Pan, trabajo, justicia y libertad. Las luchas de los pobladores en dictadura (1973-1990). Marío Garcés

Pan, trabajo, justicia y libertad. Las luchas de los pobladores en dictadura (1973-1990) - Marío Garcés


Скачать книгу
aprendido y comenzaron a usar en su favor las propias políticas de vivienda del Estado (por ejemplo, buscando ampliar los planes de operación sitio, que era la forma más barata de acceder a una vivienda). El hecho fue que a partir de 1967 las tomas comenzaron a multiplicarse. De acuerdo con los estudios de Manuel Castells, en 1967 se verificaron 13 tomas; 4 en 1968; 35 en 1969; y 103 en 1970; es decir 155 tomas en cuatro años.

      Sin lugar a dudas, la mayor movilización de los pobladores contribuyó al triunfo electoral de Salvador Allende en 1970. El nuevo Presidente se comprometió en su campaña a atender las demandas de los pobladores, y de este modo, en su primer año de gobierno se inició la construcción de 79 mil viviendas y la urbanización de 120 mil sitios, que habían surgido de tomas o de operaciones sitio inconclusas. A pesar de las iniciativas de Allende, la movilización popular continuó durante la Unidad Popular en Santiago, pero con mayor intensidad en las provincias. Por ejemplo, en la Región de Bío-Bío (Concepción, Talcahuano y Los Angeles) se realizó un total de 172 tomas entre 1970 y 1973, de las cuales 137 se realizaron durante el gobierno de la Unidad Popular. En el caso de Valparaíso, de 28 tomas en el mismo periodo, 26 se realizaron durante el gobierno de Allende 11.

      No resulta fácil cuantificar el número de tomas de sitios que se verificaron en esos años:

      1 El estudio de Castells, como ya indicamos, reconoce 155 tomas entre 1967 y 1970.

      2 El estudio de Joaquín Duque y Ernesto Pastrana subió el número a un total de 312 tomas en el Gran Santiago entre 1969 y 1971.

      3 Los datos del equipo de estudios urbanos del CIDU, de la Universidad Católica, contabilizaron un total de 426 tomas a nivel nacional entre 1968 y 1971. Duque y Pastrana, por su parte, y de acuerdo con sus propios registros, elevan esta cifra para el mismo período a 476 tomas.

      El principal problema para documentar estas cuantificaciones tiene que ver con las fuentes, ya que tanto Castells como el CIDU hacen mención a un Informe de Carabineros al Senado de la República, informe que no ha sido posible encontrar ni en el Senado, ni en el Ministerio de la Vivienda, ni en Carabineros. Sólo contamos con alguna información de prensa que corrobora que Carabineros informó al Senado sobre ocupaciones ilegales de predios urbanos, pero también de industrias, fundos y establecimientos educacionales 12.

      En el nivel nacional hay cierto nivel de coincidencia entre las cifras del CIDU (426) y de Duque y Pastrana (476). Para Santiago, los datos son más dispares, 155 entre 1967 y 1970, y 312 entre 1969 y 1971. En estudios más recientes, Boris Cofré, siguiendo la prensa, reconoce un total de 101 tomas sólo durante la UP entre 1971-1973. Si sumamos el dato de Castells al dato de Cofré, se podría afirmar con cierta certeza que en la ciudad de Santiago se produjeron 256 tomas entre 1967-1973 13.

      Más allá de las dificultades de cuantificación, es evidente que en el período 1967-1973, las tomas de sitio alcanzaron su mayor desarrollo y los pobladores se constituyeron en un «actor urbano» de la mayor importancia. El efecto de estas movilizaciones puede ser reconocido en dos direcciones. Por una parte, en esta etapa, los pobladores efectivamente conquistaron viviendas definitivas y dejaron atrás las formas precarias de habitación popular, que en los años cincuenta los hacía vivir en conventillos, poblaciones callampas o como «allegados» en casas de amigos o familiares. Esta fue una verdadera epopeya desde el punto de vista de la historia social popular, ya que los pobladores alcanzaron una nueva posición en la ciudad y en la sociedad. Por otra parte, las movilizaciones de los pobladores transformaron la geografía urbana de las principales ciudades del país, y en especial de Santiago, la ciudad capital. Como indicó agudamente un urbanista en los años setenta, los «campamentos» que surgían de las tomas de sitios eran, en estos años, «la fuerza social más influyente» en la comunidad urbana del Gran Santiago 14.

      Con el golpe de Estado de 1973 se cerró el gran ciclo de movilizaciones por la vivienda que se había iniciado a fines de los años cincuenta, y que alcanzó un punto culminante en los años sesenta.

      La dictadura militar, que se instaló en Chile el 11 de septiembre de 1973, puso fin al gobierno socialista de Salvador Allende y dio lugar a una cruenta represión de la izquierda, a las organizaciones populares y a los adherentes del depuesto gobierno. El repliegue tanto de los partidos políticos de izquierda como de las organizaciones populares, de trabajadores, campesinos y pobladores, se impuso inevitablemente.

      Sin embargo, a pesar de la represión y el repliegue, los pobladores fueron el grupo social más activo durante la dictadura. Fue en las poblaciones –muchas de ellas nacidas en el ciclo de movilizaciones por la vivienda, anterior al golpe– en donde se generó un conjunto diverso de organizaciones y acciones solidarias, con un importante apoyo de la Iglesia Católica. Y fue también en las poblaciones en donde la protesta social en contra de la dictadura alcanzó su mayor intensidad en los años 1983 y 1986.

      De este modo, así como es posible reconocer un largo ciclo de movilizaciones en torno a la vivienda entre 1957 y 1973, nuestras indagaciones sobre los pobladores en dictadura nos permiten afirmar que aproximadamente entre 1976 y 1986 se verificó un segundo gran ciclo de movilizaciones, articulado en torno a la solidaridad comunitaria y la cultura popular, y que se constituyó en la expresión activa del descontento y la lucha social y política encaminada a derribar a la dictadura 15. De este ciclo de movilizaciones nos ocuparemos en este libro.

      Cada ciclo de movilizaciones supuso el despliegue de enormes energías sociales; el desarrollo de asociaciones comunitarias –diversas en cada etapa– de hombres y mujeres, especialmente jóvenes; asambleas con capacidad de deliberar y tomar decisiones colectivas (especialmente en las «tomas»); militancias y alianzas con los partidos políticos, así como relaciones de antagonismo y también de colaboración con instituciones públicas y privadas; estrategias y tácticas encaminadas a alcanzar las metas propuestas; generación de análisis social y político para situar su acción movilizadora; compromisos, valores y sentidos compartidos sobre su propio accionar; una cierta mística para actuar y correr riesgos, en especial frente a la represión que los acompañó siempre con menores o mayores grados de intensidad; liderazgos que emergieron en la propia movilización, así como mártires –niños, jóvenes y adultos– que dejaron la vida en las luchas que emprendieron.

      Cuando se observa en perspectiva histórica, resulta evidente que los pobladores en el ciclo de movilización por la vivienda alcanzaron logros altamente significativos, como ya hemos adelantado, dejando atrás las peores formas de poblamiento precario y transformando la geografía urbana de gran parte de nuestras ciudades, especialmente de Santiago. Si hubiera que juzgar a los pobladores por sus logros en esa etapa, habría que indicar que se trata del «movimiento social» más exitoso de la segunda mitad de siglo XX chileno. Sus logros incluso trascendieron a la dictadura, ya que la mayor parte de las poblaciones estaba construida o en fases avanzadas de construcción. La dictadura erradicó, por razones de mercado, a los pobres del sector alto de Santiago –especialmente de la Comuna de Las Condes– y reubicó algunos campamentos 16, pero no podía eliminar y transformar los barrios pobres de Santiago, que habían adquirido su propia fisonomía e identidad. El problema de la dictadura con las poblaciones era asegurar su control y disciplinamiento, para lo cual aplicó todas las formas posibles de control administrativo (intervención de las juntas de vecinos y control directo de los municipios) y represión policíaco-militar (ejecuciones, detenciones, desapariciones, malos tratos, tortura, amedrentamiento y especialmente allanamientos masivos a poblaciones) 17.

      Cada ciclo de movilización hizo también evidentes los límites de la acción colectiva. En el primer ciclo, los pobladores que participaron de tomas y operaciones sitios hicieron una experiencia relevante de autogobierno en sus nuevas poblaciones, creando comisiones de salud, vigilancia, educación, etc., y al mismo tiempo tomando decisiones colectivamente en asambleas. Se pueden reconocer experiencias emblemáticas en esta dirección, como la de La Victoria en 1957 o la de Nueva Habana en 1971. Sin embargo, estas experiencias no se proyectaron políticamente hacia la estructura municipal, es decir, quedó circunscrita al barrio, a la «población», y no afectó a la estructura política centralista y de sesgos autoritarios del Estado chileno. Las nociones dominantes en la izquierda chilena, de «conquistar el poder» alcanzando la cúpula del


Скачать книгу