qué dice Jesús a sus débiles discípulos en Juan 13–17 cuando la confianza disminuye, el miedo aumenta y ellos están preocupados por el futuro?

      Un lugar preparado

      En Juan 14, Jesús les recuerda que les va a preparar un lugar para ellos: “Y si voy y les preparo lugar, vendré otra vez y los tomaré conmigo para que donde yo esté ustedes también estén” (14:3).

      Esta es la verdad que Anne Bradstreet usó para luchar contra su temor al futuro cuando su casa fue destruida por el fuego. Anne era una madre de ocho hijos que vivían entre los colonos peregrinos en Massachusetts. En medio del dolor y la pérdida, ella encontró la fortaleza para alabar a Dios con un corazón contento al recordar su futuro hogar.

      Y cuando ya no podía mirar,

      bendije el nombre de quien dio y quitó,

      que ahora dejó mis bienes en el polvo…

      Luego viene la mirada hacia adelante:

      Tienes una casa preparada en lo alto

      construida por ese poderoso Arquitecto,

      ricamente amueblada con gloria,

      Jesús nos recuerda que él es el Arquitecto Poderoso. Él se ha ido a preparar una casa allá arriba y un lugar permanente y ricamente amueblado para ti. Él volverá a llevarnos allí, cuando el cielo y la tierra se vuelvan a unir.

      La presencia del Espíritu

      Jesús también promete en Juan 14:16 que su obra en la tierra no ha llegado a su fin, sino que se lleva a cabo a través de otro ayudador. “Y yo rogaré al Padre y les dará otro Consolador para que esté con ustedes para siempre.” Esto significa que:

      • La paz que Jesús da será experimentada por medio del Espíritu.

      • La obediencia que Jesús requiere vendrá por el poder del Espíritu.

      • La verdad que Jesús enseñó será iluminada por el Espíritu.

      • El testimonio que Jesús nos llama a dar, aun a través de la oposición, recibirá denuedo por el Espíritu.

      Vemos a estos mismos discípulos llenos del Espíritu en el libro de los Hechos. Ellos son invencibles y valientes, alabando a Dios con gozo santo y haciendo muchas señales y maravillas. Ellos desafían los poderes terrenales y declaran que no pueden sino hablar de lo que han visto y oído como testigos de Cristo (Hechos 4:20). Cuando son encarcelados y golpeados, se gozan por ser tenidos dignos de sufrir deshonra por el nombre de Jesús (Hechos 5:41).

      ¿Qué explica este poder espiritual? Se les había dado otro Ayudador, el Espíritu Santo, para estar con ellos para siempre. El Espíritu afirmó el futuro inquebrantable de ellos en Cristo.

      La promesa de la vida

      En Juan 14:19, Jesús da a sus discípulos la promesa de la vida futura: “Porque yo vivo, también ustedes vivirán”. Aquí está la esperanza de la victoria sobre la muerte a través de nuestra unión con Cristo. Su muerte y resurrección vencerían la muerte y asegurarían la vida eterna para su pueblo.

      Cristiano, resucitarás así como Cristo resucitó al tercer día. Este es tu futuro en Cristo. El pesimismo, el pánico, la desesperación y la preocupación darán paso a un futuro brillante.

      En Juan 17, Jesús, nuestro gran Sumo Sacerdote, ora por el futuro de sus discípulos. Recuerda a sus discípulos su último anhelo por nosotros y el futuro que él ha asegurado para nosotros al orar en voz alta: “Padre, quiero que donde yo esté, también estén conmigo aquellos que me has dado para que vean mi gloria que me has dado, porque me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24, RVC).

      Un día ya no experimentaremos dificultades ni tentaciones en relación con el futuro. No es hasta que partamos de este mundo que experimentaremos plena liberación del temor. Pero Jesús no nos ha dejado sin las verdades necesarias para vencer el temor y crecer en la esperanza.

      El Dios que se deleita en bendecir

      En Lucas 12, Jesús habla de nuestro temor de lo que pueda causarnos daño, y de nuestros temores relacionados con el dinero, la provisión y las posesiones materiales. Entonces dice en Lucas 12:32, RVC: “No teman, manada pequeña, porque a su Padre le ha placido darles el reino”.

      Así es como Jesús habla a nuestras ansiedades sobre el futuro. El mandato (“No teman”) es seguido por la compasión (“manada pequeña”) y el consuelo (“porque a su Padre le ha placido darles el reino”). La frase “ha placido” nos dice algo sobre el corazón del Padre hacia nosotros, y esto es precisamente lo que nuestros temores del futuro tienden a no creer. ¿Crees que Dios se deleita en


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