La familia de T…. Álvaro Gutiérrez Zaldívar

La familia de T… - Álvaro Gutiérrez Zaldívar


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de don Pedro de Mendoza para poblar las tierras del Río de Solís, también llamado de la Plata. Este adelantado perdió su vida y su fortuna para venir a buscar una tierra supuestamente llena de metales preciosos, lagos con fondo de oro y otras riquezas de ese tipo, que aquí no existían o nunca estuvieron a su alcance. Mendoza se comprometió a traer en dos años un millar de colonos, cien caballos, fundar tres fuertes y construir un camino real que iría del Río de la Plata hasta el Océano Pacífico.

      Obviamente, ignoraba la existencia de la Cordillera de los Andes, porque ese camino recién se realizó cientos de años después de su muerte.

      Mendoza es señalado como el primer fundador de Buenos Aires, aunque hay historiadores que sostienen que la ciudad se fundó recién en 1580, con don Juan de Garay.

      Los llamados criollos eran el producto del cruzamiento entre europeos y locales. Con respecto a los indios, su procedencia y situación las iré contando a lo largo de este libro. En cuanto a los esclavos voy a hacer una referencia específica.

      El comienzo de la familia

      Cuando el padre del tatarabuelo de T… accedió al campo por donación de su padre no recibió algo económicamente importante; los campos valían poco, eran peligrosos y difíciles de manejar. En esa época no existían los alambrados, por lo que toda la pampa era un camino; tampoco había molinos de viento para extraer agua del suelo por medios mecánicos. Él trató de sembrar, pero no había soluciones para proteger los cultivos, y los animales sueltos se comían lo que plantaba. Todo debía ser hecho con gran dificultad y usando exclusivamente fuerza humana o animal. Tampoco ayudaba la presencia casi permanente de las langostas.

      En la Argentina de esos años había poca gente; no habían llegado las grandes inmigraciones, no se conseguían peones, y rara vez alguien compraba hacienda.

      No valía la pena, la pampa estaba llena de caballos y de vacunos sin dueño que se movían de un lado a otro sin limitaciones territoriales.

      No había un sistema seguro para encerrarlos y cuando consiguieron hacerlo, empezaron a caer los malones indios sobre las estancias.

      Los pobladores acabaron exterminando el ganado cimarrón, con lanzas que tenían puntas en forma de hoz, con las que cortaban los tendones de las patas del animal, luego sacaban los cortes más valiosos y abandonaban el resto.

      Los esclavos

      El padre del tatarabuelo arrancó con unos veinte esclavos que vivían en el monte, de distinta procedencia. La mayoría venían de Brasil, su origen era Angola, que durante trescientos años fue manejada por Portugal.

      El número de españoles y criollos era pequeño; los indios no querían puestos fijos y la solución buscada para el trabajo en el campo fueron los esclavos. Casi todos los peones en las estancias eran negros; un negro bozal, es decir, que no hablaba español, se vendía en Buenos Aires a 80 pesos fuertes. Era el mejor destino que le podía tocar. El peor eran las minas de Potosí, donde morían al poco tiempo; ahí un negro joven podía ser vendido en 300 o 400 pesos.

      Hubo también un señor de apellido Romero que tenía licencia de la Corona para traer directamente esclavos de África. Se calcula que entre los siglos XVI y XIX los traficantes introdujeron en América unos 12 millones de esclavos; en este último siglo se comenzó a abolir la esclavitud. Alrededor de 1830 la venta de esclavos constituía el noventa por ciento de las exportaciones de Portugal.

      Esto tuvo como consecuencia que en Angola no se conozca el nombre de un solo guerrero; no hay héroes nacionales, estadistas o escritores que no sean recientes.

      Durante siglos, la historia de ese país fue anónima. No solo se llevaron sus hombres y sus mujeres, sino que lo dejaron sin historia, sin héroes, sin ancestros, sin pasado.

      No hay un San Martín, un Belgrano, un Sarmiento, un Avellaneda, un referente. Lo abandonaron, sin dejarle una identidad histórica.

      El tatarabuelo tampoco compró esclavos, los recibió de su padre; estaban ya trabajando allí, con sus descendientes y continuó con ellos, contratándolos. Cuando alguno no podía trabajar por algún motivo, lo dejaba seguir viviendo ahí; le daba un lugar y comida y buscaba personal pago para reemplazarlo.

      En determinados años hubo terribles epidemias, de tifus, cólera, fiebre amarilla y viruela; gran cantidad de las personas de este origen murieron de esas pestes desconocidas, que los encuentran sin defensas naturales. Paradójicamente, los más jóvenes eran los que más rápido morían.

      Entre 1811 y 1820 uno de cada cuatro habitantes de Buenos Aires era esclavo; en general eran bien tratados.

      Al trabajar con la familia evitaban ser reclutados para alguna de las guerras absurdas que exterminaban a la población.

      La mayoría de ellos no tenía apellido. Cuando el gobierno expropiaba bienes, se quedaban donde estaban. El primer antepasado familiar los encontró ahí. No tenían problemas de mezcla de sangre, porque sus orígenes geográficos y tribales eran distintos.

      A ellos no les importaba de quien fuera la tierra; trabajaban para el que llegara. Algunos historiadores sostienen que cuando ingresaban al ejército les ponían de apellido “Lapatria”.

      Los que vivían en la estancia eran descendientes de esos esclavos que fueron quedando; sus padres o abuelos habían sido traídos por esclavistas o entrados desde otros países. Hubo en 1813 una Asamblea en nuestro país que decretó “la libertad de vientres”; que el hijo de esclavos naciera libre fue un enorme avance, pero los esclavos nacidos antes continuaron siendo esclavos.

      Cuando el padre del tatarabuelo compró el campo siguieron ahí con sus descendientes.

      El sometimiento casi total de una persona a otra fue un fenómeno característico de la antigüedad; no tenía nada que ver con el color de la piel, su origen fueron los botines de guerra, el sometimiento de los vencidos o el no pago de deudas; luego se empezó a transmitir la esclavitud por nacimiento.

      En nuestro país la población esclava era relativamente escasa; en el sur de los Estados Unidos había tres esclavos por cada hombre libre.

      La ley les otorgaba ciertos derechos: si un dueño vendía un esclavo casado, debía vender también a su mujer, pues no podía separar el matrimonio; y si un esclavo decidía casarse con una esclava de otro amo, el dueño de esta debía venderla al propietario del futuro marido para concretar la unión.

      Para solucionar los problemas suscitados por los montos de pago existía un grupo de “tasadores de esclavos”.

      Cuba terminó con la esclavitud en 1886; en Brasil hubo dos etapas: en 1885 quedaron libres los esclavos mayores de 65 años, en 1888 se anuló definitivamente.

      Mauritania, en África, en 1981, fue el último país del mundo en abolirla.

      El lugar de nacimiento

      Tanto el tatarabuelo como su padre nacieron en el Norte de España.

      De ese lugar llegaron muchos inmigrantes; la mayoría venía de las zonas que podríamos llamar las Regiones Atlánticas de España.

      Los inmigrantes no tenían conciencia del importante papel que tuvieron. No soñaban con la historia, ni se veían a sí mismos como parte de su transcurso. Compartían una esperanza sobre el país al que se dirigían, pero apenas conocían la realidad del lugar. Para los argentinos, fueron un aporte fundamental.

      El padre del tatarabuelo era hijo único y se llamaba Pablo; tuvo a su vez un solo hijo, al que llamó Pedro y con los años le regaló el campo. La escritura de transferencia todavía está en el Archivo General de la Nación, en el departamento de Protocolos de Escribanos. Trae otros datos sobre ellos, por ejemplo, que Pedro lo recibió siendo soltero y que tomó posesión del mismo en el lugar y ante un Escribano, donde cortó ramas de árboles sin oposición del padre y ordenó movimientos de hacienda de un lugar a otro, para que se dejara constancia de que había un nuevo


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