Boicot. Ariela Katz Gugenheim

Boicot - Ariela Katz Gugenheim


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than Nothing”, Herald Tribune, 3 de enero, 1976.

      89 Rabasa, Canciller de México, pp. 164, 165.

      90 Jova, “Monthly Political Highlights-June 1975”, 3 de julio, 1975. Canonical id: 1975mexico05860_b Confidential, Electronic Telegrams.

      https://www.wikileaks.org/plusd/cables/1975mexico05860_b.html

      91 Seymour Whitaker,”Women of the World: Report from Mexico City”, Foreign Affaires, octubre 1975, p. 181.

      92 “The Decade Begins”, u.s. Center for iwy 1975, Newsletter, num. 7-75, diciembre, 1975. p. 2.

      93 Schoenberg, A Mandate for Terror, p. 16.

      94 Conferencia Mundial del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer, Igualdad, Desarrollo y Paz, Copenhage (1980) B.5 http://www.acnur.org/nuevaspaginas/publicaciones/congreso_mujeres/elementos/prod./20crea/Compilacion/20selec/20T/20II.pdf?view=1

      95 Resolución No. a/res/3151(xxviii) de la Asamblea General de la onu.

      2. Luis Echeverría y el mundo

      Cuando el presidente preguntaba qué hora era, le respondían “la que usted guste, señor presidente”.

      Walter Astié-Burgos

      Una serie de factores internos y externos se conjugaron para que la política exterior en el régimen de Echeverría tuviese un mayor protagonismo.

      La actividad política presidencial fue impulsada en gran medida por el intento de ganar el apoyo de los intelectuales, las comunidades universitarias y, en general, de los grupos liberales del país, en especial después de la crisis que se desató por los acontecimientos de 1968 que amenazaron la estabilidad social.1 Sin embargo, sus primeras medidas políticas y económicas internas no alcanzaron gran efecto porque la apertura democrática fue incipiente y la situación económica estaba deteriorada.2

      Shapira afirma que uno de los principales problemas que tuvo

      Echeverría para la implementación de reformas en el país fue la oposición de los grupos de presión internos. No obstante, estos grupos de interés tendían a verse poco involucrados en la toma de decisiones de política exterior y tenían una mayor tolerancia a la oratoria radical en este rubro, lo que otorgó al presidente una mayor discreción para formular e implantar sus iniciativas.3 De manera que podemos ver al enfrentamiento de Echeverría con el sistema internacional como una táctica de distracción de los problemas internos del país con el fin de alejar la atención nacional de las dificultades internas.

      Aunado a esto, Echeverría aspiraba a ser identificado como liberal, sin embargo, a pesar de que al principio del sexenio hubo reformismo moderado, para 1975 el régimen ya había pasado al “revolucionarismo verbal”, mientras que el autoritarismo y “en general las estructuras políticas y económicas se mantuvieron en sus formas esenciales”. El presidente trató entonces de cultivar su imagen progresista mediante una política exterior “agresiva y altisonante”.4

      Las relaciones exteriores de México hasta entonces habían estado concentradas en Estados Unidos, sin iniciativas propias y evitando definirse de manera política. No obstante, Echeverría puso en marcha una estrategia nueva para los vínculos de México con el mundo, con fundamento en el pluralismo ideológico, abierta a “diversificación, dinamización y politización”.5

      También es posible que Echeverría haya creído que era necesaria una transformación del orden internacional para poder resolver los problemas domésticos de México. En 1970, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos habían llegado a constituir el 70% de las exportaciones totales. Sin embargo, en 1971 Estados Unidos agregó una sobretasa de 10% a todas las importaciones y anunció que la medida sería aplicada también a México, terminando con ello la “relación especial” que existía entre los dos países. México intentó negociar el sobrecargo, pero no logró obtener ninguna reducción. Este fracaso influyó en el comportamiento de Echeverría ante el resto del mundo, pues fue la confirmación fehaciente de que el panorama había cambiado, y que se debían buscar mercados externos nuevos y diversificados.6 Para su trato con el resto del mundo, Echeverría consideró que la retórica tercermundista de izquierda era la más adecuada. Es factible que esta visión fue alentada por su esposa, Esther Zuno, y su círculo cercano, en el que se encontraba la viuda del presidente Salvador Allende.7

      La apertura del sistema mundial, tanto política como económicamente, influyó de manera importante en este panorama. Al comenzar la década de 1970, se dio una alteración significativa en el campo internacional: los bloques se transformaron en múltiples centros de poder; la comunidad europea y Japón adquirieron mayor importancia; se redujo la tensión entre Estados Unidos, la urss y China; los gobiernos republicanos de Estados Unidos mostraron una mayor tolerancia hacia las decisiones políticas que asumieron los países dentro de su esfera de influencia y, simultáneamente, no hubo iniciativas importantes de Estados Unidos hacia Latinoamérica. Todos estos elementos dieron mayor posibilidad de acción a los estados periféricos.8

      La combinación de estos factores condujo a replantear la política exterior del país y esto a su vez provocó que la energía presidencial se desviara hacia el ámbito externo.9 También influyeron las motivaciones propias y la personalidad de Echeverría, conformadas por su experiencia política, su orden de prioridades, su interacción con distintos grupos y su estilo particular.10 El presidente tenía una gran energía, una personalidad impulsiva y un autoritarismo que no daba explicaciones. Incluso para sus colaboradores inmediatos podía ser tan enigmático “como una esfinge”;11 de manera que no todos, ni siquiera su círculo más cercano, estaban al tanto de las intenciones de su proceder, y pocos, por no decir ninguno, se atrevía a contradecirlo.12

      Sin embargo, a pesar de la gran importancia que Echeverría concedió a la política exterior, los observadores extranjeros opinaban que los asuntos internacionales “no eran su fuerte”.13

      LEA y los Estados Unidos

      La historia de las relaciones entre México y Estados Unidos ha sido siempre compleja, y la falta de comunicación, así como la comunicación fallida, muy frecuentes.14

      El origen de las ideas fijas y prejuicios que permean la relación entre México y Estados Unidos es antiguo. Se remonta al siglo xvi, a las confrontaciones entre españoles e ingleses, y a su participación en los bloques católico o protestante.15 Desde que México se independizó de España, la relación de nuestro país con Estados Unidos tomó aun más importancia en todos los ámbitos internacionales. En efecto, no sólo adquirió una calidad vital sino que, además, el choque con los estadounidenses engendró parte de la conciencia nacional.16

      El siglo xix fue testigo de la pérdida de la mitad del territorio mexicano a manos de Estados Unidos, y el trauma habría de subsistir por mucho tiempo como una amenaza a la integridad nacional. Incluso durante la época que nos ocupa, Echeverría mencionó el tema frente al embajador de Estados Unidos en México. Afirmó que “no había sido fácil vivir tan cerca de la mayor potencia económica, nuclear y comercial del mundo”, y que “México había perdido la mitad de su territorio en una guerra injusta”.17

      Sin embargo, al finalizar el siglo xix comenzó cierta cordialidad, la cual propició y permitió el desarrollo de la inversión estadounidense en México y el comercio entre las dos naciones.18 No obstante, el paréntesis de la Revolución mexicana fue una etapa conflictiva y difícil que afectó los intereses económicos y políticos estadounidenses.

      Desde el principio del siglo xx, Estados Unidos consideró que le era muy importante la estabilidad política interna de México. A México y Estados Unidos los separaba una frontera grande y desmilitarizada que requería orden y disciplina social. Con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial,


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