TransformArte: El viaje del Pez. Christian Robles
son: ¿me sirve esa creencia?, ¿me construye o me impide construirme?, ¿me ayuda en mi camino?
Diviértete si te es posible
Pareciera algo tan simple y a la vez necesita mucho trabajo interior. No siempre es sencillo y, sobre todo, no siempre es posible.
Divertirse parece sinónimo de disfrutar, de quitar velos en nuestra mirada y ponernos unos lentes que nos ayuden ver más y mejor, siempre en la dirección que nos sirva y nos construya goce. Divertirse es la capacidad de autodeterminarse y elegir la actitud con la cual tomamos las circunstancias que experimentamos. Es parte de nuestra gran libertad.
Divertirse es balance, es disfrutar el camino y el recorrido. Es estar abiertos a la espontaneidad y al asombro. Es sabernos ingenuos e ignorantes, es abrirnos a lo nuevo, a la broma y al juego. Es abrirse a la risa y a la complicidad en la vida.
¿Nos podemos divertir en la adversidad, en la confusión, en la ceguera?, ¿podemos, con nuestra metaconsciencia, darnos la habilidad, la oportunidad y el privilegio de disfrutar de jugar en nuestro videojuego, aunque supongamos que va perdiendo en el camino?
Nuestra perspectiva de la realidad que experimentamos siempre se encuentra velada y limitada por nuestros sesgos, por nuestro proceso y por el tiempo. Entonces lo que creemos que es, muchas veces solamente es una parte de lo que en realidad es.
Curioso el camino de buscar diversión en todo, ya que pareciera más una consecuencia de los sutiles efectos del trabajo interior que hemos realizado en nosotros mismos.
Si puedes, diviértete. Así, como un niño al que no le importa la sobriedad normalizada del momento y que no le interesa entender la sofisticación de la sociedad, ni le interesa qué piensen de él. Emborráchate diariamente de inocencia. Las creencias sociales y los modelos del consciente e inconsciente colectivo caducan y evolucionan en todo momento.
Si puedes, diviértete. Así, sin entender por qué, sin buscar pretextos o excusas, sin justificar el motivo de la diversión. Si puedes, exprésate y manifiesta diversión en todo. No te aburras, y, si te aburres, que sea para imaginar y crear, que parece que hace mucho tiempo que se nos olvidó ser como esos niños que jugaban en la tierra.
Las personas que no son buenas para preguntar, regularmente son muy buenas para suponer.
Christian Robles
El falso trabajo interior de la cavilación y la especulación
Con el tiempo, pareciera que nos volvemos muy buenos generando relaciones y correspondencias con nuestro conocimiento, llenando los huecos que nuestra visión corta y velada genera, así como aquellas brechas de conocimiento por falta estudio y profundización en lo que «sabemos y hacemos». Nos volvemos expertos en entender por encimita.
Puede que dudar y cuestionarnos sea el primer paso del trabajo interior. No es fácil llegar a ese camino, ya que muchas veces nos volvemos defensores de aquello que ni siquiera entendemos. En estos primeros avances vamos gateando.
Dudar de nosotros mismos y de nuestro proceso, de nuestro vacilante camino de aprendizaje, es un reto mayor y un acto de rebeldía racional y con sentido de humildad y de verdadero encuentro con lo que somos.
Esta habilidad que vamos desarrollando a lo largo de la vida, de rellenar los huecos no observados de realidad para dar sentido a nuestra experiencia, nos lleva a ser magos del autoengaño, genios y maestros de la suposición sin trabajo.
Cavilar, especular y reflexionar es parte del trabajo interior, pero solo es una fracción. Falta realizar verdadero trabajo praxeológico que nos exponga como seres conscientes a cuestionar nuestro entendimiento y lo que somos. Es necesario que busquemos en la medida de lo posible vaciar nuestro vaso con regularidad para que podamos seguir incorporando conocimiento y crecimiento. Se trata de pararnos, movernos y hacer. Se trata de investigar, trabajar, exponernos. No solo es pensar.
Si bien la intuición es importante y en gran medida viene dada por el desarrollo de nuestra capacidad para relacionar y generar correspondencias con el conocimiento y la experiencia que hemos desarrollado en el tiempo, se encuentra limitada por varios sesgos cognitivos, entre ellos el sesgo de confirmación, ese que nos hace buscar más de lo que sabemos y más de lo que tiene que ver con lo que pensamos y estamos de acuerdo. Nos volvemos el «más de lo mismo», que parece tener sentido porque todo se retroalimenta. Entramos en un bucle.
Una manera potente de trabajar interiormente es dudar de todo y en todo momento, generando ese silencio receptivo en nosotros, contraponiendo posturas y aceptando tesis con las que no estamos de acuerdo.
No solo se trata de exponerse, tolerar, dudar sin sentido y llegar a ser unos completos autómatas en la incredulidad, sino que se trata de hacer las preguntas necesarias y correctas sin miedo, tirar lo que tengamos que tirar, renovar lo que tengamos que renovar.
Nos construye más creernos idiotas e ignorantes que creernos inteligentes y sabios.
Muchas veces aquello que nos sirvió ya nos estorba y todavía no nos damos cuenta.
Vale más un vagabundo consciente que un científico perdido.
Christian Robles
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