Un final inexorable. Jorge Chamorro
solamente. ¿Preguntas?
BRÍGIDA GRIFFIN: Te quería pedir que ampliaras un poco más la cuestión de la sesión corta en relación al análisis lacaniano que, según lo que explicabas y tu parecer, debiera ser más breve. Te lo pregunto porque hay un hecho constatable y es que ningún análisis de los que hemos hecho es más breve. Todos quienes nos encontramos acá hacemos análisis lacanianos que se extienden tanto como los otros.
JORGE CHAMORRO: Lo vamos a ir desarrollando, pero ya dije algunas cosas en ese sentido. Si uno no deja expandirse la sesión y reduce la inercia a hablar, creo que se verán efectos en la operación final. Si se produce esa reducción radical de la proliferación de palabras, los tiempos se tienen que achicar.
En tu caso por ahí es un problema de tu analista, yo que sé [Risas], que no te forzó a salir, o te forzó a salir y vos te negaste, no tengo idea [Risas].
B. GRIFFIN: No, no hablo en nombre propio, hablo de los análisis lacanianos en general.
J. CHAMORRO: Estudiaremos el tema pero creo que debemos partir de la observación del hecho de que desde un punto de vista lógico debiera ocurrir que el análisis sea más corto.
P.: Eso es algo que no necesariamente se cumple en la práctica… Podemos tenerlo como perspectiva, pero…
J. CHAMORRO: Diríamos que no se cumple en la práctica…
P.: Le escuché una vez a Laurent decir que el promedio de los análisis es de 15 años. Lo que se encuentra mucho en los testimonios es que el analista al final hace algo que le demuestra al analizante que se terminó, ya sea que deja la silla vacía o de alguna otra manera.
J. CHAMORRO: O le dice que le cobra el doble.
P.: Hay varias maneras, hay varios testimonios que relatan esa experiencia. Miller habla de llegar en el final a un punto de satisfacción. Siempre hay un acto del analista que no va en el sentido de “te doy el alta”, pero sí en el de demostrar que se acabó. Lo que se acaba es molestar las defensas. Aunque estoy de acuerdo en que hay algo que no se acaba en tanto es lo incurable.
J. CHAMORRO: En esto que decís puede incluirse la teoría de los ciclos de análisis. ¿Qué es un ciclo? No hay un fin de análisis irreversible, pero esa formulación es post-fase. Se habla de ciclos de análisis como una forma de interrogar el final inapelable. Cuando se dice que hay ciclos se quiere decir algo así como: “Andá y podés volver…”.
Más adelante trataremos de captar qué quiere decir la deconstrucción del Otro al final. Qué quiere decir que al final no hay Otro.
Hice mención a toda esta fenomenología de los distintos tipos de finales con la idea de ampliar el marco de nuestra interrogación. ¿Hay final o no hay final? ¿Qué es el final para nosotros? No vamos a encontrar una respuesta inapelable a estas preguntas, pero me parece importante profundizar en ellas.
PATRICIO ÁLVAREZ: Dos observaciones. La primera es que en algún momento los AE empezaron a decir cuántos años de análisis habían hecho y me ha dado la impresión que en los últimos testimonios se dice que ha habido menos años de análisis, más específicamente alrededor de 15 años.
Me parece que la cuestión de los ciclos se tomó de dos maneras: por un lado y en relación al libro Efectos terapéuticos rápidos se habló de los ciclos en ciertas condiciones, por ejemplo en la cuestión de la urgencia, de la institución, etc. Por otro lado, otro modo de tomar los ciclos que me parece más interesante en relación a esto que estamos hablando, es el de referirlos al punto en el que aparece una conclusión lógica que remite a un momento y a ciertas condiciones de análisis.
Me refiero a observaciones acerca de cómo un análisis puede llegar a un fin del análisis con un determinado analista en ciertas condiciones, lo cual no quiere decir necesariamente que eso implique por sí mismo el pase. En otras condiciones quizás se llega a un punto de certeza del final y esa persona va, hace el pase, le dicen que no y entonces en otras condiciones distintas vuelve a hacer un análisis. Pero eso no quiere decir que las condiciones de ese análisis que llegó a su final lógico no sean válidas. También se pueden pensar los ciclos del análisis en el sentido en que se llegó a un punto de reducción y a un final lógico que quizá no coincida con el pase, que quizá no coincida con el jurado que nomina a un AE, pero que es un final del análisis.
J. CHAMORRO: Todo esto es parte de una idea general que siempre mantengo y que consiste en intentar interrogar nuestras convicciones inapelables para hacerlas vacilar.
El jueves que viene nos vemos. [Aplausos]
Clase 2 DE UN OTRO AL OTRO
Creación
El sujeto
El deseo
El acto
No hay metalenguaje
Este es el título que lleva el Seminario 16 de Jacques Lacan, De un Otro al otro. Allí leemos: “Me gustaría indicar si aun no lo sospechan que este título significa algo que requiere una elección cuidadosa de estas palabras que se escriben –como atrevo a esperar de ustedes las escriben en sus cabezas– de un Otro al otro. Este año escribí varías veces la A mayúscula en estas hojas donde les recuerdo cada tanto la existencia de algunos grafos y el otro concierne a lo que escribo con a minúscula”. (1)
Recortando los fenómenos de salidas, finales y re-análisis, aparece una diversidad de formas de cierre de un análisis. Hay un final, que es al que apunta el psicoanálisis, que tiene al pase como consumación, y hay finales que no alcanzan ese punto. Voy a desarrollar un eje que recorre la lógica lacaniana del final del análisis y se refiere a la deconstrucción del Otro, del Sujeto supuesto Saber.
Pasamos en este tránsito de la construcción freudiana a la ficción lacaniana. La diferencia que se juega en este pasaje podemos empezar a abordarla señalando que Freud trata de llenar el vacío del recuerdo, llegar a lo que el recuerdo no puede alcanzar, y sobre ese fondo el lugar del analista es el de quien construye lo necesario para establecer la continuidad de la conciencia. Es de esa forma como Freud apunta a la curación de la neurosis. En ese punto que denominamos los impases freudianos Lacan dirá: no hay forma de llenar ese vacío. Lo cito: “Freud enunció que no se sabe por qué vía, que hay una Urverdrangung, una represión que nunca se anula. Corresponde a la naturaleza misma de lo simbólico implicar este agujero. Yo apunto a ese agujero, en el que reconozco la Urverdrangung misma”. (2) Según esta perspectiva, como no hay forma de llenar ese vacío, lo que hay que hacer es construir ficciones a partir de él, hay creación ex nihilo.
Cada uno deberá inventar, crear algo, y el producto será propio del sujeto y no del analista. El analista ocupará el lugar de la causa de la invención. El problema que Freud se planteaba, que era el de cómo insertar en el inconsciente del sujeto la construcción del analista, no tendrá sentido ahora.
Un capítulo de La ética del psicoanálisis de Lacan, se llama justamente “creación ex-nihilo”, es decir, creación a partir de la nada. Ya veremos cómo sigue la evolución de esta cuestión de la ficción.
La deconstrucción del Otro implica precisar si hay Otro o no hay Otro, es decir, si hay un Otro falso y un Otro verdadero al que apuntaría el psicoanálisis. La respuesta final es que el Otro es una invención del neurótico que avanza hasta terminar siendo por lo tanto un semblante. Hay un semblante que el neurótico inventa. Cuando comienza un análisis, la trasferencia completa al neurótico con el Sujeto supuesto Saber.
En el Seminario El acto analítico Lacan precisa dos lugares para que el acto analítico se constituya: el del Otro y el del sujeto. Las personas tienen que ocupar esos lugares para cumplir esa función, o sea, nadie nace ni hombre ni mujer, etc., sino que hay que ocupar el lugar, y en esa medida las personas se constituyen como tales, mediante el acto. El acto analítico tiene que considerarse entonces según esa estructura de dos lugares: al lugar del Otro va el analista y al lugar sujeto va el paciente. Ocupar ese lugar exige condiciones y estas condiciones se distinguen de la relación imaginaria considerada como un vínculo entre personas.
El