Un final inexorable. Jorge Chamorro

Un final inexorable - Jorge Chamorro


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      La función del padre, el acto del padre según la primera formulación, es la articulación significante/significado. Esa es la primera función paterna que reemplaza a la prohibición freudiana. Esto plantea un punto que me interesa rescatar y es la de velar lo real. Si la existencia del Nombre del Padre no vela lo real, todas las significaciones se vuelven delirantes y caemos en el campo de la psicosis. La función paterna tiene el efecto de construir neuróticos y no psicóticos. El padre no es el papá sino el que eventualmente cumple esa función, y quien ocupe ese lugar puede ser cualquiera.

      La función paterna en Freud es la prohibición del incesto. En Lacan la función paterna es, muy al principio, un mensaje que dirigido a la madre dice “No reintegrarás tu producto” y dirigido al hijo, “No te acostarás con tu madre”. El incesto lacaniano es la unión entre significante y goce. Es allí donde se encuentra el fundamento de las psicosis, donde hay significante y goce unidos. Lacan dice que el significante es una escobilla que barre el campo del Otro, que es el campo de los significantes. Ese barrido lo limpia de goce. Cuando lo real y el goce están fuera del Otro se dan formas de retorno, formas todas complicadas.

      Cuando este goce o real están fuera del Otro, retornan como neologismo, se da el fenómeno anideico de la psicosis. Función paterna, para Lacan, es constituir lo imposible y lo imposible es lo real. Cuando algo falla, lo real vuelve.

      Introduzco ahora una pregunta: ¿cuál es la virtud de querer estar en contacto con lo real? Hay diversas formas que Lacan usa para apuntar a lo real, formas todas que suponen que contactarse con lo real es una ventaja. Enumeré algunos fragmentos de textos suyos que sitúan esta supuesta virtud de estar en contacto con lo real. ¿Cuál es el valor de este contacto? , ¿para qué sirve estar en contacto con lo real? La primera de estas frases dice: psicoanálisis orientado a lo real. Otra variable es: tocar lo real. Es un ideal del psicoanálisis lacaniano el tocar lo real. Otra: hacerle frente. La usa en “La tercera” (1974) al decir “hacerle frente al real encabritado por el discurso de la ciencia”. O sea que la ciencia toca lo real y lo encabrita. En este marco, el psicoanalista tiene que ir a enfrentar lo real.

      También puede leerse en algún lugar: recordar lo real, ¿qué será recordar lo real? ¿Y cuál será la ventaja de recordarlo? También: afectar lo real. Lo afectás y después se encabrita y nos pasa lo que nos está pasando… [Risas].

      Encontrarse con lo real es un problema. El efecto que produce es el de lo siniestro, la angustia, el goce, la psicosis. En general, en la primera enseñanza de Lacan, todo encuentro con lo real es negativo. Y por el contrario, en su última enseñanza, la orientación del análisis es hacia lo real.

      Revisé algunas indicaciones que hacen Lacan o Miller sobre este encuentro con lo real. Puede leerse que el encuentro con lo real despierta. Recuerden el sueño de “Padre, no ves que estoy ardiendo”, sueño que plantea la pregunta sobre qué es el despertar.

      Cuando comienza a asomar la idea de que el contacto con lo real sería algo positivo y además necesario, una de esas figuras positivas de ese contacto es la del despertar. Surge entonces la pregunta: ¿cuál es el beneficio del despertar? Lacan se refiere al sueño del “Padre, no ves que estoy ardiendo”, para significar que vivimos engañados, envueltos en la realidad representada, para decir que lo que despierta a un sujeto es un contacto con un real, y que al momento de despertar, en el otro sentido, es ahí efectivamente que se duerme, en la conexión con el mundo, con la percepción. El encuentro dentro del sueño con el ombligo del sueño es el encuentro con lo real.

      Cuando estudiamos la famosa imagen de la rama del árbol donde se encuentran los lobos en el caso de “El Hombre de los Lobos” de Freud, decimos que ese fantasma operaba recubriendo lo real. Si ese fantasma se movía, si había una vacilación fantasmática, empezaban los problemas que iban desde el desencadenamiento de las psicosis hasta la amenaza, la angustia, etc.

      Masotta había inventado una figura que era “telescopiamos lo real”, o sea que lo miramos de lejos, un poquito, y cerramos de nuevo el fantasma. Algo que no explica tampoco cuál es la ventaja de ver lo real. Cada vez que nos encontremos con la frase “un contacto con lo real”, sería bueno saber cómo cada uno piensa esa supuesta ventaja del despertar o de los distintos contactos con lo real. El semblante es otra categoría que tiene diferentes relaciones con lo real, una de ellas es que es móvil, y allí lo real aparece como lo que va a dar fijeza al sujeto.

      Este movimiento se corresponde con lo que en Freud fue el ello, instancia muchas veces dejada de lado al leer a Freud sin Lacan. El ello fue dejado de lado en la práctica concreta del psicoanálisis, en la que en cambio se desarrolló el inconsciente. Lacan lo rescata porque el ello es la pulsión, el goce, la cosa y el objeto. Hay una relación entre todas estas nociones, son distintas versiones de lo que es el ello freudiano.

      Hay un Seminario entero en el que Lacan se dedica a señalar lo que Freud no construyó en la relación entre el ello y el inconsciente. Me refiero al Seminario 14, La lógica del fantasma. También para trabajar este punto pueden tomar las conferencias en Caracas de Miller en las que desarrolla la tópica freudiana. Allí va a decir: “El inconsciente habla y el ello goza…”. Desarrollando también la idea de que el ello no habla se describe un silencio de la pulsión. Si el ello solo goza, ¿cómo entra en un análisis? El ello entra al análisis como obstáculo, complicando la articulación de los significantes.

      En este recorrido descendente hacia la letra nos hemos encontrado la deconstrucción del Otro como mediación inevitable, la que da lugar y hace aparecer el objeto. En este punto final se hace presente lo que llamamos el deseo del analista. El neurótico es un inventor y constructor de Otros, este es su síntoma central. El psicoanálisis apunta justamente a curar al neurótico de este síntoma, por lo tanto hace aparecer al final un tipo de deseo que es sin Otro, un deseo sin fantasma, al que denominamos deseo del analista. En El Otro que no existe y sus comités de ética, Miller desarrolla abundantemente algunas de estas cuestiones. El Otro es un puro semblante. Pueden encontrar allí muchos elementos que tienen que ver con el final del análisis. El neurótico construye el Otro por medio del Sujeto supuesto Saber, que es un efecto de significación imaginario y no simbólico. Se crea un Otro con el Sujeto supuesto Saber.

      Cuando hay Otro hay identificaciones, imaginarias y simbólicas. El camino del análisis es despojar al sujeto de estas identificaciones, que son consustanciales a la existencia del Otro. La comparación con el otro es un síntoma típico de las identificaciones imaginarias. La alternativa yo o el otro, abre el camino a esa lucha imaginaria


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