Un final inexorable. Jorge Chamorro

Un final inexorable - Jorge Chamorro


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sobre sí. No la buscó, tal como dice Picasso, sino que la encontró.

      Ese es un ejemplo de un sujeto hablado y finalmente nombrado. Cuando ya no hay sujeto del significante, cuando hay sujeto de la letra, de la insignia, cuando hay un sujeto que ya no se llama sujeto, es cuando hablamos del final del análisis, y esto implica acceder a la ética del bien decir. El bien decir del sujeto del significante es ser hablado. Cuando habla el yo no es ética del bien decir. La ética del bien decir de un sujeto es dejarse hablar, es decir asociar libremente.

      ¿Cómo habla un sujeto que ya no es hablado sino que está determinado por el sinthome, por la letra que lo marca? El sujeto que habla bajo la ética del bien decir es el que sabe lo que dice y sabe lo que quiere, de alguna forma parodiando a la pulsión: la pulsión sabe lo que quiere. No es un sujeto que encuentra el deseo sino que va por el camino de la pulsión. Miller hace en este punto una observación respecto de que la pulsión sabe lo que dice y lo que quiere, y que el sujeto del fin del análisis es un sujeto que está íntimamente articulado a la pulsión.

      Habíamos hecho también otra formulación sobre este mismo punto que señalaba que el sujeto del significante es un sujeto que es hablado y el sujeto del sinthome, de la letra, es un sujeto que escribe. ¿Cuál es en definitiva la ética del bien decir del sujeto que llega al final del análisis? Esto es muy importante porque esta ética es la que va a sostener la posición del analista, esa forma de hablar es la que sostiene la interpretación. ¿Cómo es hablar para un analista en lógica pulsional, usando aquello que les había dicho del deseo del analista y del Trieb de Freud en tanto convergen el deseo del analista y la pulsión?

      Pueden revisar estas ideas en el texto de Lacan “Del Trieb de Freud al deseo del analista”. Miller hace un trabajo de los últimos capítulos de ese texto dedicado a rectificar la significación del falo, esto quiere decir, separar al deseo del goce, dirigiéndonos a la deflación del deseo y a la evolución de la pulsión.

      Quedan planteadas entonces una serie de preguntas: ¿Qué implica revelar lo real? ¿Qué implica enfrentarse a lo real? ¿Qué implica afectar a lo real? ¿Qué es lo que recibe el sujeto de todo ese contacto con lo real que antes era muy rechazado y ahora parece mostrar una articulación?

      ¿Cuál es la cuestión del despertar del sujeto? ¿Qué quiere decir despertar? Hay que ver este punto en detalle, despertar puede querer decir muchas cosas, puede aludir a que el sujeto se articuló a lo real, a la angustia, al goce…

      Nos estamos preguntando por aquello que lo real le hace al sujeto, especialmente cuando está despierto

      P.: ¿Sería que lo real despierta al sujeto?

      PATRICIO ÁLVAREZ: Hay documentos en los que Miller lo señalaba, no recuerdo dónde. Uno es en el Seminario 11, cuando plantea que hay automatón, y da justamente el ejemplo del padre al que se le murió el hijo. Señala el sueño de “Padre, no ves que ardo” como el punto de despertar. Hay un despertar que es el encuentro con lo real para luego rearmar el entramado simbólico, que es el efecto de seguir durmiendo.

      Pero después Lacan en el Seminario 24 plantea que no hay despertar, o sea que en la medida en que lo simbólico no puede sumir a lo real no hay despertar. Plantea una posición escéptica en ese sentido. Miller trabaja este cambio de posición en la que se pasa primero de un hay un despertar a un no hay despertar posible. Ahí está toda la cuestión del final del análisis en relación al sinthome, a que no hay el efecto de iluminación. De algún modo retoma la cuestión del final del análisis que había planteado por el atravesamiento del fantasma. Está planteado como una discusión de Lacan contra sí mismo.

      J. CHAMORRO: Podemos tomar estos dos tiempos; un tiempo que es el de la tyche, con todas sus implicancias, y el otro tiempo que es donde Lacan dice que no hay tal despertar.

      Lacan está ahí desarrollando todo lo que escapa al sujeto, todo lo que escapa a la absorción, y está planteando lo que se llama un “mal encuentro” entre el sujeto y la realidad, representada con la irrupción de lo real, que parece estar intentando ir más allá. Sería bueno si alguien quiere tomar el capítulo V del Seminario 11 a fin de repasar cuál es la ventaja de despertar en lugar de seguir durmiendo tranquilamente.

      La pregunta es: ¿qué nos aporta ese despertar? Seguro que habla del mal encuentro. Lo que nos interesa es en todo caso entender cuál sería la ventaja de ese mal encuentro.

      1- Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Cap. VI, Paidós, Buenos Aires, 1987, p. 76.

      2- Lamborghini, O., Obras completas, Tomo II, Sudamericana, Buenos Aires, 2003.

      3- Lacan, J., “Lituraterre”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2010.

      Qué hacer con lo real

      Identificaciones

      La deflación del deseo

      Sensibilidades

      Despertar

      Deseo de saber

      En algún momento de la clase de hoy vamos a escuchar la presentación de Marcela Molinari de un breve y viejo texto de Miller que se llama “Despertar”, y en el cual se analiza la noción de lo real. Nos preguntábamos en la reunión anterior por expresiones tales como “tocar lo real”, “enfrentar lo real” o “modificar lo real”. También desarrollamos lo que supone la noción de real propia del psicoanálisis, marcando las diferencias con la noción de lo real de la ciencia. ¿Qué implican estas diferentes formas de referirse a lo real? Hay muchas maneras de responder a esta pregunta pero hay una que va creciendo a lo largo de la enseñanza de Lacan y es la de considerar a lo real como síntoma.

      Sabemos que a lo largo del tiempo fueron estableciéndose distintas formas de conceptualizar el síntoma: el síntoma mensaje, el síntoma que encierra un sentido, el síntoma que tiene una estructura significante. Todas estas son variaciones del concepto de síntoma en las que no se destaca el factor pulsional. Finalmente llegaremos a una versión del síntoma que alojará la pulsión, y allí se constituirá como una escritura.

      Una consecuencia de esta concepción es la suposición de que el dispositivo analítico crea un real propio, cosa que sucede en la medida en que se afirma que el síntoma viene de lo real. Dice además en “La tercera”: “Lo que sería mejor, lo que deberíamos tratar de lograr, es que lo real del síntoma reviente…”. La idea que nos hacíamos hasta ahora del síntoma era que él era una regulación de lo real y del goce. Decir que se busca que lo real del síntoma reviente no resulta una cuestión tan evidente, recuerden que cuando Lacan va del síntoma al sinthome se trata de un esfuerzo de regulación y localización de algo.

      Todo el tiempo se presenta la idea de ir hacia un más allá, y luego dar otro paso y así sucesivamente. Lo que sucede es que hay un punto final en donde ya no hay más allá. Esta idea es una metáfora de Mas allá del principio del placer (1920) de Freud.

      Lacan toma esta referencia para interrogar al análisis como lugar en el que puede establecerse un más allá de las identificaciones. Se afirma que las identificaciones se atraviesan y surge entonces la pregunta: ¿qué hay más allá de las identificaciones?

      ¿Cómo se construye el atravesamiento de una identificación? Frecuentemente más allá de las identificaciones nos encontramos con la angustia y con la sensación de ser nada, con la desorientación, el vacío y el agujero. En general nosotros no damos


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