La verdad, fuente de santidad. Claudio Rizzo
de la Trinidad “llega a ser activa de un modo misterioso y divino; cuando deja curso libre a sus energías; cuando llega a realizar los pensamientos y designios de Dios sobre ella. Es entonces cuando ella se posee en Dios”. El secreto pasa por anclarse en el Pacífico, Inmutable, Providente.
Sabemos que si cada día alabamos a Dios y trabajamos interiormente la capacidad de asombro… Dios se revela cuando uno decide vivir en esa intimidad… No busquemos a Dios solo en lo sensible como absolutizando esa dimensión. Abrámonos más a vivir con él todo el día, despierto o dormido. En este sentido también saboreamos de Santa Isabel de la Trinidad: “¡Quisiera poder comunicar a todas las almas la fuente inagotable de fortaleza, de paz y de felicidad que encontrarían si consintieran vivir en esa intimidad! Solo que ellas no saben esperar. Si Dios no se les comunica de una manera sensible, pierden su divina presencia, y cuando El viene a ellas con todos sus dones, no encuentra a nadie. El alma anda fuera, en las cosas exteriores; no habita en el fondo de sí misma”.
Toda esta reflexión confluye a vivir la vida como eterno presente, sin antes ni después, sino en la unidad de nuestro ser por completo, en ese ahora eterna…para que todo se doblegue y ofrezca por Él y para Él, nuestros trabajos cotidianos, nuestros vínculos, nuestra espiritualidad, nuestros servicios, nuestros proyectos y deseos de vivir una vida extática siempre frente al Asombro de Dios que es Dýnamis (g): Movimiento continuo que engendra Paz, Misericordia, Esperanza y Amor…
Nos preguntamos, nos respondemos:
¿Qué tipo de relación vas teniendo con Dios?, ¿cómo te dispones cada día? El grado de conciencia de nuestra vulnerabilidad siempre presente nos ayudará mucho a reconocer una mayor transparencia en nuestros pensamientos principalmente y luego en nuestras emociones y sentimientos.
Si la verdad es única, indivisible e inmutable, ¿sos consciente de tu prontitud para vivir una vida en Cristo? La prontitud es una inclinación del alma hacia la sincera búsqueda de Dios en la persona de Jesucristo, el Señor.
Santa Isabel de la Trinidad nos exhorta a “vivir en esa intimidad” con Cristo: ¿la estás viviendo?
“Porque así habla el que es alto y excelso,
el que habita en una morada eterna,
aquel cuyo Nombre es santo”.
Isaías 57, 15
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