¿Quién mató a Ramiro Llanes?. Luciano Truscelli
tiene ninguna operación que lo vincule con Ramiro.
Las cuentas de Ramiro eran un poco irregulares, pero eso no supone un problema. Era una persona de hacer actos de donación y regalías, entre otras cosas. Lo único llamativo es un pago por una estadía de 5 días en el Hotel Costas de América en Chile. Es llamativo porque no tiene gastos de transporte, un aéreo al menos, si es por trabajo por qué iría de otra manera si los gastos son por parte del Natural Channel.
Esto me abre un interrogante, ¿era para él? ¿Se iba por trabajo o por placer? ¿Viajaba solo?
Vamos a ver qué me dice Alicia esta tarde.
Preparo algunas cosas para la radio, a la que francamente le estoy prestando cada día menos atención, y salgo para el bar. Me comunica Fidel que en un hora empieza el show.
Me encanta el Mediterráneo, la temática, los colores, las dimensiones. Fidel siempre me dice que todo lo organiza Denise, seguro va a estar en el bar.
Bajo del auto y veo en la puerta una pizarra verde, con una escritura en tizas blancas, azules y amarillas, haciendo mención de Fidel. Al entrar, veo a Denise, con un vestido de flores y con las manos llenas de polvo.
—Hola, detective, cómo está —saluda Denise en un tono de chiste.
—Si yo soy detective, vos sos modelo, ¿con ese vestido? Te queda muy bien. ¿Por qué no estás con el delantal?
—Voy a cantar con Fide.
Me toma por sorpresa, como una linda sorpresa.
—Qué bueno, era hora de escuchar una voz femenina, hace buen juego con el ambiente.
Entra Alicia al tiempo que Denise es llamada por Fide, juntos suben al escenario.
Me invade un sentimiento extraño, un celo que no me corresponde.
—Hola, Mateo.
—¡Mateo!
Giro la cabeza y Alicia me mira como reprendiéndome.
—¿Nos ponemos al día?
—Sí, disculpame.
Saco mi carpeta, la que llevo a todos lados y le muestro los avances de la investigación, aunque me cuesta concentrarme cuando la voz de Denise entra en mis oídos, me distrae, me seda.
Termina el tema y baja del escenario Denise después de unos aplausos, un cruce de miradas en una décima de segundos me hace sonrojar, Fidel sigue con su show, tiene un talento envidiable con la guitarra.
—Quería consultarte si Ramiro tenía un viaje planeado a algún lado, por trabajo, por placer.
—Sí, él iba a Chile la semana que viene, para grabar un parte del documental.
—¿Vos ibas a ir con él? No registra boleto de transporte, pero sí de estadía.
—Si no me equivoco se iba con Gabriel en auto, iban a aprovechar para hacer unas excursiones de pesca.
—Claro, estadía para dos, cierra la ecuación.
Es raro que cuando estuve con Trejo no me dijera nada acerca de este viaje, pero guardo silencio delante de Alicia, algo pasa.
Después de ponernos al día, Alicia se despide conforme al trabajo que estamos realizando con Fidel, me quedo unos minutos tomando café en la barra.
—¿Me enseñás a tocar la guitarra, Fide?
—Hola, ¿no?
—Perdón, ¿qué te pido de tomar?
—Denise, ¡un jugo de naranja con un sanguche de pan árabe! —le grita Fidel a Denise.
—Me muero de hambre —me dice.
Me nota que estoy disperso.
—¿Hay noticias?
Lo pongo al día al igual que Alicia.
—Para mí, fue el Águila, viste cómo es la mafia.
—Si la mafia quiere atacar, por qué va a atacar al chancho, Fide, va a atacar al que le da de comer —digo y bebo mi café.
—Tenés razón.
—Aparte, de los cargos que habla en el documental, el Águila está denunciado ya, yo dudo de que venga por ese lado, habría que encontrar un informe de las cuentas de él.
—Buena idea, dejame ver qué puedo conseguir.
Se acerca Denise.
—Esta noche canto en un bar de Recoleta, ¿quieren venir? —dice.
—Estoy cansa…
—Vamos —interrumpo a Fidel.
—¡Qué bueno!
—Salgo de la radio y voy para allá.
Se va Denise, contenta de tener dos nuevos integrantes en el público.
—¿Qué hacés? —me dice Fidel.
—Voy con Daiana —le guiño el ojo.
—No empieces.
—Nos vemos allá.
Después del programa la convenzo a Dai de ir a ver a Denise, no le digo nada de Fidel.
Dai está normal, Fidel está vestido como nunca lo vi, lo que me hizo dar cuenta de que seguía pensando en ella.
—No me digas —me dice Dai con la cara morada, ya que de lejos visualiza a Fidel.
—Relajate —le digo, con una sonrisa pícara.
Nos sentamos los tres en una mesa en un lugar privilegiado para ver el concierto.
Hablan Fidel y Dai entre ellos, la cara de Fidel es de enamorado, ella le reprocha algunas cosas del pasado. Yo miro al escenario expectante, hoy es noche de jazz, género perfecto para la voz de Denise.
Me llega un vaso de boca ancha con bourbon, sin hielo.
—Cortesía —dice el camarero.
Me sudan un poco las manos mientras me dejo llevar por la música, la melodía se fusiona con la voz de Denise.
Sale de las sombras como por arte de magia, con un vestido rojo acampanado corto, zapatos color beige, las uñas a tono con los zapatos, los labios de un color rosa muy sutil, morena, el pelo negro totalmente recogido con bucles en las puntas, los ojos negros brillantes, con una sombra que resalta aún más su belleza.
Desaparece todo menos ella.
Termina el show y todo aparece de nuevo.
Giro la cabeza y veo a Fidel y Daiana hablando amenamente, me dirijo al baño, cuando vuelvo, Fidel y Daiana no están, Denise está en la barra sentada, con un shot de tequila.
Me acerco a la mesa, agarro el bourbon y me dirijo a ella.
—Sos fantástica —le digo con total sinceridad.
—Gracias —me dice y toma un trago.
Me cuenta que Fidel fue a llevar a la casa a Daiana, que no vuelve.
—Me contás algo de vos, ¿detective? —se reclina para mirarme a los ojos.
—Te puedo contar en primer lugar que no soy detective.
Nos reímos juntos.
—¿Qué y quién sos? —me pregunta con el codo apoyado en la barra, llevándose la mano cerrada y sosteniéndose el mentón.
—Yo me llamo Mateo Jesús Lobos, soy periodista de poca fama, tengo 36 años, y en mi otro trabajo, el que conocés, hago investigaciones sofisticadas para ayudar a la justicia.
—Un superhéroe —me sigue mirando con atención.
No puedo dejar de mirarla, creo que es mutuo.
—Tengo