Historia del Próximo Oriente antiguo. Marc Van De Mieroop

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desgracia carecemos de suficientes detalles sobre el clima de la Antigüedad para que pueda servir como explicación de los drásticos cambios políticos y económicos que observamos.

      Otro rasgo importante de la geografía son las fronteras. Las crearon montañas, mares y desiertos, que podían cruzarse, pero en lugares muy concretos y solo con tecnología especial. Los montes Zagros y el Tauro eran barreras masivas para los estados de Mesopotamia y solo podían ser rebasadas por los valles fluviales. Por lo tanto, ahí la expansión militar siempre se veía restringida, incluso en el caso de grandes potencias como Asiria. Las cordilleras del Levante dejaban solo un estrecho pasillo de acceso de Siria septentrional a Egipto y el control de un solo valle podía bloquear el acceso entre ambos. Las montañas eran también el hogar de muchos grupos que los estados que estudiamos eran incapaces de gobernar. Para los habitantes de las llanuras, las montañas a menudo constituían por lo tanto una visión inhóspita y aterradora.

      Los mares componían un tipo de frontera muy distinto; las más importantes eran el Mediterráneo y el golfo Pérsico. Creaban una frontera, pero, una vez franqueados, permitían el acceso a regiones muy distantes. Así, el golfo Pérsico y las marismas en su extremo formaban el límite meridional de Mesopotamia, pero a partir del quinto milenio los mesopotámicos navegaron en naves primitivas a regiones a lo largo de la costa del Golfo. A finales del cuarto milenio, es posible que algunos marineros llegasen a Egipto por esa vía, y en el tercer y segundo milenios los contactos marítimos directos con el valle del Indo eran habituales. El Mediterráneo era otra cuestión. Solo había un puñado de puertos a lo largo de su costa, ninguno al sur de Jaffa. A finales del tercer milenio, de todos modos, los egeos navegaban a la costa de Siria-Palestina y en la segunda mitad del segundo milenio la navegación por el Mediterráneo oriental era común. En torno al 1200, las innovaciones tecnológicas permitieron a pueblos de los puertos siro-palestinos viajar largas distancias y el Mediterráneo entero quedó a su alcance. Los fenicios del primer milenio establecieron colonias tan al oeste como España y la costa atlántica de Marruecos.

      El gran desierto que se extiende entre Mesopotamia y el Levante constituye una frontera más formidable. Durante milenios, solo se podía avanzar por los valles del Tigris o del Éufrates y cruzar la estepa de Siria septentrional. Con la domesticación del camello en torno al año 1000 se hizo posible la travesía directa, aunque siguió siendo poco frecuente. Aun cuando pequeños grupos pudieran cruzarlo directamente, la falta de agua seguía obligando a los ejércitos a dar un rodeo por Levante y el norte de Siria para ir de Egipto a Mesopotamia. El desierto, como las montañas, era hogar de grupos temidos y odiados por las tribus sedentarias, nómadas cuyos estilos de vida eran despreciados y cuya gobernabilidad era imposible. Aunque el desierto se pudiera atravesar, los estados del Próximo Oriente no podían someter a sus habitantes.

      La permeabilidad de las fronteras no solo permitía a los pobladores del Próximo Oriente moverse hacia fuera, sino que también permitía a los de fuera entrar en la región. La posición del área en el punto de conexión entre tres continentes es única en el mundo. Pueblos de África, Europa y Asia han penetrado en la región desde los inicios de la prehistoria hasta la actualidad, causando interacciones, intercambio de tecnologías y creciente presión en los recursos naturales. Esto puede explicar por qué tantas «revoluciones» en el modo de vida de los seres humanos tuvieron lugar aquí: la aparición de la agricultura, de las ciudades, de los imperios. Es cierto que los movimientos de población tuvieron lugar en toda la historia antigua, pero estudiarlos resulta difícil. Aunque podamos afirmar con confianza que las tribus mongolas que invadieron Iraq en el siglo XIII e.c. venían del interior de Asia, no estamos tan seguros de los orígenes de los hititas, por ejemplo. Tal vez, en cuanto hablantes de una lengua indoeuropea, vinieran de una región al norte de la India y llegasen a Anatolia a principios del segundo milenio. Pero la supuesta patria ancestral indoeuropea al norte de la India podría ser un mero fantasma y podría ser el caso que hablantes de lenguas indoeuropeas hubiesen residido en Anatolia desde la prehistoria y no apareciesen en el registro histórico hasta inicios del segundo milenio. Se puede decir lo mismo de muchos pueblos —sumerios, hurritas, Pueblos del Mar, israelitas, etc.— que antes eran tenidos como invasores de distintas regiones del Próximo Oriente. Para retomar a la metáfora de antes, el Próximo Oriente es un punto de luz en un mundo de oscuridad prehistórica. Cuando distintos pueblos entran de repente en el alcance de su foco, a menudo es imposible determinar si llegaron de cerca o de lejos, o si habían estado siempre en la región cuando aparecieron por primera vez en los documentos.

      1.4. DESARROLLOS PREHISTÓRICOS

      Debemos emprender el estudio de la larga evolución cultural de la prehistoria desde una perspectiva que tenga en consideración la totalidad del Próximo Oriente. A pesar de la gran diversidad ecológica de la región, apreciamos desarrollos simultáneos en distintos lugares. La cronología absoluta de los acontecimientos sigue siendo incierta y debatida, pero tenemos una idea bastante clara de las líneas generales. Especialmente con los inicios del período neolítico en torno a 9000, tuvieron lugar importantes desarrollos culturales que establecieron el marco de las civilizaciones históricas futuras.

      El desarrollo tecnológico más crucial fue la agricultura, que hizo posible que grandes grupos de personas permaneciesen en el mismo lugar todo el año. El Próximo Oriente fue la primera región del mundo donde se inventó la agricultura. El proceso llevó varios milenios e implicó la domesticación de plantas, fundamentalmente cereales, y de animales. Los yacimientos arqueológicos donde vemos la llegada de estos cambios se localizan a menudo en los límites de zonas ecológicas distintas, cuyos ocupantes supieron aprovecharse de recursos vegetales variados y cazaban distintos tipos de animales. La variedad natural descrita más arriba puede haber sido de hecho una de las razones por las que la agricultura se desarrolló tan pronto en el Próximo Oriente. Sus habitantes se acostumbraron tanto al acceso a una variedad de recursos alimentarios que intentaron garantizar su suministro interfiriendo en los ciclos de crecimiento de cultivos y animales. Además, daba la casualidad de que los recursos salvajes a su alcance eran más adecuados a la domesticación que los de otros lugares. El trigo y la cebada cosechados pueden almacenarse durante más tiempo que la mayoría de las plantas africanas, por ejemplo.

      Durante milenios, la humanidad había vivido recolectando comida de manera local y se mudaba al agotarse el suministro. La caza de animales probablemente era el complemento de una dieta que dependía primariamente de cereales, frutas y legumbres silvestres, marisco y cualquier otra cosa que el entorno ofreciese. Su modo de vida no tiene que considerarse necesariamente difícil y hostil. Los estudios etnográficos muestran que la vida de los primeros granjeros era más ardua que la de los cazadores-recolectores, especialmente en zonas del Próximo Oriente ricas en recursos, donde la comida podía recolectarse fácilmente sin mucho esfuerzo. La cuestión de por qué la población cambió hacia la agricultura sigue siendo por tanto difícil de resolver y el deseo de vivir en comunidades más grandes puede haber sido el principal estímulo. Algunos yacimientos prehistóricos muestran una increíble voluntad de cooperación anterior incluso a la agricultura. El yacimiento de Göbekli Tepe al sureste de Anatolia, recientemente descubierto, contiene estructuras monumentales de piedra con imágenes talladas, algo que solo pudo haber sido construido por grupos grandes de trabajadores (figura 1.1). Estos grupos tendrían que proceder de distintas comunidades recolectoras de la región, que usarían el enclave para reunirse en lo que pueden denominarse ceremonias religiosas. El asentamiento permanente hacía más fáciles las interacciones de ese tipo.

      El control directo del suministro alimentario mediante la agricultura de cereales se logró a través de una serie de pasos probablemente inadvertidos entre el decimoprimer y séptimo milenios, a medida que los humanos ganaban práctica en sembrar, criar animales, cosechar y almacenar. Los cereales salvajes tienen dos características que causan problemas a los consumidores humanos —tienen tallos débiles para que sus semillas se dispersen con facilidad y caen al suelo antes de la cosecha—. Además, es difícil llegar a las semillas, que están cubiertas de vainas fuertes que evitan la germinación prematura. Al cosechar, los agricultores recolectarían más semillas que no habían caído al suelo de las plantas que tuvieran los tallos más


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