Un final inexorable. Jorge Chamorro

Un final inexorable - Jorge Chamorro


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intervención que introduce un S2 no requiere tanto la interpretación del analizante, porque es el analista quien ya de algún modo orienta el desplazamiento. Si el paciente dice “muerto”, yo le digo “cementerio”, allí es notorio que la significación está más orientada. Por el contrario, si yo digo “Humm”, esa intervención requiere más del analizante. Algo así ocurre con esas obras que ahora están en los museos. Pensemos por ejemplo en una obra enorme en la que hay un solo punto negro. Uno se pregunta qué es eso. Recuerdo que en una ocasión fuimos con los chicos de la familia y uno dijo frente a una obra de esas características: “Eso lo sé hacer yo también”. Le respondimos que efectivamente lo podía hacer pero que al autor se le había ocurrido primero y por eso la obra estaba en el MOMA.

      Ahora bien, si la interpretación introduce un S2, si la interpretación es enigmática, si el deseo del analista se superpone con el deseo del Otro, entonces el Otro se mantiene, no se pasa al no hay Otro, y si no se pasa al no hay otro, entonces hay sujeto, hay sujeto del inconsciente, no hay división entre el sujeto y el sinthome.

      El Otro al que le falta algo es un Otro que sostiene, aún en el enigma, la existencia y la articulación entre pulsión y deseo. Es por eso que en este texto Lacan cruza el Trieb de Freud, cruza la pulsión, con el deseo del analista. Como les decía la vez pasada, ese cruce entre el deseo del analista y la pulsión es fundamental, porque ahí aparece otra forma de interpretar que implica llevar al analista más allá del deseo del Otro, más allá del Otro incompleto. Esta forma de interpretar lleva al analista hacia el Otro que no hay, y por lo tanto a la presencia del a. La consistencia lógica del objeto a es el destino final del objeto. El movimiento significante conduce a que el final del análisis sea incierto.

      La única chance de construir un final es llegar a la inconsistencia lógica del objeto a, pero ¿qué es esa inconsistencia lógica? Siempre hay un resto entre el significante y la Cosa. Así presenta la sublimación el Seminario La ética del psicoanálisis. Siempre hay un resto de la Cosa, ese es el resto que se denomina a.

      El objeto a es todo lo que escapa. Clínicamente escuchamos distintas formas en las que se presenta aquello que se escapa. El objeto a es lo inmanejable, es lo que presenta el asunto de cómo se trata con lo inmanejable. Los pacientes presentan a menudo lo que no pueden manejar, y allí se plantea una encrucijada para el analista: ayudar a manejar o esfuerzo de poesía.

      La sesión corta siempre confronta al analizante con lo que no se pudo decir, con la pérdida, pero ofrece a cambio una localización del ser, y esa localización pide a cambio que se pague el precio de la pérdida. No es que se ejerce el vacío porque sí, el vacío tiene que conducir a una construcción certera que toca el ser del paciente.

      Entonces, si hay algo que siempre se escapa, Miller se pregunta: “¿Habrá un final del análisis absoluto?”. Desde lo que vamos diciendo la respuesta sería que no. Pero Miller también se pregunta: ¿la neurosis no retorna, no hay retorno de la neurosis? En algún momento inclusive se pensaba que no hay retorno al análisis. Después se comprobó que había. Luego se dijo que ese retorno no era al análisis, sino que era un post analítico. A mi entender hay retornos al análisis, hay reiterados retornos al análisis.

      Entonces retomo desde la pregunta: ¿dónde está el objeto perdido? Está en lo que Miller llama insignia. Esto lo encuentran en los primeros capítulos de Los signos del goce. Insignia quiere decir esto: que el objeto que estaba perdido ahora queda articulado a lo que se va a llamar la letra.

      Letra es significante y objeto, o sea que el objeto en su destino final está atado al significante, es lo opuesto a lo que dijo Lacan durante mucho tiempo. El objeto está afuera y cuando retorna hay angustia, cuando retorna hay goce.

      La insignia es la conjunción entre el significante y el objeto. Cuando el significante y el objeto coinciden se rompe la cadena, se termina, y por eso hay que cambiarle el nombre. El significante atado al objeto no hace cadena, hace lo que llamamos letra. Allí no hay Otro pero hay letra, y esto implica la localización de un punto.

      De este modo, la variable está en el sujeto, mientras que en el objeto está la constante. Miller se pregunta por la invariabilidad del objeto, se pregunta si el objeto permanece siempre igual, y su respuesta es que lo que varía no es el objeto sino la forma del sujeto, la forma que este tiene de tratarse con el objeto. Ese es el punto que llamamos construcción del fantasma. La construcción del fantasma es una nueva forma de articular el sujeto con el objeto.

      Pensémoslo de este modo: tenemos dos pisos, uno es el fantasma y el otro el sinthome. Recuerden que cuando el objeto se une a S1 le quita la función significante al S1, y por lo tanto rompe la cadena, como ocurre con los fenómenos elementales.

      Es un elemento que partió del inconsciente y se precipitó en una letra que es lo que va a constituir el sinthome. Este elemento arrastra todo el análisis, todos los efectos de significación y todo el compromiso del sujeto con su propia producción. El sujeto que está en el inicio tiene fecha de vencimiento, que es cuando se deconstruye al Otro. Cuando Lacan en su Seminario …o peor dice todo junto “hayuno” plasmando este movimiento.

      Tenemos en el Seminario La lógica del fantasma a ese significante que se significa a sí mismo, luego el significante nonsensical asemántico del Seminario 11, en “Lituraterre”, donde la letra será el deshecho de todo este movimiento. La pregunta que surge luego de todo este movimiento es, ¿dónde está el objeto? El objeto está pegado al significante, y esto es lo que primero se llamó “sujeto del goce” y no “sujeto del significante”. El sujeto del goce es un sujeto que es fijo, que está fijado.

      La relación entre interpretación y pulsión hace posible la interpretación discontinua, que es aquella que rompe la cadena, la que obstaculiza la asociación. Ahora vamos por el camino inverso; primero promovimos la asociación, ahora con este elemento vamos a destituir la asociación. No es solo que se agota la asociación, sino que la interpretación del analista utiliza ahora un S1 que se repite.

      La interpretación ahora no es con la introducción de un S2 que se articula a un S1 del paciente, sino que es S1, S1, S1… La interpretación por S1 tiene que ser una interpretación insistente, es la que ilustra muy bien Bartleby el escribiente cuando insiste en responder “preferiría no hacerlo”. La interpretación con S1 es insistente, metódica, destituye todos los movimientos significativos que quiere hacer el paciente, es una interpretación que implica un atravesamiento del fantasma. La identificación está siempre en juego en todo el desarrollo anterior.

      Las identificaciones en Lacan se llaman S1 y su función es representativa. La función representativa que está en relación con la fórmula del significante representa a un sujeto para otro significante. Esta es la reformulación de la identificación freudiana utilizando la lingüística. Cuando la identificación implica un significante que nos representa, nos aleja de la novela neurótica. Cambia el tipo de interpretación apoyada en los personajes papá y mamá. Con el concepto de significante el trabajo pasa a ser sobre las identificaciones, sobre los S1 o los S2 representativos del sujeto.

      Trabajar con los significantes nos envía a trabajar más allá de la realidad histórica y novelada, porque las identificaciones se trabajan por desplazamiento significante y no ya por decirle al paciente: “Hay que terminar con su papá”.

      No es lo mismo letrar al paciente que darle letra, es decir, conceptualizar su cura. Los conceptos son nuestros síntomas, aquellos con los cuales debilitamos la lógica de un análisis.

      Cada vez que empleamos un concepto estamos alimentando el yo, estamos volviendo al conócete a tí mismo, que no es ascesis sino refuerzo yoico. Así es refuerzo yoico para ir al pase con un yo bien armado, sabiendo lo que es goce, lo que es más allá del padre y toda la serie de fórmulas que todos conocemos.

      Tenemos que tener en cuenta que no existe el no síntoma, todos producimos síntomas. A mi entender nuestro síntoma tiene que ver generalmente con el peso que tienen para nosotros los conceptos, y ellos se meten en los análisis de una u otra forma. La interpretación jamás debiera hacerse con frases conceptuales que intenten orientar al paciente hacia el final con frases tales como “cayó un objeto” o “cayó una identificación”.

      Octave


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