Más allá de las pruebas/Beyond testing. Deborah Meier
que eran puestos en las pruebas estandarizadas habían sido experimentados en campo con niños reales. Cualquier ítem en el cual, por cualquier razón, niños de piel negra rendían mejor que los de piel blanca no era utilizado. Estos ítems eran considerados sicométricamente inválidos. Los ítems de la prueba eran presentados para que los puntajes se alinearan con la curva predicha de puntajes, con los niños que se sabía que tenían un mayor éxito en la escuela y en la vida en el extremo de arriba y viceversa para los niños de barrios de menores ingresos. Personalmente pude ver, mientras hablaba con los niños acerca de las respuestas, como funcionaba esto y me asombró la sutileza con la cual los ítems recogían las diferencias culturales y ambientales que se daban entre los dos grupos de niños.
Así que el uso continuo de pruebas estandarizadas para decisiones de alto impacto dentro y acerca de las escuelas continúa causando daño y una creciente cantidad de investigación lo ha demostrado (Au, 2007, 2009, 2011; Berliner, 2011; Giordano, 2005; Knoester & Au, 2015; Knoestes & Parkison 2017; Kohn, 2000; Meier, 2002; Meier & Wood, 2002; Nichols & Berliner, 2007; Sacks, 1999). La lista de razones por las cuales las pruebas estandarizadas no debiesen recibir el peso que se les otorga hoy en día es larga e incluye las siguientes:
1. Las pruebas les quitan las decisiones a las comunidades escolares, a los profesores y a los estudiantes. Aunque diferentes escuelas y profesores a menudo tienen diferentes misiones y énfasis, a todos se les exige que utilicen las mismas pruebas, para las cuales el contenido y los puntajes de corte no están determinados en un sentido democrático.
2. Enseñar para obtener mejores puntajes en la prueba tiene el efecto de reducir el currículum y el potencial para el crecimiento de los estudiantes en áreas que no están siendo evaluadas por la prueba.
3. Los resultados de las pruebas tienen una fuerte correlación con raza y clase y por esto proveen una justificación “científica” para las desigualdades raciales y de clase en la sociedad y en las escuelas.
4. Asignarle públicamente una nota a una escuela basada en los resultados de las pruebas, como hacen muchos estados, en conjunto con programas de libre elección de escuelas han demostrado exacerbar la segregación.
5. Las pruebas quitan tiempo de instrucción importante a los estudiantes y profesores, ya que estas pruebas no son evaluaciones auténticas. Para que una evaluación sea auténtica debe ser llevada a cabo mientras los estudiantes están realizando un trabajo que es intrínsecamente valioso y que vale la pena hacer.
6. Los estudiantes generalmente no se ven motivados a cambiar hábitos de trabajo para obtener mejores resultados en las pruebas.
7. Las pruebas le dan la idea a los estudiantes de que existe solo una respuesta correcta a cualquier pregunta. Esta es una idea altamente engañosa cuando le preguntas a los estudiantes algo que no sean hechos irrefutables.
8. Los puntajes de las pruebas son recibidos meses después de que estas son aplicadas, y por lo tanto no son útiles para los actuales profesores de los estudiantes.
9. Las pruebas no están alineadas con lo que creemos debiese ser el propósito principal de las escuelas públicas: el preparar a sus graduados para que participen efectivamente en una democracia al ejercitar el juicio, sopesar evidencia y defender ideas.
Anhelando saber más sobre aprender
Es fácil entender porque la gente quiere creer que las pruebas pueden medir de forma precisa el conocimiento. Estas son promocionadas como herramientas para medir el aprendizaje de los estudiantes de manera eficiente, objetiva y precisa en diferentes materias, que después pueden ser fácilmente comparadas entre estudiantes, entre escuelas y en el tiempo; pueden ser usadas para evaluar y mejorar la instrucción. Realmente suena posible. Con estos puntajes, tanto a los estudiantes, a los profesores y a los administradores se les puede hacer responsables por los logros demostrados.
Pero ¿cómo se le ha dado tanto poder a las pruebas estandarizadas dentro de la educación? De hecho, la opinión pública estadounidense siempre le ha otorgado mucha legitimidad a las evaluaciones que hacen las escuelas del conocimiento y el aprendizaje de los estudiantes, incluso antes de las pruebas estandarizadas. Empujadas por un deseo un tanto ilusorio, las instituciones educacionales a través de los años han elegido, de forma errónea, designarle un número preciso al conocimiento, lo que luego ha sido utilizado para comparaciones y para establecer un ranking. Cubriendo las pruebas con jerga estadística y científica y escondiendo los aspectos clave del proceso –como por ejemplo el criterio para determinar las preguntas de la prueba y el nivel de “manejo” que es establecido para puntajes particulares– los que promueven estas pruebas como medidas adecuadas de conocimiento y habilidad han deslumbrado a estudiantes, padres y al público en general.
Ya es hora de que nos demos cuenta que las pruebas estandarizadas son una ilusión. Es imposible que reduzcan un problema fundamentalmente complejo y misterioso –cómo evaluar el conocimiento (y/o las habilidades, experiencias y disposiciones) de un niño– a un simple puntaje. Esta es una forma fallida y engañosa de medir responsabilidad, con serias desventajas. Tratar de entender cómo un estudiante particular ha mejorado desde un punto A un punto B, comprendiendo que nuestras evaluaciones son estimaciones aproximadas, es un esfuerzo legítimo, pero el comparar y hacer rankings de estudiantes siempre ha sido moralmente sospechoso y no debiese ser una tarea de la educación pública.
De hecho, es apropiado que tanto los educadores como el público general tengan una posición mucho más crítica acerca de las declaraciones que hacen las escuelas sobre los conocimientos y las habilidades de los chicos. Los legisladores que han implementado pruebas estandarizadas de alto impacto han abusado de la confianza que se pone en ellos. Aunque creemos que las escuelas juegan un rol importante en evaluar el aprendizaje y los conocimientos de los estudiantes, es más honesto y apropiado –y merecedor de una mayor confianza– el posicionarse desde la humildad acerca de qué es accesible en términos de las habilidades y el conocimiento de los niños, y tener un tono alentador para los estudiantes sin importar el nivel de desarrollo en que se encuentren. Existen poderosas maneras de obtener mucha información sobre los chicos y cómo ellos aprenden, y el evaluar ese conocimiento y esas habilidades es una parte esencial de las tareas de la educación. Y, ya que toda forma de evaluación es limitada, se necesita una gran variedad de ellas. En este libro describimos siete formas básicas de evaluación, pero recomendamos combinar varias evaluaciones para obtener una comprensión más completa del conocimiento y progreso de los estudiantes.
Las pruebas tienen algunos beneficios si son usadas inteligentemente
¿Estamos entonces en contra de todas las pruebas que hemos utilizado por tantos años? Sí y no.
No. Nuestra crítica no está respondiendo a las múltiples formas de pruebas en aula que los profesores diseñan como una forma de entender mejor lo que sus estudiantes “entienden” o “no entienden” o, en ese sentido, pruebas en el aula que son usadas en parte con la intención de poner nota a los estudiantes. Por supuesto, también tenemos opiniones acerca de cuándo y si una prueba particular es o no útil.
Sí. Estamos discutiendo programas de pruebas que son obligadas por las autoridades y tienen efectos substanciales en las escuelas, los profesores o los estudiantes. Adicionalmente, estamos argumentando en contra de las pruebas que no están abiertas para la revisión de los estudiantes o los profesores, las que afectan la cobertura y el diseño del currículum o las que afectan principios pedagógicos particulares que algunas escuelas o profesores usan. Creemos que estas formas de pruebas son dañinas para los propósitos sociales y educacionales de las escuelas. No existen pruebas estandarizadas que puedan medir de forma precisa el aprendizaje con integridad y justicia. Punto.
Pero, más allá de las sugerencias en los capítulos siguientes, queremos presentar el cuestionamiento sobre formas en que prácticamente cualquiera medición –ya sea prueba u otra herramienta– puede ser útil para los profesores, los estudiantes y la sociedad incluso si estas son “estandarizadas”. Incluso si se usa la misma medición, ítem, foto o párrafo para todos aquellos que están siendo evaluados, el muestreo cambia algunas de las preocupaciones que