Cerdos. Thomas Macho

Cerdos - Thomas Macho


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de sangre lo que me impresionó tanto sino el grito de los cerdos. Gritaban como personas que estaban siendo asesinadas.

      Los cerdos urbanos están lejos de haberse extinguido, sólo que ahora corretean en otros continentes. Por ejemplo, actualmente viven en La Habana unos sesenta y tres mil cerdos y en Ciudad de México hay más de veintidós mil seiscientos. Por el contrario, los casi sesenta millones de cerdos que se faenan por año en Alemania son prácticamente invisibles. Sólo por las películas conozco los criaderos que tienen miles de animales; y nunca visité un establecimiento de faena, ese lugar que podría completar la genealogía de las instituciones modernas, según lo plantea Foucault para la prisión, el manicomio y el hospital. Tampoco me crucé nunca con los jabalíes que pueblan Berlín, ciudad en la que vivo desde hace más de veinte años; sin embargo, se dice que ahora son más de seis mil los cerdos salvajes que le han hecho merecer el dudoso honor de ser la “capital de los jabalíes”. Desde hace tiempo que las autoridades de la ciudad publican sus propios instructivos en los que se aconseja el trato correcto de los jabalíes en las zonas urbanas: ¡Prohibido alimentarlos!

      1. George Orwell, Farm der T viere, Berlín, Volk und Welt, 1990, p. 111.

      2. Gottfried Benn, Gedichte in der Fassung der Erstdrucke, Fráncfort del Meno, Fischer, 1982, p. 88.

      3. Citado según Martin Gilbert, Winston S. Churchill VIII. Never Despair, 1945–1965, Londres, Heinemann, 1988, p. 304.

      4. Cf. AA. VV., Fleischatlas 2013. Daten und Fakten über Tiere als Nahrungsmittel, Berlín, Heinrich-Böll-Stiftung, Le Monde Diplomatique, Bund, 2013, p. 13.

      5. Ibíd., p. 13.

      6. Cf. Hans-Dieter Dannenberg, Schwein haben. Historisches und Histörchen vom Schwein, Jena, Gustav Fischer, 1990, p. 68.

      7. Cora Stephan, “Aus den Memoiren einer Schweinezüchterin”, en Die Rübe. Magazin für kulinarische Literatur, cuaderno 2, Zúrich, 1990, p. 117.

      Entrada en la casa

      Historia de la domesticación

      ¿Cómo se domesticaron los cerdos salvajes? O dicho más fácil: ¿cómo llegaron a entrar en la casa? Probablemente fue un largo camino: ya la Brehms Tierleben [Vida animal, de Brehm] resaltaba el temperamento tímido, poco apegado de los cerdos:

      A diferencia de la cría moderna, la domesticación de los animales salvajes casi nunca se produjo de modo planeado o siguiendo una estrategia. Durante mucho tiempo fue el resultado –más o menos casual– del pragmatismo de diferentes medidas que se tomaron para poder criar a los animales: fue un efecto secundario del encierro y de la falta de movimiento, de condiciones limitadas de alimentación o de la matanza preventiva de animales rebeldes y orgullosos que dificultaban un manejo de la piara. Podría describirse la domesticación como una especie de alianza entre animales y hombres en la que se produjo un trueque eficiente: la alimentación y la protección de los enemigos compensaron la perdida parcial de libertad de desplazamiento. No es casual que esta relación nos recuerde el tipo de función de las ciudades tempranas y la dependencia recíproca de los campesinos y los habitantes urbanos, en la que se intercambiaba, por un lado, el producto de la cosecha y, por otro, competencias agrarias, de construcción (muros, canales y sistemas de riego), económicas


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