Los estudios organizacionales en Colombia. Mauricio Sanabria
viejas, muchos de ellos docentes de muchos años, que son amigos o compañeros de trabajo de quienes serán sus profesores, directores de tesis, jurados y demás, lo que no habla muy bien de la calidad de los programas. (E10, 17 de octubre del 2018)
Esta es una invitación a mirar el tema de la endogamia, pues se corre el riesgo de perder objetividad en los procesos de evaluación y, sobre todo, de formación por cuestiones políticas y relaciones de amistad. Además de lo dicho, faltan elementos de diferenciación en los programas de doctorado y maestrías de investigación, y los estudiantes que ingresan al doctorado no tienen claridad sobre el asunto; es más, no parece que ese criterio sea uno de los elementos centrales en la elección y selección, ya que, lastimosamente, estas se basan más en criterios financieros, en las jornadas de estudio, en los tiempos de duración del programa y en las dificultades que se identifican en el camino hacia la graduación (por ejemplo, si hay examen comprensivo, cuántos coloquios deben superarse, la exigencia certificada de competencia en otro idioma, si la pasantía de investigación se debe realizar dentro o fuera del país y qué tanto se prolonga en el tiempo, si se deben asegurar publicaciones, etc. –E10, 17 de octubre del 2018–).
Debido a esas circunstancias, muchas personas llegan a formarse como doctores tras una larga trayectoria docente o como consultores en distintas universidades del país. Más aún, otros muchos ingresan sin formación en administración, pues provienen de otras disciplinas (ingeniería, finanzas, economía, psicología, antropología), lo que constituye un reto adicional en términos de estructurar un plan de estudio y unas metodologías de enseñanza para el análisis de las organizaciones (E3, 6 de septiembre del 2018).
Surge también un obstáculo que enfrentan tanto el estudio de las organizaciones como la administración en general. Es el hecho de partir de una lógica orientada a buscar las mejores prácticas, con base en un pragmatismo excesivo, acompañada de un desdén por la teoría, una fragmentación exagerada y una instrumentalización de la formación en administración. Todo ello pone en riesgo su carácter de disciplina (E3, 6 de septiembre del 2018).
Con base en el análisis de la información recolectada, se evidencia que un primer desafío es la consolidación de una comunidad académica, alrededor del estudio de las organizaciones, que pasa necesariamente por forjar y construir un cuerpo colegiado, un habitus. En Colombia, aún no es claro, a pesar de los avances logrados en dicho campo, lo que significa ser un investigador en organizaciones. Para avanzar en ello se requiere propiciar espacios de socialización, de discusión, de confrontación académica y redes de trabajo cooperativo y de difusión. En otras palabras, una invitación a construir vida académica en la universidad. Esto implica, precisamente, el rompimiento de paradigmas y el impulso de diferentes métodos de trabajo que están relativamente subvalorados en el estudio de las organizaciones. Tales son los casos de la etnografía, la etnometodología, la historicidad, etc.
Un segundo desafío consiste en incentivar el desarrollo de una mirada crítica para el estudio de las organizaciones. Como lo mostrara el profesor Alberto Mayor Mora (1984; 1990), la administración se convirtió en una profesión, sin embargo, ahora se plantea un horizonte diferente en el sentido de considerar que se está frente a una disciplina, pues hay una construcción de conocimiento forjada por una comunidad académica que tiene una lectura crítica frente a las consecuencias de sus acciones en la sociedad (E7, 20 de septiembre del 2018). Es una tarea difícil, después que el gobierno permitiera convertir las maestrías de investigación en profesionalizantes. Así, y más allá de discurrir en el significado de lo crítico, se propende por una aproximación que sea capaz de mirar autorreflexivamente con el propósito de interrogar, desde adentro, los supuestos y presupuestos que sostienen tal disciplina. Ello, en aras de renovarse y responder a las necesidades que la sociedad impone.
Saavedra-Mayorga, Gonzales-Miranda y Marín-Idárraga (2017) mencionan el tema aplicado a las empresas (organizaciones productivas) e insinúan que lo crítico pareciera ser un asunto que atenta o desprestigia a las empresas, poniendo en riesgo la operación o su funcionamiento. Esto no tiene por qué ser así, sino, por el contrario: es un aporte de elementos para una mejor gestión. Esta prevención, a nivel empresarial, es un asunto importante por afrontar y superar.
El tercer desafío apunta a consolidar algunos temas relevantes, lo que aún no se ha logrado en Colombia. Por mencionar algunos: el big data, el control de la corrupción, la educación, la salud, la inequidad, la inclusión, el colonialismo epistémico, el desarrollo sostenible. Estos asuntos suelen ser muy sensibles para las organizaciones y, por ello, es difícil el acceso a la información correspondiente y, con ello, a la investigación. De ahí que se hace necesario vincular al sector empresarial y trabajar de manera conjunta, como un asunto que supere las fachadas elocuentes de sinergia, para realizar reflexiones que propicien cambios reales y tangibles en las organizaciones y, a la vez, se logre integrar y consolidar la relación universidad-empresa como espacio de investigación posible.
Además, hay asuntos metodológicos que parecen importantes, como realizar investigaciones transdisciplinares, con el fin de buscar un conocimiento asociado y negociado entre diferentes actores y posiciones teóricas. De este modo, será posible involucrar la mirada de las organizaciones en los problemas sociales y la visión de lo social en los problemas organizacionales (E5, 12 de septiembre del 2018). En tal sentido, como se indicó en el apartado referido a los alcances, se podría evitar cierto gueto académico, que implica el aislamiento, como una forma de buscar reconocimiento e identificación en el ámbito de la investigación. Pero la defensa legítima debe de ser superada por una cultura académica, diferente a la que hoy existe, en la que proliferen redes de discusión (más que de trabajo), amplias y tranquilas, donde la preocupación resida más por el pensar y el hacer del otro, que por criticar o competir con lo que piensa y hace el otro (E4, 7 de septiembre del 2018).
Ahora bien, el discurso de lo crítico trae consigo cierta incomodidad, ya que rompe el statu quo en un ámbito en donde el cuestionamiento es entendido como resistencia que impide el logro de los resultados y genera, entonces, cierto adoctrinamiento alienante hacia los objetivos planteados por la organización y ejecutados por sus directivos. Por consiguiente, es obligante un discurso y una práctica crítico-constructivos que busquen transformar las realidades organizacionales y no se queden en aspectos meramente de denuncia o emancipadores. Si bien, son posibles y válidos, la academia en Colombia podría buscar aproximaciones más propositivas.
Lo antedicho no niega o se contrapone al impulso de las posturas críticas (muchas veces relegado a la exclusividad de la universidad pública –E1, 29 de agosto del 2018–). Tales posiciones tambalean o se hacen muy difíciles frente a la debilidad en los procesos de formación y de enseñanzaaprendizaje que, en términos generales, se padecen en las universidades colombianas, producto de su neoliberalización y de la mercantilización de la educación. Esto convierte a los doctorados en un mecanismo para ganar más dinero, por ejemplo (E4, 7 de septiembre del 2018), y resalta la falta de rigor y solidez conceptual (E12, 24 de octubre del 2018). Por tanto, se busca concretar tales aproximaciones con acciones específicas para el cambio y la transformación.
En efecto, en América Latina y particularmente en Colombia, dada la distorsión sufrida por el pensamiento político implicado con el socialismo, es difícil hablar de estos temas. Si además se le suman las posturas políticas que asumen las personas desde el desconocimiento y la radicalización, la situación se torna aún más dificultosa. Un amplio grupo de personas en el país asocia la teoría y el pensamiento crítico a un imaginario y precario pensamiento de izquierda (E1, 29 de agosto del 2018), un error que hay que aclarar y superar.
En el estudio de las organizaciones en Colombia hay notables intercambios y aportes desde las ciencias sociales y económicas. Estas han acompañado el reconocimiento de este campo de estudio, así como su trayectoria, difusión, controversias y proyección.