Teoría crip. Robert McRuer
a través de una serie de separaciones y reunificaciones. Simon, inicialmente representado como alguien con capacidad corporal, es atacado en su casa por unos ladrones y, después de ser hospitalizado durante varias semanas (durante las cuales Melvin se ve obligado a cuidar de Verdell), termina usando una silla de ruedas y un bastón durante el resto de la película. A través de las crisis que rodean a Simon y a otro personaje con una discapacidad, el hijo de Carol, Spencer (Jesse James), se desarrolla la relación de Carol y Melvin. “Spence”, según Carol, tiene “que luchar para respirar. Su asma puede dispararse, es alérgico al polvo, y esto es Nueva York, por lo que su sistema inmunológico falla cuando hay problemas… Una infección de oído, lo que sea, nos envía a la sala de emergencias cinco, seis veces al mes”. Mientras Carol y Melvin se encuentran en diversas situaciones en las que individualmente o juntos deben cuidar a Spence o a Simon (o a Verdell, durante la hospitalización de Simon), su afecto y amor mutuo se consolidan finalmente, de forma inevitable.
Melvin vive en un apartamento de Manhattan y, al comienzo de la película, es presentado como un personaje desagradable; de hecho, la primera escena muestra a una vecina que sale de su apartamento con un estado de ánimo contento y alegre (“Estoy tan feliz”, le dice a alguien que está dentro) que rápidamente se convierte en hostilidad (“hijo de puta”) cuando ve a Melvin en el pasillo. Vemos que su reacción se debe a la irritabilidad y la mezquindad habituales de Melvin. Mientras la escena continúa, Melvin intenta sacar al perro de Simon del edificio; cuando ve que no puede, simplemente coge al perro y lo tira por el agujero para echar la basura. (Verdell es rescatado más tarde por un trabajador de mantenimiento). La irritabilidad de Melvin generalmente se traduce en una intolerancia explícita: hasta casi el final de la película, hace comentarios antisemitas, racistas, sexistas y homofóbicos. Su intolerancia también abarca a las personas con discapacidad; en un momento dado, expresa lo que John Nguyet Erni describe como “una estructura fantasiosa de morbilidad” (42). Erni está describiendo las fantasías culturales sobre el sida en particular, pero algunas de las suposiciones culturales que identifica —que el sida es “invariablemente mortal” y que las personas con sida de alguna manera ya están muertas o estarían mejor muertas— circulan sobre otras personas con discapacidad, quienes ven que sus cuerpos se interpretan de maneras que solo confirman la noción capacitista de que dichos cuerpos se enfrentan a un “deterioro inminente” (41). De manera similar, después de escuchar a Carol hablar con sus compañeros de trabajo en el restaurante sobre el cuidado de su hijo, Melvin comenta despreocupadamente: “Bueno, todos moriremos pronto; yo moriré, tú morirás, y parece seguro que tu hijo morirá”. La observación banal de Melvin sobre la inevitabilidad de la muerte se basa en la suposición de que Spence, debido a sus diferencias físicas, morirá mucho antes que la mayoría.
El hecho de que Melvin sea interpretado por Nicholson, una estrella importante que puede interpretarse como uno de los escandalosos personajes por los que es famoso, hace posible que la película presente el comportamiento de Melvin como una excentricidad individual. (Si Melvin hubiera sido interpretado por un actor desconocido, no destacaría tan visiblemente como un individuo excéntrico o escandaloso). Esta construcción del “personaje escandaloso” permite a la audiencia —que, supuestamente, no se identifica con Melvin pero que sin embargo se ríe en las escenas en las que hace bromas intolerantes— divertirse sin confesar sus propias fantasías racistas, sexistas, homofóbicas y capacitistas. Sin embargo, la intolerancia de Melvin es más complicada que la excentricidad individual, porque el propio Melvin es presentado desde el principio como alguien que vive con una especie de discapacidad, identificada explícitamente más adelante en la película como un trastorno obsesivo-compulsivo.
El trastorno obsesivo-compulsivo lleva a Melvin al mundo de las instituciones médicas y psiquiátricas diseñadas para garantizar la producción de “cuerpos dóciles”. Como explica Foucault: “Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado” (Discipline and Punish 136). Estos cuerpos aparecen por medio de los “métodos disciplinarios” de la era moderna, que posibilitan “el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad” (137). En otras palabras, durante los últimos dos o tres siglos los cuerpos han sido vigilados (por instituciones disciplinarias y por un autocontrol cada vez más obligatorio) en busca de signos de diferencias físicas y de comportamiento que pudieran obstaculizar su productividad; estos signos de diferencia han sido debidamente marcados y, si es posible, “transformados y mejorados”. Debido a que las diferencias de comportamiento de Melvin lo colocan fuera de las relaciones de docilidad-utilidad, está necesariamente atrapado en discursos objetivadores y taxonómicos que lo “identificarían” como obsesivo-compulsivo.
Por supuesto, Melvin es muy diferente de muchas personas que viven con discapacidades. Es evidente que no es una persona implicada en el movimiento que ha desarrollado una conciencia minoritaria entre las personas con discapacidad (un discurso inverso de la discapacidad que cuestiona o desafía la visión dominante de la discapacidad), y las personas marcadas como obsesivas-compulsivas no han estado cerca de la vanguardia de ese movimiento22. De hecho, la crisis que experimenta Melvin puede interpretarse como un refuerzo en última instancia, a través de su resolución, tanto de la capacidad corporal obligatoria como de la heterosexualidad obligatoria.
Sea o no Melvin un buen representante de una persona con discapacidad, sin embargo, es innegable que está vinculado a otras personas con discapacidad de, al menos, cuatro formas. En primer lugar, desde el comienzo de la película, se anima a la audiencia, incluso se la fuerza, a ver un comportamiento que distingue a Melvin de los demás y de las normas no reconocidas. Cuando termina la escena inicial y comienzan los créditos de apertura, Melvin se retira al espacio privado de su apartamento, y la audiencia ve parte del comportamiento que luego refuerza el diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo: cierra y abre la puerta de forma ritual cinco veces (el número impar confirmaría que la puerta estaba efectivamente cerrada), enciende y apaga las luces cinco veces y luego se dirige al baño. Después de quitarse los guantes que usa para protegerse fuera del apartamento, Melvin abre el botiquín de medicinas, que está lleno de dos tipos de jabón, meticulosamente dispuestos en dos estantes diferentes. Melvin se lava las manos con agua muy caliente y se dice a sí mismo “¡Caliente, caliente!” mientras lo hace, y después de tirar la primera pastilla de jabón, repite el ritual con una segunda pastilla.
Los créditos iniciales a menudo dan a los cineastas un espacio en el que pueden presentar “información de contexto” de manera eficiente; a medida que avanzan los créditos, muchas películas, por ejemplo, dan a la audiencia una idea del escenario moviéndose a través de diferentes lugares de la ciudad o región donde se desarrolla la historia. Por lo tanto, el comportamiento de Melvin se señala como algo que la audiencia debe tener en cuenta para comprender bien la historia que está a punto de ver. Más tarde, su comportamiento se diferencia específicamente del de otras personas cuando sale de su apartamento y se dirige a desayunar al restaurante donde trabaja Carol, un viaje que realiza, de nuevo de forma ritual, todos los días. En el camino, tiene cuidado de no pisar las grietas del pavimento y de evitar el contacto físico con los demás (“No tocar”, dice nerviosamente mientras se mueve entre la multitud). Melvin trae sus propios cubiertos al restaurante y solo comerá en una mesa en particular en la zona de Carol. En una escena, ella le llama la atención sobre su comportamiento (y sobre la norma generalmente no reconocida) diciendo: “Voy a preguntarle… ¿pero qué le pasa con los cubiertos de plástico?… Dése un pequeño discurso de motivación: ‘Debo probar a utilizar los cubiertos limpios de otras personas como parte de la diversión de salir a cenar’”.
En segundo lugar, las diferencias de comportamiento de Melvin se concentran bajo una etiqueta que se impone institucionalmente y se ofrece a la audiencia como una explicación integral de sus acciones. En un momento dado, Melvin, claramente angustiado, entra en un edificio con el letrero Grupo de Psiquiatría de la Quinta Avenida en la pared. Irrumpe en el consultorio de su médico y grita: “¡Ayuda!”. Cuando el médico (Lawrence Kasdan) insiste en que “se responsabilice de sus acciones” y concierte una cita, Melvin responde: “Doctor Green, ¿cómo se puede diagnosticar a alguien con un trastorno obsesivo-compulsivo y luego actuar como si yo pudiera elegir o no entrar sin avisar?” Más