¿Quién mató a Ramiro Llanes?. Luciano Truscelli

¿Quién mató a Ramiro Llanes? - Luciano Truscelli


Скачать книгу
saludos para vos.

      —Seguro que no le quedó otra —dice mientras desenfoca la mirada.

      —¿Seguís con Alfredo?

      —No, me separé hace un tiempo.

      —¿Arreglo una cita? —pregunto con una sonrisa, mientras me llevo el cigarro a la boca.

      —¡Ni loca!

      Salgo del baño, me estoy poniendo la campera cuando de golpe escucho: “Último momento, un implicado nuevo en la causa Llanes”.

      Voy corriendo al auto, una coupé modesta, año 2001, pero a la que no le falta nada, enciendo la radio y la calefacción.

      —Según el avance del caso de Policía Federal, se habla de un posible enredo financiero con el empresario Gabriel Trejo, quien sería llamado a declarar próximamente.

      —Fidel, ¿quién es Trejo?

      —No tengo idea, estoy por salir de la comisaría, ahora veo qué puedo averiguar.

      —Y andá para el bar.

      —Mateo, ¡son las 12 de la noche!

      —¡Nos vemos ahí!

      Llego al bar, Fidel me espera en la puerta, le grito que suba al auto y vamos para mi departamento, ahí en la pizarra, agregamos el nuevo sospechoso.

      —Gabriel Trejo, 66 años, empresario, vinculado con algunos negocios ilegales, ahora retirado, aunque algunas empresas a su nombre siguen operando —explica Fidel.

      —¿Y cuál es el vínculo?

      —Bueno, al parecer en alguno de esos negocios ilegales se encuentra un edificio en microcentro donde se hacen apuestas, juego ilegal, droga.

      —¿Sigue abierto el lugar? ¿Cómo se supo de él?

      —Una persona que trabajó un tiempo en el edificio, actualmente está cerrado. Dice que lo vio más de una vez, se presentó voluntariamente.

      —Qué generoso —digo, con cierta desconfianza.

      —¿Me puedo ir a dormir? —pregunta Fidel, con unas ojeras gigantes.

      —Andá, nos vemos mañana.

      Son las 6 a. m., abro la ventana del departamento, un sol radiante, mucho frío.

      Estoy esperando a Fidel, para ir a ver a Alicia y Federico para después visitar el despacho de Ramiro.

      —Al mediodía tengo que estar en la central, tenemos un par de horas nomás —dice Fidel.

      —Nos sobra.

      Nos abre la puerta Federico, un chico de unos 20 años, flaco como un fideo, bien blanco y con la cara llena de pecas.

      Alicia luce bastante mejor que los días anteriores.

      —Buen día, señores, ¿pasan?

      —Mejor vamos yendo, hablamos en el despacho.

      Llegamos al despacho, que casualmente queda muy cerca del lugar donde está el edificio que negociaba Trejo.

      —Antes de empezar quisiera preguntarte, Alicia, ¿tenés idea de si Ramiro tenía algún tipo de vicio, jugaba, algo de eso?

      —Fumaba mucho unos cigarros muy especiales, que se los traían de un lugar especifico.

      —Ah, mirá, me refiero a si él habitualmente salía a jugar, por ejemplo, al póker.

      —Que yo sepa no.

      —¿Te dice algo el nombre de Gabriel Trejo?

      —Amigo de Ramiro, muy amigos, de hecho era con quien casi siempre jugaba al tenis.

      —Está implicado en la causa, ¿te imaginás algo?

      —Para nada, conozco a Gabriel.

      Fidel y yo empezamos a buscar alguna pista en el despacho, se siente un perfume muy especial.

      No hay mucho, algunos apuntes, buenas botellas de whisky y un cartón de cigarros de donde proviene el aroma.

      —Son los cigarros de los que te hablé, son ahumados, en donde mires hay cigarros de esos, en casa, acá, hasta en los bolsillos de ropa que no usa.

      —Federico, ¿te puedo hacer unas preguntas? —consulto yo.

      —Adelante.

      —Bien, en primer lugar, ¿alguien amenaza o amenazó a la familia en algún momento?

      —Para nada, mi papá no tenía problemas con nadie.

      —Pero era un hombre poderoso, digno de envidiar —dice Fidel, dándole claridad a la pregunta.

      —No, la verdad no se me ocurre. Sí era una persona con mucho temperamento, discutíamos mucho.

      —¿Y discutía mucho con alguien más?

      Interrumpe Alicia.

      —Con Jorman, se mataban por celular, pasaba horas hablando encerrado en el quincho.

      —Jorman Sánchez.

      —Sí, con él.

      Dejamos a los Llanes en la casa y seguimos camino. Fidel me deja a mí y se va a trabajar. Sin decirle nada a nadie, empiezo a investigar a Jorman Sánchez y a Gabriel Trejo.

      Nacido y criado en Medellín, de familia adinerada y en el ámbito empresarial, Sánchez supo afianzarse en Natural Channel y hoy es el hombre número uno del canal.

      Casado con Julia Risso, argentina, mucho más joven que él.

      Tengo sus datos y hasta su dirección, quisiera establecer contacto con él.

      Lo de Trejo es más sencillo, dado que está a mi alcance, así que tengo que inventar algún plan para arrebatarle información.

      También hablé con Fidel para que investigue al testigo que contó lo del edificio, por las dudas. También al Águila, quien es el más involucrado hasta que lleguen los nuevos informes.

      Empiezo por el que más tengo al alcance, Trejo. Estoy en la puerta de la casa esperando respuesta.

      Me atiende una señora, bajita y uniformada.

      —Sí, joven, ¿lo ayudo en algo?

      —Buenos días, señora, estoy buscando al señor Gabriel Trejo, necesito hablar con él.

      —¿Vos sos Mateo? —me pregunta, como si supiera de mi visita.

      —Sí, ¿cómo adivinó?

      —Gabriel me dijo que podías venir en algún momento, la señora Alicia lo puso al tanto.

      Desvía la mirada cuando me distrae una paloma, que me roza la cabeza.

      —Me dijo el señor que está a disposición de colaborar, aunque en este momento no se encuentra, si quiere le preparo un té mientras lo espera, no tarda en venir.

      —Muchas gracias, acepto.

      Una casa enorme, debe tener unos 6 ambientes como mínimo, dos pisos y un fondo con pileta, un terreno muy amplio. Una limpieza y un orden excesivos, hasta los libros de la biblioteca ordenados alfabéticamente.

      —Usted póngase cómodo, yo ya vengo —dice la señora de servicio.

      Hago una caminata por el inmenso living, el orden me sorprende, no hay nada fuera de su lugar. Lo único que me llama la atención es una colección de armas ubicada en una sala al lado del living. Entre los ejemplares sobresalen una pistola automática Colt M1911, un magnífico fusil Chassepot, usado en la guerra del Pacífico, una verdadera joya. Lo que más me atrae es una pequeña vitrina con algunas armas blancas, no soy un erudito en la materia, pero tengo la teoría de que son adaptables para transformar un fusil o una escopeta en una bayoneta. De hecho, hay unos modelos con los que tranquilamente


Скачать книгу