La historia cultural. AAVV
económica y social, ayer, o cultural, hoy.42
La afirmación de la historia cultural probablemente no se corresponde tanto con una nueva especialidad como con la continuación del proceso de ampliación del territorio del historiador. La cristalización de esta forma de práctica de la historia se explica por razones endógenas. Desde los años setenta la afirmación de la historia cultural ha sido para algunos historiadores una estrategia tendente a salir de los paradigmas de una historia económica y social fuertemente impregnada por los enfoques del cuantitativismo. La decadencia del marxismo, como teoría científica y horizonte político, y de las corrientes de pensamiento del determinismo socioeconómico en general, ha acelerado este proceso. En esta nueva coyuntura la historia cultural se proclama para algunos historiadores como una historia renovada de las instituciones, los contextos y los objetos de la cultura. Permite reincorporar al cuestionario del historiador las expresiones más elaboradas de la cultura y de los saberes sin descuidar, no obstante, las prácticas de la gran mayoría. La atención a los fenómenos de mediación, circulación y recepción de los bienes y objetos culturales da testimonio de la voluntad, ampliamente compartida, de escapar de las aporías de la antigua historia de las ideas. Para otros, algunas veces los mismos, hay que contemplarla sobre todo como una mirada que permite volver más fértil el conjunto de las subdisciplinas de la historia.
Podemos aventurar también razones exógenas al campo de la disciplina.43 El desplazamiento realizado por la historiografía francesa, desde lo económico a lo social y después de lo social hacia lo cultural, se ha producido –no sin desfases respecto a los períodos estudiados y las trayectorias individuales de los investigadores– al tiempo que el voluntarismo económico dejaba de tener valor de credo y dentro de la sociedad francesa se abría un espacio más amplio a los interrogantes sobre los usos políticos y culturales del pasado. Añadamos que la creciente autonomía de lo cultural (y de sus actores) en nuestras sociedades, el importante papel de las industrias culturales, el lugar reivindicado de nuevos usos del tiempo en la esfera del ocio, no pueden sino suscitar el interés de los historiadores y pesar en la elección y el desglose de los objetos de investigación. Al final, la historia cultural francesa se presenta sobre todo, según la expresión de Jean-Yves Mollier, como un «cruce de disciplinas».44
1. Para una exposición más completa nos permitimos remitir a Philippe Poirrier: Les enjeux de l’histoire culturelle, París, Seuil, 2004. Nuestro agradecimiento a Thomas Bouchet, Laurent Martin y Loïc Vadelorge, que aceptaron releer una primera versión de este texto.
2. Jean-Pierre Rioux y Jean-François Sirinelli (dirs.): Pour une histoire culturelle, París, Le Seuil, 1997; Laurent Martin y Sylvain Venayre (dirs.): L’histoire culturelle du contemporain, París, Nouveau Monde, 2005, y Pascal Ory: L’histoire culturelle, París, PUF, 2007 (2004). Véase también, Christian Delporte, Jean-Yves Mollier y Jean-François Sirinelli (dirs.): Dictionnaire d’histoire culturelle de la France contemporaine, París, PUF, 2008.
3. La mejor guía: Christian Delacroix, François Dosse y Patrick García: Les courants historiques en France. 19e20e siècle, París, Gallimard, 2007.
4. Louis Bergeron (dir.): Niveaux de culture et groupes sociaux, París, Mouton, 1967.
5. Michel Vovelle: De la cave au grenier. Un itinéraire en Provence au XVIIF siècle. De l’histoire sociale à l’histoire des mentalités, Québec, Serge Fleury Éditeur, 1980, e Idéologies ete mentalités, París, Gallimard, 1992 (1982).
6. Jacques Le Goff: «Les mentalités. Une histoire ambiguë», en Jacques Le Goff y Pierre Nora (dirs.): Faire de l’histoire, París, Gallimard, 1974.
7. Robert Mandrou: De la culture populaire en France aux XVIIs et XVIIF siècles. La Bibliothèque bleue de Troyes, París, Stock, 1964, y Michel de Certeau: La Culture au pluriel, París, Christian Bourgeois, 1974.
8. Jacques Le Goff: Pour un autre Moyen Age, París, Gallimard, 1977, y L’imaginaire medieval, París, Gallimard, 1985.
9. Hervé Martin: Mentalités medievales. Représentations collectives du Xľ au XV siècle, París, PUF, 1996-2001, 2 vol., citas en p. 236 y p. vi.
10. Pierre Nora (dir.): Les Lieux de mémoire, París, Gallimard, 1997 (1984-1992).
11. Reproducimos los elementos desarrollados en Philippe Poirrier: «L’histoire culturelle en France. Retour sur trois itinéraires: Alain Corbin, Roger Chartier et Jean-François Sirinelli», Cahiers d’histoire. La revue du département d’histoire de l’Université de Montreal 2, invierno de 2007, pp. 49-59.
12. Roger Chartier: Cultural History. Between Practices and Representations, Cambridge, Polity Press-Cornell University Press, 1988.
13. Roger Chartier: «Le monde comme representation)), Annales Esc 6, noviembrediciembre de 1989, pp. 1.505-1.520.
14. Este distanciamiento de Roger Chartier con respecto a la redacción de los Annales impide interpretar su definición de la historia cultural como un nuevo texto dogmático que sería la posición oficial de los Annales y del EHESS. Esta configuración confirma la pluralidad de prácticas que se pueden apreciar dentro del EHESS. La idea de una Escuela de los Annales, unificada alrededor de un corpus de prácticas y de teorías, se desmiente más que nunca en esta coyuntura historiográfica. Sobre el «giro crítico», véase Christian Delacroix: «La falaise et le rivage: Histoire du “tournant critique”», Espaces Temps 59-61, 1995, pp. 86-111. Una defensa del papel de los Annales desde una perspectiva interna: André Burguière: L’École des Annales. Une histoire intellectuelle, París, Odile Jacob, 2006.
15. Roger Chartier: Au bord de la falaise. L’histoire entre certitudes et inquiétude, París, Albin Michel, 1998.
16. Roger Chartier: «L’Académie de Lyon au xvшe siècle. Étude de sociologie culturelle», en Nouvelles Études Lyonnaises, Ginebra, Droz, 1969, pp. 131-250. La tesis doctoral de Estado de Daniel Roche, precedida por numerosos artículos, se publicó a finales de los años setenta: Daniel Roche: Le Siècle des Lumières en province. Académies et académiciens provinciaux (1680-1789), París, Mouton, 1978.
17. Alain Corbin: «Histoire et anthropologie sensorielle», Anthropologie et sociétés 14-2, 1990; véase también «“Le vertige des soisonnements”. Esquise panoramique d’une histoire sans nom», Revue d’histoire moderne et contemporaie 39, enero-marzo de 1992, pp. 103126. Este artículo, cuya intención historiográfica aparece más reafirmada que en el anterior, lleva al autor a construir una filiación que parte de Lucien Febvre, subraya el momento de las mentalidades y evoca las relecturas que en los años setenta permitieron las adaptaciones históricas de Michel Foucault y de Norbert Elias.
18. Anne-Emmanuelle Demartini y Dominique Califa (dirs.): Imaginaire etsensibilités au XIX siècle, Études pour Alain Corbin, París, Créaphis, 2005.
19. Stéfane Gerson (ed.): «Alain Corbin and the Writing of History», French Politics, Culture & Society, vol. 22, n.° 2, 2004.
20. Aunque no es necesario establecer una filiación demasiado rígida, Jean-François Sirinelli es también un atento lector de Daniel Roche y de Robert Mandrou. Asimismo, Pascal Ory, alumno como el anterior de René Rémond, estuvo durante su formación inicial fuertemente influenciado por Jean Delumeau y François Lebrun, modernistas y practicantes de la historia de las mentalidades.
21. N. de la T.: Khâgne es un término informal aplicado a los estudios preparatorios para el acceso a la Escuela de Formación del Profesorado (École Normale Supérieure). Tiene su origen en el adjetivo cagneux (patizambo), que es el que usaban como burla los estudiantes de las academias militares, en cuyo currículo se incluían actividades de educación física tales como equitación y esgrima, para referirse a los estudiantes de humanidades, a los que percibían encorvados y desarrollando defectos físicos por las horas de estudio.
22. Christophe Charle: Naissance des «intellectuels», 1880-1900, París, Éditions de Minuit, 1990.