Julio Ramón Ribeyro. Antonio González Montes

Julio Ramón Ribeyro - Antonio González Montes


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en especial de Irma y de un oso que es la estrella de la función.

      El objetivo de Chacón, dueño del circo, es resolver una dificultad: el oso Kong no está en buenas condiciones de salud para enfrentarse a Fénix, el ex boxeador, y el único rival capaz de ofrecer resistencia al oso. Y ese es el número fuerte de la función. Por ello, todos están preocupados y esperan que Kong pueda pelear, pero como el oso finalmente queda descartado, Chacón urde un extraño plan que garantice la realización de la lucha y satisfaga al público. Él mismo se encarga de explicar en qué consiste su idea, en la cuarta ronda de narradores, que es la última en la que escuchamos su monólogo: se dirige a los espectadores y les informa que Fénix no podrá pelear contra el oso Kong; por tanto, él, Chacón, ha decidido hacer frente a la fiera y reemplazar a Fénix. Pero, en realidad, el dueño del circo está mintiendo al público, porque el que no saldrá a luchar es Kong y será Fénix, disfrazado de oso, quien enfrentará a Chacón. Semióticamente, este personaje trama un operativo de acción, cuya estructura y mecanismo de funcionamiento son explicados por el denominado “cuadrado de la veridicción”, ideado por (Greimas y Courtés, 1990, p. 434) dentro de su método de análisis semio-narrativo4.

      En esencia, este mecanismo, de nutrido uso en el mundo de la realidad y en el de la ficción, consiste en resolver un problema apelando a un secreto (el público del circo ignora que Fénix está disfrazado del oso Kong), que será revelado o no. En este caso, la verdad es conocida por los lectores, pero no por el público, que disfruta con los golpes que intercambian el supuesto oso con Marcial. Pero el desenlace es desfavorable para este último, porque en el curso de la pelea, la fiera (que en realidad es Fénix) es maltratado en exceso por el dueño del circo, lo que no impide que el “falso” oso se defienda y termine estrangulando al que maquinó este truco con el fin de beneficiarse. Su astucia resultó siendo un bumerán que lo eliminó a él. Considerando, entonces, que Chacón fue víctima de la violencia que desató para salvarse en lo económico, cabe comparar su trágico final con el del abuelo de los niños en el famoso cuento “Los gallinazos sin plumas”. El cerdo que alimentaba con el sacrificio y explotación de sus nietos concluyó devorando a su dueño.

      Todas las demás historias que conocemos a través de las voces de los narradores de “Fénix”, giran alrededor de este suceso central, que provoca el clímax y el desenlace, adverso para el personaje que encarnaba el poder económico en este submundo de la marginalidad y de la precariedad itinerante, que discurre por distintos puntos de la accidentada y heterogénea geografía peruana, que Ribeyro ha representado mediante estas tres historias que, en efecto, sublevan al lector porque le muestran situaciones en las que se impone la dominación de los poderosos, mientras los explotados, marginados, migrantes pobres, comuneros de escasos recursos y artistas itinerantes luchan por sobrevivir en condiciones más que duras.

      Pero en el relato “Fénix”, el personaje del mismo nombre, que es explotado por el dueño del circo, Marcial Chacón, se enfrenta a este en la pelea que es el número central de la función. Como ya hemos señalado, según el plan urdido por el propietario, el ex boxeador Fénix se ha disfrazado de oso y lo reemplaza porque el animal no está en condiciones reales de pelear. A su vez, Chacón ha informado que como Fénix está enfermo y no puede enfrentar al oso, él reemplazará al ex boxeador y peleará contra el oso, que no es sino Fénix disfrazado. La lucha, en efecto, se realiza, y en el curso de ella los dos rivales forcejean, pero es el “oso” el que tiene más fuerza que su rival y por ello termina liquidándolo. De este modo, en “Fénix”, el protagonista pobre, explotado y frustrado se venga de su empleador y hace que este pierda la vida. En el libro Tres historias sublevantes, el último relato, ambientado en la selva, es el único en el que el personaje marginal, explotado logra liquidar a su explotador. Aprovechó las condiciones que este mismo creó y haciendo uso de su mayor fuerza, el desarrollo de la pelea, el forcejeo inevitable y el estar disfrazado de “oso” propició la circunstancia perfecta para que se consolide la “venganza” del más débil económicamente, contra el más fuerte en lo dinerario, pero más débil en lo físico. En el conjunto de la narrativa de Ribeyro, quizá sea el único caso en que un “mudo”, es decir, un marginal, derrote a un poderoso.

      Peter Elmore, en su exhaustivo examen de La obra de Julio Ramón Ribeyro, subtítulo de El perfil de la palabra, ofrece varias ideas que permiten valorar la plasmación de las tres celebres historias tanto desde el punto de vista artístico como desde la perspectiva de la contextualización histórica y política del periodo en que el autor de los relatos concibe y los da a conocer a los lectores, peruanos y extranjeros, que están interesados en comprender la naturaleza de los conflictos que atraviesan, de un confín a otro, la realidad peruana de la segunda mitad del siglo xx; los cuales, por cierto, no solo se mantienen sino que se han agudizado. Por ello, es pertinente citar los datos que proporciona en esta breve cita:

      Vale la pena notar que los cuentos —de mayor extensión a la usual en la narrativa breve de Ribeyro— fueron escritos entre 1959 y 1962, durante el mismo lapso en el cual el autor redactó “La piel de un indio no cuesta caro” o “Los moribundos”, para mencionar solo dos textos que visiblemente impugnan la cultura y el orden dominantes en el país. (Elmore, 2002, p. 104)

      “Una medalla para Virginia”1

      Como en la mayoría de los nueve relatos de El próximo mes me nivelo de Ribeyro, en el que vamos a analizar, también descubrimos la presencia dominante de un narrador heterodiegético, en tercera persona, que conduce el desarrollo de la historia mediante los diferentes recursos de que dispone un enunciador de este tipo. En cuanto a su dimensión espacio-temporal, el texto se divide en dos grandes secuencias, cada una de las cuales posee su respectivo cronotopo (Reis y Lopes, 1995, p. 48): la primera, la más breve, ocurre en un espacio marítimo que abarca una playa, un muelle y el mar mismo de la zona de Paita, en el norte costero del Perú, según lo especifica el narrador. Los hechos protagonizados por solo tres personajes femeninos (Pamela, Virginia y Rosina) se desarrollan en un lapso temporal breve pero intenso porque en el transcurrir registrado por el narrador se produce un hecho central y que propicia el desarrollo de la historia: Rosina, esposa del alcalde (que está de viaje en Lima), ingresa al mar a nadar y se hubiera ahogado, si es que Virginia, una joven que merodeaba por el muelle, no hubiera entrado a las aguas y luchado contra las olas hasta lograr salvarla. Y fue Pamela, su hermana menor, quien la que alertó del peligro en que estaba Rosina, mar adentro.

      La segunda secuencia, según dato del propio texto, ocurre dos días después de la hazaña de Virginia, en la ciudad de Paita, y más específicamente en dos casas: la de Virginia y la del alcalde. Los hechos se desenvuelven durante algunas horas y giran alrededor del homenaje a la joven heroína, como se le llama, y a quien el propio alcalde y esposo de la rescatada condecora con una medalla a la que atribuye un gran valor simbólico. Aunque la ceremonia convoca a una gran cantidad de gente, son pocos los personajes que alcanzan un rol relevante: Virginia, y el alcalde son los más importantes y en un segundo plano, cabe mencionar a las hijas de aquél, a la propia Rosina y a los padres de la homenajeada.

      Como se puede colegir, el suceso central es muy específico y puntual, y desde el punto de vista valorativo es lícito tipificar como heroica o sobresaliente la acción de salvar a Rosina, que realiza con éxito la joven paiteña, pero el narrador utiliza el desarrollo de la trama para presentar, en primer término, la prueba glorificante cumplida por Virginia (la acción misma de rescatar a Rosina), y la sanción positiva, es decir, el reconocimiento público que esta recibe, con lo cual adquiere el rol temático de heroína2. Mas, en segundo término, el enunciador de esta historia se sirve de ella con el fin de establecer un contraste entre lo aparente y lo real, entre lo que se declara públicamente y lo que se siente en el fuero íntimo, que suele ser algo opuesto a lo primero. Así mismo, la perspectiva crítica del enunciador, en consonancia con su estética neorrealista, se trasluce en la contraposición de modos de vida, comportamientos y actitudes de personajes que pertenecen a sectores sociales distantes; de un lado, los pobres, y del otro, los acomodados o ricos, en el contexto de una ciudad de mediana extensión, como es Paita. Y lo relevante es que todo este complejo proceso de descubrimiento elige como ejemplos representativos a los dos seres protagónicos del relato: la adolescente Virginia y el ya maduro alcalde, con lo cual


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