Antología poética de Julia Wong (1993-2019). Julia Wong

Antología poética de Julia Wong (1993-2019) - Julia Wong


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Wong, por esos pájaros que dibujaste al bajar de cada avión. Por poner en la hoja la belleza de tu monólogo interno, por mostrar el peso que tiene una lengua cuando es personal y cierta. Por tu poética hecha de transiciones geográficas, de animales, tejidos, calles, ciudades, escenas hogareñas, presencias, movimientos íntimos. Por entregarnos tu rojo y tu negro, los sonidos de la vajilla china y de las nueces tostadas de Macau. El llanto y el llorar, el desierto, la arena, la idea discutida de frontera, las traslaciones de la idea de Dios, el cuerpo a través de sus sustancias. Por nombrar ese deseo simple e inefable de traer el mar.

      Yo quería traer el mar a mi casa

      he viajado buscando una vasija

      del tamaño de mi deseo.

      Ana Lafferranderie

      Buenos Aires - Montevideo, agosto de 2020

      LA BELLEZA, EL MAR Y LA POESÍA

      La belleza, el mar y lo que sucede en cada lector de poesía es una experiencia personal.

      Sobrellevo un gran temor a la institucionalización de un significado, por lo que estoy en contra de la pretensión de los diccionarios de encontrar una explicación a todas las palabras, desde las más simples a las más sofisticadas.

      La gravedad inherente a estos tres universos —belleza, mar y poesía— a mi parecer solo necesita intérpretes que puedan correr el riesgo de una constante y siempre viva internalización individual.

      ¿Por qué equiparo estos tres detonadores para empezar este prólogo? Porque en todos estos años intentando encontrar una respuesta, aún no ha llegado una convincente.

      Sin embargo, no saber qué decir sobre la poesía, el mar o la belleza resulta una salida fácil a una retórica subyacente. Ese no saber me libera de una muerte o un derrumbe. He seguido escribiendo poemas, encantada por las palabras que subvierten la gravedad.

      No tengo una idea fija de por qué lo hago, digo razones, digo necesidades, digo onomatopeyas, digo ausencias, digo vacíos, digo ilusiones. Diría excusas.

      Todo esto es tan cierto como que mañana cuando lo lea dejará de convencerme y me echaré a buscar una ideas más ecuánime.

      Tanto la belleza como el mar nunca llegan a tener una plenitud de conocimiento, salvo por esa technè que se poetiza para amenguar la frustración de que esa idea no alcance.

      Una vez que la poesía, el mar o la belleza te atrapan, sus espejos te vuelven inmóvil y te obligan a devociones mitológicas.

      Esa technè devuelta a esos tres universos y robada de algún lugar, no tiene otra orilla, no tiene juventud ni vejez y no va a ninguna parte.

      He escrito por razones equivocadas. Quizás, porque mi padre me puso un nombre que significa «espíritu del libro», porque busca la sinrazón.

      Esa technè se desarrolló como una urgencia moral e histórica, pero que en el camino te puede jalar hasta el inframundo que traga al más incauto cuando busca a través de ella la gloria o algún cielo.

      La poesía fue y seguirá siendo el burro cargando latas de agua en las calles de piedra de Chepén, mi papá agarrándome fuerte de la mano en Nathan Road en Kowloon, mi mamá acostada sobre un harnero lleno de garbanzos, los Mestres calceteiros en Macau, los gritos de las lechuzas en el campo.

      Me gusta festejar lo absurdo y que esos nuevos significados llenen otros y estos otros rellenen a otros hasta alcanzar el silencio punzante del algarrobo o se reduzcan todos los idiomas al amor a través de unos ojos azules.

      En la poesía se acaban las fronteras, los pasaportes, tu capacidad de consumo o las palabras difíciles que te convierten en un ente políticamente correct@. Hay una salvación inesperada, encuentras una puerta abierta, pero al cruzar el umbral, solo tú y nadie más que tú sabrás qué te espera, si caerás, si seguirás, si alguien te auxiliará desde otra altura.

      Creo que al cruzar la puerta de la creación te enfrentas al suceso inefable de la vida desnuda y sin dientes.

      Gracias a la poesía me he embarcado en travesías inconmensurables, a veces fueron naufragios, a veces victorias pacíficas,

      Un sonido

      Un árbol rojo

      Un amigo, un amor, un estudiante

      Una amiga enloquecida

      Una forma

      La desesperación vestida con un tul transparente

      Una condena, la crítica perpetua, el aullido, polvo

      El mar cuando habla

      La censura

      Y, entonces, la palabra belleza se vuelve tan ancha y profunda que caben todas las palabras que se dicen sobre ella.

      Entonces, la poesía sería: la herida, mi hija, la extraña sinrazón de ser peruano, Hong Kong Libre, un pueblo al sur de Alemania donde duermen los lobos en las iglesias, ellos me permitieron cobijarme en su vientre inmundo y no me tragaron.

      Otra vez los Mestres calceteiros mandándome mensajes en código morse.

      Estas gafas que hemos pintado de morado.

      Este intento de nombrarme en lo nombrado.

      Julia Wong

      Lima, agosto de 2020

      HISTORIA DE UNA GORDA

      1993

      CONCLUSIÓN

      La rendición de la Gorda ante la técnica

      era la necesidad metafísica

      de no entregarse al abandono.

      Ella buscó una esperanza sublime

      para despejar la Grasa de sus costados.

      La Gordura es una tradición

      que no permite identificase al valor intenso

      de la corriente interna

      de no ser nadie…

      una Criatura simple expuesta a la exhortación del consenso.

      Por suerte

      apareció aquel Señor

      quien besara sus labios por pura curiosidad

      sugerencia de renunciar a la riqueza opípara del instante

      para darse el pequeño lujo de intimar

      con los movimientos perfectísimos del agua marina.

      Palpa la costa

      una y una última vez

      la besa

      se pierde

      se vuelve ella.

      INCENDIO EN PUERTO VIEJO

      es fría la edad de los mamíferos

      de templada temperatura irreconocible cuánto

      que nadie adivina

      que nadie

      de repente mis manos

      los dedos

      los pies

      mis dedos

      se complican en una suma que debo hacer

      pero no quiero escribir el resultado

      la edad de mi razón

      o una razón para no tener edad

      Da mucho miedo

      que miento

      de prisa, de prisa

      he de robarte el secreto

      para meter en mis cuentos algo que quise hacer y no hice

      me colmo de tu cabello nuevo

      que


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