La sostenibilidad. Leonardo Boff
con una gran frustración, pues se había per- dido el sentido de inclusión y de cooperación, predominando las decisiones unilaterales de las naciones ricas, apoyadas por las grandes corporaciones y por los países productores de petróleo. Al tema de la salvaguarda del planeta y la preservación de nuestra civilización apenas se hizo alguna que otra referencia marginal. Se habló de sostenibilidad, pero esta no constituyó la preocupación central.
El saldo positivo de todas estas conferencias de la ONU ha sido una mayor conciencia, por parte de la humanidad, respecto del problema ambiental, aun cuando todavía reine el pesimismo en un buen número de personas, de empresas y hasta de científicos. Sin embargo, los eventos extremos se han multiplicado de tal forma que hasta los escépticos comienzan ya a tomarse en serio el tema de los cambios climáticos de la Tierra.
La expresión “desarrollo sostenible” comenzó a emplearse en todos los documentos oficiales de los gobiernos, de la diplomacia, de los proyectos de las empresas, en el discurso ambientalista convencional y en los medios de comunicación.
El “desarrollo sostenible” es propuesto, bien como un ideal por alcan- zar, o como el calificativo de un proceso de producción o de un producto supuestamente fabricado de acuerdo con unos criterios de sostenibilidad, cosa que la mayoría de las veces no responde a la realidad. Lo que suele entenderse en este sentido es la sostenibilidad de una empresa que consigue mantenerse e incluso crecer, sin analizar los costos sociales y ambientales que ocasiona. Hoy día, el concepto está tan manido que se ha convertido en un modismo, sin que se esclarezca o se defina críticamente su contenido. A finales de junio de 2012 tuvo lugar en Río de Janeiro una megaconfe- rencia, otra Cumbre de la Tierra, promovida por la ONU y conocida como Río+20, que intentó hacer un balance de los avances y retrocesos del bino- mio “desarrollo y sostenibilidad” en el marco de los cambios producidos por el calentamiento global y por la evidente crisis económico-financiera iniciada en 2007, que ha afectado al sistema global a partir de los países centrales del orden capitalista, profundizándose cada vez más a partir de 2011. Los temas centrales de Río+20 fueron: sostenibilidad, economía verde y gobernanza global del ambiente.
Desafortunadamente, el documento definitivo: “El futuro que quere- mos”, cuya redacción final fue confiada a la delegación brasileña, por falta de consenso entre los 193 representantes de los pueblos, no logró proponer meta concreta alguna para erradicar la pobreza, controlar el calentamiento global y salvaguardar los servicios ecosistémicos de la Tierra. Por tímido y vacío, no ayudará a la humanidad a salir de su crisis actual. En este mo- mento, no avanzar es retroceder.
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