Cerdos. Thomas Macho
Macho, ThomasCerdos / Thomas Macho - 1a ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2021Libro digital, EPUB - (naturalezas)Archivo Digital: descargaTraducción de: Nicolás Gelormini ISBN 978-987-8388-59-51. Literatura Austríaca. 2. Ensayo. 3. Animales de Granja. I. Gelormini, Nicolás, trad. II. Título.CDD 830.192 |
naturalezas
Título original: Schweine
Traducción: Nicolás Gelormini
Editor: Fabián Lebenglik
Diseño: Gabriela Di Giuseppe
Producción: Mariana Lerner
1ª edición en Argentina
© Matthes & Seitz Berlin Verlag, Berlin 2015. All rights reserved by Matthes & Seitz Berlin Verlagsgesellschaft mbH. First published in the series Naturkunden edited by Judith Schalansky.
© Adriana Hidalgo editora S.A., 2021
La traducción de esta obra contó con el apoyo de una subvención del Goethe-Institut
ISBN: 978-987-8388-59-5
Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723
Prohibida la reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial. Todos los derechos reservados.
Disponible en papel
Índice
Entrada en la casa. Historia de la domesticación
Transformaciones: sobre la erotización de los cerdos
Cerdos de la suerte,de ahorro y de peluche
Curas de cerdo,experimentos con cerdos
Cerdo y carne:Pocilga y Pigtopía
Acerca de este libro y del autor
Introducción
Cerdo y reflejo
Los cerdos son animales dignos de admiración pero a la vez inquietantes. Nos atraen y nos causan repulsión: es difícil encontrar la distancia o la cercanía adecuada, las fronteras entre cerdos y hombres resultan borrosas, poco nítidas; las relaciones, ambivalentes. Cuando vi las primeras pruebas de la tapa del libro, me inquieté doblemente. Primero noté la ambigüedad del genitivo del subtítulo: “Un retrato de...” puede referirse tanto a lo pintado y descripto como a quien pinta y describe. Después me sorprendí cuando vi que me surgía la siguiente pregunta: ¿por qué no me había llamado la atención esa ambigüedad del genitivo en el caso de los retratos de cuervos, arenques, búhos o burros, que salieron en esta colección? Es obvio, nadie quiere que le digan “cerdo” o “chancho”, pero ¿por qué?, ¿dónde tienen su base los afectos que nos fuerzan a un distanciamiento inmediato? Una primera respuesta es que los cerdos nos resultan al mismo tiempo cercanos y lejanos. A veces hasta parecen dobles de los seres humanos, pero estos dobles son mensajeros de lo extraño. Encarnan lo ominoso –en el sentido de Freud– que anida en los rincones de lo familiar: lo reprimido, oculto, escondido. Los cerdos nos resultan al mismo tiempo cercanos y lejanos. Quien se cruza con su doble, dice una difundida creencia, está recibiendo un anuncio de que su muerte está próxima.
Los cerdos pertenecen a este tipo de dobles ominosos. Por eso, en las últimas líneas de Rebelión en la granja Orwell dice: “Los animales pasaron la mirada del cerdo al hombre, del hombre al cerdo y después nuevamente del cerdo al hombre pero ya era imposible decir cuál era cuál”. (1)De una manera similarmente ambigua escribió Gottfried Benn: “La suma de la creación, el cerdo, el hombre”. (2)Y Winston Churchill manifestó: “Me gustan los cerdos. Los perros nos admiran. Los gatos nos desprecian. Los cerdos nos tratan como iguales”. (3)Pero ¿en qué consiste esta “igualdad”? No se puede afirmar que nosotros los tratamos como iguales: cazamos y criamos cerdos para comerlos. La carne de cerdo es la más popular de todas. En el mundo se producen por año más de 116 millones de toneladas de carne porcina, (4)los alemanes consumen a lo largo de su vida un promedio de cuatro vacas, cuatro ovejas y cuarenta y seis cerdos. (5)Este número asusta, no podemos referirlo a una percepción concreta. A diferencia de los pescados y las gallinas, por lo general, los cerdos que terminan en nuestros platos como milanesa, panceta o embutidos no nos recuerdan la forma del animal. Es decir que constantemente comemos cerdos sin percibirlos.
Vida animal, de Brehm: Jabalí jugueteando con tiernos jabatos.
Los cerdos nos resultan al mismo tiempo cercanos y lejanos: por un lado, son casi invisibles; por otro, son
“omnipresentes”, como afirman Marilyn Nissenson y Susan Jonas. Son una presencia ausente. Mientras liquidamos nuestra porción anual de cuarenta y seis ejemplares, los cerdos pueblan un extenso espacio imaginario que abarca desde mitos, fábulas y leyendas, poemas y novelas, cuadros, películas, proyectos artísticos y funciones teatrales hasta carteles de publicidad, vajilla, juguetes y utensilios cotidianos un poco kitsch. En consecuencia, el retrato de los cerdos se moverá dentro de un amplio espacio en el que, por un lado, dominarán los animales concretos, pero invisibles, irreconocibles y, por otro, sus rasgos ideales y distorsionados, traspuestos imaginariamente a los registros más extremos de la visibilidad, desde Miss Piggy hasta el cerdito Babe o el Napoleón de Orwell. Cerdo [Schwein] puede rimar bien con reflejo [Schein], pero este reflejo –con su juego de artefactos y