Un final inexorable. Jorge Chamorro

Un final inexorable - Jorge Chamorro


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      Jorge Chamorro

      Enero 2019

      Efectos terapéuticos

      Efectos analíticos

      El pase

      Logros o fin de análisis lógico

      Al tema del final del análisis tenemos que tratarlo de varias formas y en varios sentidos. En este seminario habrá exposiciones, discusiones, pero sobre todo investigación. No se trata de un tema inequívoco. Una vía de entrada sería la de abordarlo planteándonos si el análisis es terminable o interminable. Sería un poco escandaloso decir que es interminable pero me gusta entrar por el lado del escándalo. [Risas]. ¡Pretendo demostrar que lo es!

      Ya veremos cómo se despliega esa formulación axiomática y relativa de “no hay final del análisis“. Veremos también cómo propiciar la dialéctica que conduce hacia el final del análisis y qué sucede con los síntomas en esta perspectiva del “no hay final del análisis”.

      Se registra una lucha contra ese no final. Lacan y todos nuestros dispositivos luchan todo el tiempo con lo interminable. Pero tenemos que plantearnos: ¿hasta qué punto hay un final? ¿Qué es un final? ¿Y cuál es el dispositivo que Lacan construye para alojar el final?

      Una hipótesis sería: el análisis es interminable y nos tenemos que resignar. Ya veremos el desarrollo de esta idea.

      Vamos al primer movimiento. Podemos abordar el tema pensándolo del lado de un reconocimiento fenoménico, observar cómo terminaban los análisis antes de Lacan y cómo lo hacen después de él.

      Entre los textos que voy a tomar como referencia está, por supuesto, Análisis terminable e interminable de Freud, y también un texto de Miller llamado Marginalia, en base a una exposición suya en Milán que trabaja sobre ese texto de Freud. Por cómo hace la extracción de datos de cada capítulo de Análisis terminable e interminable, el texto de Miller funciona también como enseñanza acerca de qué es una lectura. Mi impresión, por la lectura que luego va a desarrollar Lacan, es que el texto de Freud que sigue al Análisis terminable e interminable, es Construcciones en el análisis.

      De todas maneras, dado el peso que le va a dar Lacan a lo que es la construcción de la lógica de la cura y a la construcción del final, habría tal vez que invertir el camino de los textos y poner primero Construcciones en el análisis y después Análisis terminable e interminable. Vamos a establecer entonces una dialéctica invertida entre estos textos.

      Hay una frase orientadora: “Cada analizante construye su final”. Es una indicación muy importante sobre cómo vamos a examinar con construcciones en el análisis todo el recorrido que hace Lacan respecto a lo que llamamos la ética del forzamiento por parte del analista, respecto de lo inercial que tiene todo análisis.

      El otro punto que trabajaremos es el reconocimiento fenoménico del final de un análisis. Para saber qué es terminar un análisis vamos a estudiar los modos en los que los análisis encuentran su final. Hay al respecto un texto famoso de Ferenczi que es una referencia muy interesante. Los textos de Fe- renczi son envidiables por su sencillez. Él no fue un discípulo oficial, transgredía permanentemente la posición de Freud, y en uno de los textos que vamos a considerar dice –y subrayo esto– “el problema del fin del análisis”. Rescato el término: dice el problema y le da así valor problemático al fin del análisis. Para los que quieran rastrearlo, esta expresión está en el tomo 4 de las Obras completas de Ferenczi publicadas por Espasa Calpe.

      Voy a tomar un desarrollo superficial de la lógica lacaniana del final para leer con esa lógica los textos de Freud y de Ferenczi respectivamente. El texto de Ferenczi al que me refiero es corto y resulta muy ilustrativo para observar las enormes diferencias que hay entre su forma de plantear el final y la nuestra. Hay otros textos que voy a ir mencionando, pero éstos son los textos de referencia básicos.

      Si hacemos el relevamiento fenomenológico y observamos cómo terminan los análisis, comprobaremos que terminan de formas muy distintas. Un análisis puede concluirse o puede interrumpirse. Es importante distinguir entre lo que es un final y lo que es una interrupción. Hay análisis que parece que se interrumpen y es que habían finalizado, y hay otros que parecen haber finalizado y estrictamente se interrumpieron. Nos encontramos con una indeterminación en este punto.

      La propuesta lacaniana es la de hacer pesar el final del análisis. De hecho, la estructura de Escuela que plantea Lacan es una estructura para hacer presente el final todo el tiempo. No es lo mismo para los analistas y para los analizantes que tengan el peso de la finalización a que el análisis esté abierto a la dialéctica entre el paciente y el analista, y en última instancia el final suceda cuando el analista lo decida.

      Recuerden que para Lacan cada analizante construye su final. Este es un dato que tiene como mínimo diez consecuencias. La primera es que, en el análisis, tal como lo concibe el movimiento psicoanalítico pre lacaniano, es el analista quien autoriza el final, mientras que en el análisis lacaniano es el analista más bien quien queda descartado como producto de la construcción del final del análisis que realiza el analizante. Podríamos decir irónicamente que un análisis finaliza así a costa del analista, analista que para nosotros –cabe aclarar– no es la persona del analista, sino el lugar del analista que ocupa el lugar del Otro.

      El pase es un dispositivo que Lacan propone a quienes manifiesten querer realizarlo, un dispositivo que permite a los analizantes verificar si han terminado el análisis. El pase es una oferta que no todos demandan. Quien decide realizarlo somete su final de análisis a un jurado que puede decir sí o no. Esta es la estructura básica del pase como procedimiento para tratar el final en la Escuela de Lacan.

      Lo notable es, al menos en mi experiencia, que todos los solicitantes del pase se encuentran convencidos de que van a pasar. No conozco una sola persona que haya previsto o considerado que existía la posibilidad de que no fuera a pasar. Quienes no pasaron fueron siempre sorprendidos por el no.

      Ese no pasó implica en general volver al análisis y reanalizar el efecto no, ya que no es gratuito encontrarse con esa negativa. Por eso, a los analistas que van a orientarse hacia el pase les recuerdo que se trata de un acto íntimo, no compartible con nadie. No hace falta anunciar por todas partes “¡Voy a hacer el pase!”, dado que luego hay que sostener lo que probablemente ocurra, que es que no se pase. Creo que nadie se alegra de no haber pasado, dado el efecto imaginario que eso implica. Por eso el que se disponga al pase debe hacerlo en secreto, evitando los daños.

      En los primeros tiempos de aparición del dispositivo del pase sucedió que varias personas salieron de sus respectivos análisis bajo la forma de la precipitación, de una gran y escandalosa precipitación. La oferta del pase provocó por entonces que mucha gente se precipitara fuera de tiempo y fuera de lugar, y entonces es interesante pensar qué sucedió con eso. Recuerdo que en aquella época un analizante me dijo un día que “lo encontró”, refiriéndose al final de análisis. Me dijo que venía en camino a sesión y se dio cuenta de que su análisis había finalizado y que iba a hacer el pase. Traté de desalentarlo, de advertirle, de propiciar su interrogación, pero inútilmente. Fue al pase y lo rechazaron, no pasó. Vino a verme entonces muy enojado conmigo porque, según decía, yo no lo había frenado. Le dije: “¿Te acordás que te dije varias cosas al respecto?”. “Sí, pero me tendrías que haber agarrado de las solapas para que no lo hiciera, me tendrías que haber frenado”. [Risas]. Obviamente se trata de un pasaje al acto.

      En otras oportunidades se sale del análisis por acting out, por una escena de final, y en otras más, a veces, se sale en un punto conclusivo. Es por todas estas distintas formas de salir o finalizar el análisis que propongo mantener este interrogante: ¿hay final o no hay final?

      En el primer tiempo del proceso lacaniano con el pase, el pase era la verificación conclusiva, si uno pasaba y era AE (Analista de la Escuela) lo era definitivamente, para siempre. Tenía la marca de la finalización en su ser desde ahí hasta el final de su vida. Era un AE que, se podría decir, portaba un incurable, por lo que el retorno al análisis se hacía imposible. Se decía por entonces


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