Historia de la industria papelera valenciana. Federico Verdet Gómez
por Severino Belarte (molinero y botiguero200), quien, recientemente, le había comprado un molino harinero a Antonio Arnau201. Este molino, conocido como de «Capuchinos» que, posteriormente, quedaría sometido a diversos usos202, se ubicaba encima de las fábricas de papel. El embalsamiento de agua del molino harinero dejaba sin fuerza motriz a los molinos papeleros, causando, además, otros perjuicios203. El conflicto entre los arrendatarios de aquellos molinos y el flamante propietario del molino harinero, Severino Belarte, culminó con un pleito por el uso de las aguas de la acequia del Censal, entre éste y Antonio Brugada, propietario de los molinos papeleros204.
Desde la Guerra de la Independencia, la decadencia del núcleo papelero del Alto Palancia parece fuera de dudas. Sabemos, con certeza, que algunas fábricas de papel cambiaron de actividad. Así, por ejemplo, en el año 1818, el heredero de Jaime Tort Torres, José Marqués, reconvirtió uno de los molinos papeleros en harinero205. El mismo proceso sufrieron otros artefactos, también transformados en harineros206. Quizás, la necesidad de recurrir a anuncios en prensa para encontrar compradores sea otro síntoma de estancamiento207. La reconversión del molino de papel de los cartujos a otros usos -en él se había plantificado varias máquinas de tejidos e hilados de algodón, con algunas sierras hidráulicas- denota que la crisis afectó a toda la comarca.
Según Madoz, Segorbe contaba con diversas fábricas de papel aunque no explicita su número. Guiménez Guited asegura que, en 1862, estaban en activo 4 fabricantes que disponían de 4 tinas, empleaban a 32 operarios y su capital se estimaba en 160.000 reales de vellón. Una de las fábricas en funcionamiento, al menos entre 1850 y 1870, fue la papelera de Jarque Frígola. En 1862, Miguel Leal fundó una quinta fábrica, dedicada a la elaboración de papel blanco y de fumar, activa todavía en 1886. Según El Indicador de Viñas Campi, estaban en activo, en 1864, cinco fábricas de papel de estraza, a cuyo cargo estaban Juan García, Francisco Rodríguez, José Tort, Manuel Tort y Vicente Tort. En los Bailly-Bailliere de 1886 a 1900, no encontramos ninguna referencia a la industria papelera segorbina.
El molino papelero de Navajas
El duque de Medinaceli autorizó el establecimiento de un molino de papel blanco, cuyo emplazamiento se fijó con precisión en los documentos: “el molino que se hace mérito se halla situado muy próximo a la Vall de Almonacin, al otro lado de Nabajas, junto al término de Xérica”208. Posteriormente, se matiza su ubicación y se le sitúa en la partida de Rascaña, en el término municipal de Navajas. Las primeras noticias sobre este molino están datadas en el año 1806, cuando la construcción de un azud y una acequia, para conducir el agua al molino batán de papel, desencadenó una denuncia del arrendador de la Bailía de Murviedro209. En dicha denuncia, se afirmaba: “Francisco Ferreres vecino de Navajas posehe un molino batán de papel en el lugar de Navajas, cuya finca sin embargo de corresponder al Real Patrimonio en dominio mayor y directo, con todos los derechos del emphiteusis, no le contribuye el canon anuo ni su dueño ha manifestado como enfeudada, no obstante de repetidas circulares, que en 13 de agosto y 25 de noviembre del año próximo pasado se expidieron por la Junta Patrimonial . . .” 210 Josef Casanova, escribano real y público de la villa de Viver, dio fe de haber comunicado dicha denuncia al propietario, dentro del propio molino. Estas denuncias no solían prosperar porque los molinos papeleros sí se habían erigido con licencia del duque de Segorbe y si contribuían con los cánones y cargas enfitéuticas que debían a sus señores feudales. Madoz asegura que, todavía a mediados del siglo XIX, estaba activo este batán de papel211.
Los molinos papeleros de Castellnovo
Según Miñano, en 1826, Castellnovo contaba con un batán de papel blanco, propiedad de Cristóbal Tort, quien también poseía un molino harinero de una muela. A su muerte, sus hijos se repartieron sus propiedades. Luciano Tort obtuvo el molino harinero, mientras que el batán de papel se le adjudicó a dos de sus otros hijos, Fernando y Carlos Tort. El primero poseía una tienda, por lo que recurrió al arrendamiento sistemático de su parte del batán, al no tener interés alguno en la fabricación de papel. En el año 1829, lo arrendó a Carlos Tort, por término de un año y precio de 30 libras anuales, pagaderas en tres plazos iguales212. Un nuevo contrato de arrendamiento, semejante al anterior, se firmó a finales de octubre del año 1830, ahora por 32 libras y seis sueldos213. En el año 1831, Fernando Tort arrendó su parte a su hermano Manuel Tort, por un tiempo de dos años y 63 libras anuales, a satisfacer en dos plazos214. Finalmente, con fecha 29 de diciembre de 1831, se produjo la división definitiva del batán entre ambos hermanos, Fernando y Carlos215. En el año 1833, Fernando Tort arrendó su batán a Miguel Almazán, por un tiempo de dos años y un precio de 65 libras anuales, a pagar por meses216.
En tiempos de Madoz, Castellnovo contaba con tres batanes de papel, probablemente, todos pertenecientes a la familia Tort. Nada sustancial cambió en los siguientes quince años, pues Giménez Guited afirma que estaban en activo tres fabricantes, que disponían de tres tinas, empleaban a 18 operarios y tenían un capital estimado de 60.000 reales de vellón. Sin embargo, en 1864, ya se había abierto un nuevo batán, de forma que se alcanzó su mayor número. Los cuatro molinos, propiedad de Simón Guinot, Carlos Tort, Cristóbal Tort y José Tort, producían papel de estraza.
Los molinos papeleros de Teresa de Viver
Madoz asegura que Teresa de Viver contaba con tres molinos de papel. La actividad papelera continuó en las décadas siguientes. Giménez Guited afirma que, en Teresa de Viver, estaban en activo dos fabricantes, que disponían de dos tinas, empleaban a 12 operarios y su capital se estimaba en 70.000 reales de vellón. En el año 1873, se mantenían en funcionamiento dos fábricas de bastante importancia. En el Bailly- Bailliere de 1900, se menciona la fábrica de papel de estraza de Miguel Sánchez, que ya había cesado su actividad en el año 1918.
Los molinos papeleros de Bejís
Madoz asegura que Bejís contaba con una fábrica de papel de tres tinas, una de blanco y dos de estraza. Según Giménez Guited sólo estaba en activo un fabricante, que disponía de una tina, empleaba a 6 operarios y su capital se estimó en 30.000 reales de vellón. El Indicador de Viñas Campi cifra en dos las fábricas de papel, ambas dedicadas a la elaboración de papel blanco. Las papeleras pertenecían, respectivamente, a Miguel Real (cuyo molino estaba emplazado en Río Arriba) y Fernando Rodríguez.
4.3.4. El siglo XX
En el cambio de siglo, desaparecieron todas las fábricas existentes en la cuenca del Palancia. En el año 1918, la industria papelera se limita a los pueblos de Castellnovo y Soneja217, siendo esta última la más importante. La fábrica de Soneja nació al calor de una pujante actividad económica, la exportación de naranjas, por lo tanto, se centró en la fabricación de papel de seda, destinado a la envoltura de naranjas. La especialización en papel de seda del Alto Palancia respondía a su demanda por parte de los exportadores de naranjas, cultivo en el que se había impuesto en las comarcas de la Plana.
Los molinos papeleros de Jérica
Carreras Candi asegura que, a principios de siglo, funcionaban dos fábricas de papel en Jérica. Una de ellas, de bastante envergadura, disponía de un caudal de 2.000 litros por segundo, un salto de 23, 87 metros y una fuerza de 637 caballos. Muy modesta la segunda, poseía un caudal de 280 litros por segundo, un salto de 8 metros y una fuerza de 29 caballos218.
Parece ser que, en 1917, ya no había actividad papelera, pues no aparece ninguna fábrica en el Bailly-Baillière de este año. Tampoco la hubo durante los 40 años siguientes, así lo confirman las estadísticas de 1934219 y 1943. Sin embargo, a principios de los 50, se retoma la actividad papelera, al abrirse una fábrica que utilizaba el agua de la acequia de la Torre, aprovechando un salto de agua de 13 metros, con el que obtenía 100 caballos de vapor. Esta fábrica estuvo en funcionamiento entre los años 1952 y 1968, por lo que se la menciona en el Catálogo de 1966. En esta fecha, siendo propiedad de Antonio Morelló Peris, fabricaba estracillas, con una única máquina.