Boicot. Ariela Katz Gugenheim

Boicot - Ariela Katz Gugenheim


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complicado percibir qué es lo que las motiva.40 Aunado a ello, el estilo oratorio de Echeverría dificultaba la comprensión. El embajador Jova escribió incluso que su “estilo improvisado se acerca, a veces, a la incoherencia”.41

      En cuanto al sentir popular, en la época que nos ocupa había un marcado rechazo a los Estados Unidos. En un reporte de 1973 se escribió al respecto que “hay una fuerte corriente de antiamericanismo en todo México [...] los estudiantes [de la Universidad de México] son, en general, hostiles hacia los Estados Unidos, sienten que tenemos el dominio económico sobre México y que somos fuertemente imperialistas”.42

      Sirva para ilustrarlo que en los juegos panamericanos, que tuvieron lugar en México en octubre de 1975, hubo silbidos y burlas frecuentes a los participantes estadounidenses. Los periódicos de Estados Unidos mostraron fotos del atleta Larry Young con cara y ademán descortés, respondiendo al abucheo del que fue víctima cuando recibió la medalla de bronce por la competencia en caminata.43

      Kissinger reconocía que había altibajos en la relación con México, pero afirmó que éstos casi nunca llegaban al punto de verdadera confrontación, porque tanto Echeverría como Rabasa “conocían los límites de la retórica y los imperativos de lo práctico”.

      Sin embargo, en los foros internacionales la actitud era otra. El voto de México contra el sionismo no estuvo inspirado en una convicción intelectual, sino en “el deseo de demostrar que Washington distaba de tener en la bolsa al gobierno de Echeverría”.44 Al apoyar al bloque árabe y soviético, pensaron algunos observadores, la intención había sido agredir a Estados Unidos, pero sin afrontarlo directamente, porque México necesitaba su ayuda económica.45

      Echeverría e Israel

      Así como la cercanía ha determinado en gran parte las relaciones entre México y Estados Unidos, la lejanía ha definido las relaciones entre México e Israel.

      Hasta antes del incidente que nos ocupa, México actuó con gran cautela en el Medio Oriente y, en términos generales, la relación entre México e Israel había sido fría y distante. En 1947, al analizar el conflicto entre árabes y judíos, la Secretaría de Relaciones Exteriores llegó a la siguiente conclusión:

      México no puede sino perder al romper lanzas a favor de unos o de otros […] cualquier cosa que se diga o haga será examinada palabra por palabra, acto por acto, tanto por los judíos como por los árabes; no sólo en Palestina sino a través del mundo entero pues envuelve a toda la judería del mundo y a todo el mundo musulmán, y por lo tanto nos conviene pensar nuestras palabras en interés no sólo de nuestras futuras relaciones con el Islam, sino con el Oriente y el Occidente.46

      Como lo puntualizó el delegado mexicano ante la onu en 1947: “Tenemos que seguir adelante navegando entre dos aguas, sin tomar partido, para no comprometer nuestra posición y crearnos dificultades serias”.47

      Además, el Estado de Israel, desde que fue establecido en 1948, nunca constituyó una prioridad en la agenda de las relaciones internacionales de México. Graciela de Garay estudió el caso de los años que van de 1947 (año en que se votó la partición de Palestina cuando estaba bajo mandato británico en la onu) a 1967. Llegó a la conclusión de que los elementos característicos de la diplomacia mexicana hacia Israel fueron “pasividad, distanciamiento y desinterés”.48

      Aun así, de Garay señaló dos atributos de Israel que hacían que este país tuviera cierta importancia para México: la relación especial de Israel con Estados Unidos, y el vínculo entre Israel y los judíos de la diáspora. Estos matices explican la complejidad y la multilateralidad de las relaciones entre México e Israel, y fueron precisamente los más relevantes para el caso que nos ocupa.

      El 29 de noviembre de 1947 se votó en Naciones Unidas la resolución 181 (ii), que dispuso la partición de Palestina bajo mandato británico. México se abstuvo.

      De hecho México fue el último país latinoamericano que reconoció a Israel. En 1952, a raíz de la firma de un tratado comercial, se establecieron las relaciones diplomáticas entre México e Israel, y sin embargo, éstas permanecieron distantes.49

      En su trabajo, de Garay concluye que la actitud de México hacia Israel se distinguió en el transcurso del tiempo por su ambigüedad, la cual le llevó a ser lento tanto en la toma de decisiones como en la formalización de los acuerdos.

      Los motivos detrás de la agenda mexicana son múltiples y variados: su conservadurismo, que la impulsó a intentar mantener el estatus quo; su abstencionismo, para evitar confrontaciones con los distintos grupos de presión; y la ambivalencia, pues se encontraba, por un lado, bajo la influencia de sus principios de abstención y, por el otro, sometido al peso del consenso internacional. Esta ambivalencia explica que México se abstuviera de votar en la resolución para la creación de Israel, empero que votara a favor para su ingreso a la onu.

      Otra palabra clave en las relaciones de México con Israel fue la equidistancia. Siendo que México tenía en su seno comunidades árabes y judías, México intentó no tomar posturas que favorecieran a una o a otra. Este principio se vio reforzado porque los asuntos de Medio Oriente eran temas internacionales complejos que no tenían relación directa con los intereses nacionales.50

      En el voto de México en la resolución sobre el sionismo en la onu, México abandonó casi todos los principios tradicionales que habían regido su relación con Israel. Se dejaron de lado el conservadurismo, el abstencionismo, la pasividad, la distancia y la preocupación por los intereses nacionales. Toda prudencia habría de desaparecer durante el sexenio de Echeverría. Sólo permanecieron la ambigüedad y la ambivalencia.

      Aunque en un principio Echeverría mantuvo la equidistancia, luego dio un viraje que no pasó inadvertido. Un observador de la época se preguntaba: “¿Qué hay del cambio gradual en el voto mexicano?”, recordando que apenas un año antes, en la unesco, México decidió abstenerse en la votación contra Israel, y que, un año más tarde, votó en favor de la resolución de la onu contra el sionismo.51

      Visitas, giras y candidaturas

      La modificación de la estrategia mexicana hacia el Medio Oriente fue parte de un cambio de dirección general en la política exterior del sexenio. El régimen de Echeverría tuvo una gran actividad en el área de las relaciones exteriores, y posiblemente será recordado como su innovador más dinámico.52 Y aunque su proceder en este rubro tuvo “inconsistencia, ingenuidad y escaso realismo”, fue una variación muy significativa en materia internacional, pues sacó a México de su aislamiento habitual.53

      De manera natural, esta intensificación de las relaciones mundiales incluyó un incremento en la participación de México en diversos temas de la política internacional. Como se lo diría Echeverría a los líderes judíos: “En años recientes, mientras más nos preocupamos por establecer una conexión con casi todos los países del mundo, más buscamos involucrarnos profundamente con los problemas internacionales, porque siempre nos afectan”.54 En su sexenio hubo un aumento exponencial en las relaciones diplomáticas y se iniciaron vínculos con 66 países.55 Entre ellos Kuwait, República de Zaire, República Árabe de Libia, República de Gambia, Bahréin, República Popular de Yemen, República Democrática Somalí y el Reino de Omán. También se firmaron acuerdos de asistencia mutua con países del bloque socialista, como Bulgaria, Cuba, Checoslovaquia, Hungría, Mongolia, Polonia, República Democrática Alemana, Rumania y la urss.56

      Aunque en un principio Echeverría no tenía planeado viajar fuera del país por lo menos durante los primeros años de su gobierno,57 tan sólo en 1975 viajó a Guyana, Senegal, Argelia, Irán, India, Sri Lanka, Tanzania, Kuwait, Arabia Saudita, Egipto, Israel, Jordania, Trinidad y Tobago, Cuba y Guatemala. En total, durante su régimen se hicieron trece giras presidenciales a 37 países y, en reciprocidad, muchos representantes de otros países visitaron México.58


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