Julio Ramón Ribeyro. Antonio González Montes

Julio Ramón Ribeyro - Antonio González Montes


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condición humana, liberándose de prejuicios, marginaciones y, en general, la carga alienante del “contrato social”.

       Ricardo González Vigil

      Presentación

      El 2019, Julio Ramón Ribeyro habría cumplido noventa años de edad y veinticinco de su partida física (1929-1994), pero pese a la respectiva distancia temporal transcurrida, el escritor peruano está muy vivo en el recuerdo de los muchos lectores peruanos y extranjeros que ha ido ganando, a lo largo de las décadas, por lo menos desde mediados de la del cincuenta, pues su primer volumen de cuentos apareció e inició su camino en 1955.

      Con motivo de estos importantes hitos temporales, nos hemos propuesto compartir en este libro, Julio Ramón Ribeyro, creador de dos mundos narrativos: Perú y Europa una visión global y, a la vez, selectiva, de la producción cuentística de un autor, cuya vigencia, casi al término de la segunda década del siglo xxi, está fuera de toda duda. Sus cuentos son lo más valioso de su obra literaria, pero el resto de su polifacética creación (novela, teatro, ensayo, crítica literaria, microrrelato, diario personal, epistolario) complementa y enriquece la importancia de Julio Ramón como un gran escritor, reconocido a nivel nacional e internacional.

      Esta popularidad que entusiasma a sus lectores y los lleva a recorrer, una y otra vez, los memorables cuentos plasmados por la prosa transparente, fluida y polisémica de Ribeyro, también ha incentivado a los críticos peruanos y extranjeros, de varias generaciones y de diversas tendencias exegéticas, a profundizar en el conocimiento de las historias realistas y fantásticas que nos ha regalado desde sus primeros libros publicados en la década de los cincuenta (Los gallinazos sin plumas y Cuentos de circunstancias), hasta los que han aparecido en los siguientes decenios y se han reunido, finalmente, en la colección La palabra del mudo.

      En este relevante proceso de producción narrativa, que ha ido desarrollándose en un contexto, a la vez, peruano y extranjero, Ribeyro, que desarrolló su vida en el Perú y fuera del país, ha creado, mediante el conjunto de sus cuentos, dos mundos narrativos, que hemos querido diferenciar para una mejor apreciación de la calidad artística, humana y social que distingue a la obra cuentística de este hombre de letras que ha enriquecido la literatura peruana contemporánea.

      Sin duda, esta capacidad de dar existencia a más de un mundo narrativo no es una característica privativa de nuestro autor, pero él la ha realizado “a su manera”, paso a paso, como producto de una experiencia vital y artística que lo condujo a intentar comprender, más que narrativamente, su heterogénea sociedad de origen, a la vez que accedía a una visión más amplia del mundo, basada en su instalación progresiva en el mundo europeo, en especial en Francia, y dentro de este país, en París, una ciudad con la que se identificó, como lo hizo con Lima, y de modo particular, con el distrito de Miraflores.

      Como hemos señalado, este exitoso proyecto narrativo de Ribeyro surgió paulatinamente y encontró una primera plasmación en Cuentos de circunstancias (1958), su segundo libro de relatos breves, en el cual, la primera palabra del título subraya la importancia que le concede a esa forma literaria, con el cual terminó identificándose plenamente. En este volumen, indicábamos, Ribeyro supo integrar los componentes peculiares de su poética narrativa de modo coherente y totalizador. En el conjunto de los textos, los lectores comprobamos que coexisten los cuentos realistas con los fantásticos, a la vez, que las historias se desarrollan, algunas, en ciudades del Perú o de Europa.

      Este modelo, experimentado por primera vez en el citado volumen, se repitió, con variantes, en todos los libros que Ribeyro publicó de 1964 en adelante. Dicho año, por citar una versión del modelo aludido, dio a conocer dos libros dedicados a mostrar ficciones narrativas ambientadas en el Perú (Tres historias sublevantes y Las botellas y los hombres). Y en la década de los setenta, el autor miraflorino y peruano inaugura su serie La palabra del mudo II (1994), con dos colecciones, en las que vuelve a basarse en la duplicidad de los mundos en los que se mueve y comparte esa experiencia vital y estética con sus lectores: en Los cautivos (1972) reúne los cuentos cuyos respectivos escenarios son europeos y en El próximo mes me nivelo (1972) todas las historias se ambientan en diferentes lugares del Perú, aunque es cierto que Lima es la urbe preferida1.

      En los siguientes libros, que integran los varios tomos de La palabra del mudo, Ribeyro consolida la plasmación de los dos mundos, construyendo historias que hacen posible que los lectores viajemos de la mano del respectivo narrador por el Perú o por algunos países europeos, con especial preferencia por Francia y su capital París. Por ello en las páginas de nuestro libro, presentamos una selección de análisis de los cuentos que pertenecen a uno y a otro de esos mundos.

      Siguiendo este derrotero, comenzamos deteniéndonos en un total de catorce cuentos, cuyos personajes se desenvuelven en diversos escenarios peruanos. Ellos son “Los moribundos”, “Al pie del acantilado”, “El chaco”, “Fénix”, “Una medalla para Virginia”, “Un domingo cualquiera”, “Los predicadores”, “Sobre los modos de ganar la guerra”, “El ropero, los viejos y la muerte”, “Terra incognita”, “El polvo del saber”, “Alienación”, “Silvio en El Rosedal”, “Atiguibas”.

      Por otro lado, hemos analizado doce relatos ambientados en el mundo europeo, de varios de los libros, comenzando, precisamente, con el célebre “Doblaje”, que apareció en el ya citado volumen Cuentos de circunstancias. Completan la mirada ribeyreana de Europa los textos “El libro en blanco”, “Bárbara”, “Los cautivos”, “Ridder y el pisapapeles”, “La primera nevada”, “La estación del diablo amarillo”, “Los españoles”, Papeles pintados”, “Demetrio”, “La juventud en la otra ribera”, “El carrusel”.

      La razón de haber elegido examinar, mayoritariamente, cuentos de Julio Ramón publicados a partir de 1964, obedece a que en dos anteriores libros nuestros dedicados al estudio de los célebres cuentos de Ribeyro, hemos investigado los textos editados con anterioridad a dicho año. Así, en Ribeyro. El arte de narrar y el placer de leer (2010), ofrecemos el análisis principalmente narratológico de todos y de cada uno de los treinta cuentos de sus tres primeros libros, con excepción de Tres historias sublevantes (1964), cuyo trío de relatos sí han sido abordados en este volumen.

      Del mismo modo, en nuestro segundo libro dedicado al examen de otros cuentos del autor limeño y de otros libros, Julio Ramón Ribeyro. El mundo de la literatura (2014), desde la perspectiva de lo metaliterario, hemos efectuado un asedio textual a cuentos que figuran en sus colecciones Solo para fumadores y Relatos santacrucinos, como también abordamos Los geniecillos dominicales, Prosas apátridas y Dichos de Luder.

      En cuanto a la perspectiva desde la que se ha examinado cada uno de los inagotables y polisémicos textos de Ribeyro, hemos considerado siempre, como una premisa pertinente, lo que establece en su célebre decálogo. “No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo”. Por ello, nuestros enfoques parten habitualmente de esa licencia que recomienda el Maestro del cuento, con el propósito de compartir y de comprometer a nuestro lector con la mirada desde la que nos detenemos a contemplar el desarrollo del recorrido narrativo que efectúa la prosa del autor en cada relato.

      Otra categoría importante que nos orienta en el trabajo de exégesis es la del narrador, ese ser hecho de lenguaje y que posee el don y el poder de insuflar vida a un mundo verbal en el que pululan seres diversos que, en el ámbito realista o en el fantástico, se ubican en una cierta coordenada espacio-temporal y allí dejan testimonio de sus acciones, ideas, pensamientos, deseos, sentimientos, palabras, actitudes, miedos, esperanzas y con todo ello y más configuran historias de diverso tipo que los lectores completan con su mente. Cada relato de Ribeyro está construido con tal coherencia artística que la ficción narrativa, cualquiera que sea el mundo representado elegido, constituye una unidad realzada por la prosa, la estructura, las técnicas y otros recursos que muestran el dominio que llegó a alcanzar en el cultivo del cuento este maestro insuperable que siempre se impone por un gratificante nock out a sus agradecidos lectores2.

      En


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