Hechizo De Amor. Kristen Strassel
de otros clanes o talvez algunas que fueron abandonadas y olvidadas en las estribaciones de la enorme cordillera de los Apalaches ya que nosotros protegimos la zona sur por un tiempo. Alguien que fuera demasiado débil para sentir por nuestros propios medios podría estar allá afuera, buscándonos como nosotros a ellos.
No somos seres inmortales, no exactamente, pero podemos vivir miles de años y no queríamos ser la última generación de nuestra especie ya que las montañas nos necesitan con toda nuestra gloria y poderío mágico. Nora prometió que podría lanzar un hechizo que atraería a nuestras compañeras destinadas hacia nosotros, a cambio solo pedía un gran trozo de cuarzo de nuestro tesoro.
La decisión de hacer el trato no fue unánime y Rafe aún insiste, después de todos estos años, que le dimos demasiado poder. Él estaba convencido de que era por eso que el hechizo había terminado tan mal y hemos estado atrapados en nuestra forma humana desde entonces.
“¿Qué es lo que se dice cuando no hubo ningún daño?” Chance negó con la cabeza, pero no tuvo que decirlo, yo sabía que lo había jodido. “Demonios, alguien necesita pintar la puerta de su tienda de tarot con esas palabras. Cuando los últimos cinco dragones en Norteamérica mueran, nadie lo notara porque hemos sido humanos por mucho tiempo. Ellos probablemente crean que ya estamos muertos.”
Ese es un pensamiento mortificante porque es probablemente la verdad, y es que después de pasar tanto tiempo como humano apenas si puedo llamarme un dragón. La verdad es que a pesar de que Summerland sea un pueblo seguro, estaríamos jodidos si algo serio llegara a suceder. Nuestros antiguos poderes son una memoria lejana y ninguna amenaza.
“Perdimos por hoy, pero obtendremos esa caja y nos prepararemos para pelear.” Hoy les fallé, pero conseguiré esa caja a como sea porque sin ella no sé lo que pueda suceder.
“¿Pelear por qué?” gruñó Rafe. “No existen más dragones en Norteamérica que nosotros y ya nos queda poco del oro que queramos vender. ¿Qué pasará cuando tengamos que vender nuestra tierra?”
“Nadie está buscando comprar una cordillera.” Me burlé.
Hizo un gran gesto con la mano señalando hacia afuera. “Hay casas apareciendo por todos lados en las montañas. No falta mucho para que un arquitecto o un visionario nos haga una oferta que no podamos rechazar. Si no podemos cambiar no tendremos ninguna protección.”
Rodando sus ojos Jax dijo. “Vaya manera de escribir nuestros obituarios, Rafe, por favor no me digas como termina. Prefiero tirarme en el medio de la autopista y dejar que un camión me pase por encima antes que pensar que jamás poder cambiar de forma de nuevo.”
“La caja debe tener el código para romper el hechizo, eso es lo que dice el texto antiguo.” Aparte de conocer cada maldita cosa sobre ser un dragón, Tanner era el que siempre nos recordaba porque hacíamos lo que hacíamos. Si Chance era la mente maestra entonces Tanner era el ejecutor de los planes.
Yo siempre estuve orgulloso de ser su soldado, soy bueno peleando después de todo, pero cuando quedamos atrapados por el hechizo fallido tuvimos que acatarnos a las reglas humanas. Pero no más.
“Tenemos todo por lo que luchar, nuestros futuros, nuestras parejas.”
Rafe se burló. “Tu cabeza aún está en las nubes si sigues esperando por esa compañera destinada.”
“Quítale esa caja a Nora” Chance gruño. “Haz lo que tengas que hacer, seduce a la nieta si es necesario. No necesitas de ningún hechizo de amor ya que es tu única esperanza de salvar tu trasero.”
La orden que Chance me dio no es la única razón por la que no he parado de pensar en la nieta de Nora Whynot desde la venta de garaje. Cada vez que cierro mis ojos, ella está ahí más hermosa que antes con sus rizos color caramelo, ojos azules y esos labios tan llenos de color rosa. Mi hermano tampoco bromeaba cuando dijo que tiene curvas peligrosas que causan pequeñas corrientes eléctricas corriendo por mi piel. Yo he visto a esta mujer en mis sueños durante años y mi mente me estaba jugando una mala pasada.
No es posible que recién se haya activado un hechizo lanzado hace cincuenta años atrás. La vieja bruja definitivamente bloqueó mi magia.
Es eso o esta mujer, la nieta de Nora Whynot, es mi pareja destinada.
Su electricidad se había quedado conmigo desde ese día de la venta de garaje, como una mayor conciencia sobre ella.
Como lujuria.
Yo he estado con muchas mujeres, he disfrutado de sus cuerpos y de su compañía, más nunca he pensado en ellas de nuevo cuando hemos separado nuestros caminos. Sin embargo, mi magia no era lo suficientemente poderosa como para hacer que me olvide de esta mujer.
Y es que un hombre humano jamás estaría a su altura. Él se habría puesto en ridículo con tal de estar en su presencia y no hay ninguna garantía de que yo no haría lo mismo.
Ese sentimiento solo creció cuando puse un pie en el pueblo y cuando vi la tienda de lectura de cartas del tarot de Nora en el centro, consideré por un momento la idea de humillarme lo suficiente como para ir a tocar a su puerta.
Durante años, después del hechizo fallido, nuestro clan maldijo a esta mujer. No puedo ir a pedirle ayudar o preguntarle acerca de su nieta.
No lo haría, ni aunque ella pudiera ayudarme a obtener la reliquia. Ella es la única que ha hecho fuego circular por mis venas de una manera que no había sido posible desde que me encontraba en mi forma de dragón, pero ni siquiera por eso lo debería hacer.
Si estuviera usando la mitad de mi cerebro me mantendría lo más lejos que pudiera de la nieta de Nora Whynot.
Sin embargo, esa misma mitad estaba dispuesta a apostarlo todo por la posibilidad de que mi clan pudiera romper esta maldición y yo tendría que hacer cosas que nunca antes había hecho. Como arriesgarme y actuar solo por fe de la que es pura y ciega.
La vibración de esa electricidad se intensificó. Me paré frente a la tienda de tarot, pero no venía de ahí, sino que de la Cafetería de Summerland que tenía una corriente tan fuerte que, por un momento, pensé que la ventana estaba a punto de romperse.
Y allí estaba ella, en todo su esplendor con ese bronceado increíble, se encontraba sentada en la ventana con su mano enrollada alrededor de una taza, sonriendo debido a lo que veía en su computadora portátil. Al ver su rostro de felicidad me pregunté a qué se dedicaría porque fuera lo que fuese, era obvio que le daba una gran alegría.
Yo quería saber todo sobre ella.
Summerland solo tenía una cafetería y siempre estaba llena, por lo que había un cartel en el mostrador que le pedía a los clientes que compartieran mesas si es que decidían quedarse a trabajar. Esa era la excusa perfecta.
Mientras me acercaba a su mesa, se me ocurrió que tal vez todo lo que el hechizo necesitaba era tiempo.
Ella jadeó cuando me vio parado frente a ella.
“No sé si te acuerdas de mí.” No sabía si había podido pensar en algo más desde la última vez que la vi, porque puedo asegurar con toda certeza que yo no lo había hecho.
“Por supuesto que sí.” Un rubor subió a sus mejillas y a mi dragón le gustó mucho eso. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que mi dragón había tenido una opinión sobre algo. Era obvio que esta mujer tenía más que magia, ella tenía un fuego ardiendo en su interior.
Jamás me había sentido así, esto no era solo por el hechizo. Ella era mi alma gemela, nunca había estado más seguro de nada en mis mil años de vida en este planeta.
“¿Hay alguien sentado aquí?” Yo le pregunté.
“No, toma asiento. Por favor.” Ella se apresuró a despejar el espacio en la mesa para mí, y casi derriba su taza. “Esperaba poder verte de nuevo.”
Sí, dijo mi dragón.