Historia de la industria papelera valenciana. Federico Verdet Gómez

Historia de la industria papelera valenciana - Federico Verdet Gómez


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tal y como señala Ricord. Larruga confirma que, en 1789, la Cartuja contaba con dos fábricas de papel blanco en Jérica. En el inventario realizado en el molino, al reabrirse en el año 1819, se reseñaron dos ruedas con nueve pilas, una tina con su hornillo, una caldera de cola, dos perchadas, etc. Además, del molino descrito, también disponía del “batanico de abajo” que contaba con 3 pilas corrientes, con su perchada, etc.158 Seguramente, ambos molinos quedaron inactivos, temporalmente, a raíz de las convulsiones bélicas y la inestabilidad política de las primeras décadas del siglo XIX.

       Los molinos papeleros dieciochescos de Segorbe

      Según un cabreve del año 1737, Segorbe contaba con dos molinos papeleros, uno de ellos, emplazado en la partida de El Alvalat, fabricaba papel a la vez que molturaba cereal, siendo propiedad de los herederos de Joseph Ortells159; quizás se trate del mismo que, en 1661, pertenecía a la viuda de Joseph Valero, que primero, había sido harinero, luego, pasó a elaborar papel de estraza y, en las fechas en que se realizó el cabreve, se había especializado en la fabricación de papel blanco de gran calidad, pagando un censo anual de 60 sueldos. El otro había sido establecido por el albañil Juan Martínez, en régimen de enfiteusis, bajo el dominio mayor del duque de Segorbe, en una huerta de 6 hanegadas, pagaba un canon de 33 sueldos y fabricaba papel de estraza160. En el año 1744, estaba activo un tercer molino papelero, propiedad de Matías Lozano que, ubicado en la huerta de Segorbe, en la partida de El Alvalat, fabricaba papel de estraza161. La expansión comenzada por el sector papelero en la década de 1740 continuó, de forma que en el Censo del año 1747, figuraban ya cuatro molinos papeleros162.

      Castelló, al referirse a Segorbe, afirma: “En su término hai tres molinos de papel fino y en nuestros días se ha establecido en las inmediaciones de la ciudad una fábrica de loza a semejanza de la de Alcora163. En el año 1773, estos tres fabricantes papeleros –Julián Fuertes, Francisco Ferreras y Jaime Tort- y la Cartuja enviaron papel blanco a América. Larruga reseña cuatro molinos, concretamente, dos de papel fino blanco (propiedad de la marquesa de Cruilles y Francisco Ferreras Huarro, respectivamente), otro que elaboraba tanto estraza como papel fino (propiedad de Jaime Tort Torres) y un cuarto, de estraza (quizás, el perteneciente a Matías Lozano)164. En los envíos de papel blanco hacia América correspondientes al año 1782 figuran la Cartuja y cuatro fabricantes, a saber, Joseph Frigola (arrendatario de la manufactura de la marquesa de Cruillas), Jayme Tort, Francisco Ferreras y Xavier Bolumar.

      Aventajaba a todos el molino de papel blanco de la marquesa de Cruilles que disponía de 4 ruedas y 21 pilas, ocupando a 21 operarios. Obtuvo, en el año 1771, privilegios de la Corona, en recompensa por lo avanzado de su tecnología y la calidad de su papel165. Al obtener la real protección, adquirió todas las preeminencias correspondientes, incluido el “uso del escudo de sus reales armas sobre las puertas de ella (manufactura) y demás almazenes que se quisiesen poner en estos reynos, y con el fuero de su Real Junta de Comercio166. Ubicado en la partida del Censal, se vio afectado por sucesivas avenidas, especialmente en los años 1776 y 1782, que lo fueron debilitando, así, en el año 1786 “ha decaído mucho aquella fábrica y se encuentran en el Reyno no pocas que fabrican igual ê incomparablemente mejor papel167. Este molino se arrendó sistemáticamente a fabricantes, entre ellos, Juan Dustou Larrosa168, Jaime Tort Torres y Joseph Frígola (que dio nombre al molino), cuyo arriendo concluyó en el año 1785. Posteriormente, otros fabricantes, como Juan Brugada, se hicieron cargo del molino. En octubre del año 1790, por decreto de Su Majestad y señores de su Real Cámara, se autorizó a Manuel María Monserrat y Acuña, marqués de Cruillas, para que en el término de dos años –luego, se amplió un año más- procediese a la venta de un molino de papel, sito en el término de la ciudad de Segorbe, y dos pedazos de tierra huerta, en el término de la Vega de la ciudad de Valencia, con cuyos fondos se dotarán dos capellanías. La venta de las tierras se hizo efectiva en 1793, siendo adquiridas por Josefa Caro, baronesa viuda de Cheste; sin embargo, no nos consta la venta del molino papelero169. A principios del siglo XIX, estuvo arrendado a Jaime Frígola y Francisco Romaní, este último un fabricante papelero muy conocido por estas fechas170.

      En el año 1744, Matías Lozano y Juana Novella figuraban como propietarios de un molino que fabricaba papel de estraza y de un batán de enfurtir paños, además de diversas tierras (estimaron su hacienda en 1300 libras). Ese mismo año, decidieron hacer “gracia y donación pura y perfecta que el derecho llama inter vivos irrevocable al dicho doctor Mathías Lozano subdiácono”, su hijo pequeño, de los citados artefactos171. Gaspar Pastor, administrador de la real renta del 8%, consideró que dicha donación era “notoriamente fraudulenta, y como á tal, nula172, puesto que se había hecho exclusivamente con la finalidad de eludir al fisco. En efecto, el poner el molino a nombre del sacerdote sólo pretendía soslayar la obligación de satisfacer algunos impuestos, como ocurrió cuando quiso entrar el papel en Valencia173. En el año 1786, Matías Lozano y Roque Pérez entraron en conflicto con la testamentaría de la marquesa viuda de Cruillas, cuando ésta pretendió variar el cauce de la acequia que conducía el agua a su molino papelero174. La testamentaría de la marquesa fracasó en su intento de abrir una acequia nueva por terrenos de propiedad particular.

      Manuel Rodríguez, propietario de un molino de papel emplazado en la partida de Amara, obtuvo el correspondiente establecimiento “de la muy Ilustre Ciudad para conducir y llevar el agua á dicho molino y usar francamente de la que fuere necesario para el uso y aprovechamiento de la indicada su fábrica, tomándola del río (acequia Fonesca)175. No obstante, en el año 1772, los regantes iniciaron un pleito contra los propietarios del molino. El litigio continuaba en el año 1800, cuando el molino ya había sido adquirido por Jaime Tort Torres176.

      El propio Jaime Tort Torres, en el año 1775, solicitó permiso al ayuntamiento de Segorbe para establecer un segundo molino, próximo al anterior, ubicado en la partida de Agustina, para fabricar tanto papel de estraza como blanco177. Las instalaciones manufactureras incluían también un molino harinero de dos piedras y un batán, igualmente, de su propiedad.

      En las últimas décadas del siglo, se aceleró el crecimiento de la industria papelera, como lo atestigua el establecimiento de cuatro nuevos molinos, duplicando el número de manufacturas en muy pocos años.

      Juan Brugada, vecino de Madrid, con intereses en Murviedro y Navajas, figuraba como propietario de dos molinos “que se construyeron en estos últimos tiempos178. Estos dos molinos, conocidos como «el de Lozano» y «el del Tesorero», estaban emplazados ambos junto a la acequia del Censal179, ahora bien, mientras el primero sólo fabricaba papel de estraza, el segundo hacía también papel blanco180. Según la descripción de las Relaciones: “A un quarto de legua de Segorbe, al Oriente, azia la mano izquierda, aun quarto de legua, se pasa el río, y antes hai un molino de papel mui crecido, que se llama del Tesorero, y se encuentra un lugar llamado Carrica, y a un quarto de Carrica, azia el Oriente, está la villa de Castellnovo181.

      Apenas, tenemos datos del séptimo molino papelero, activo en Segorbe a fi-nales del dieciocho. La documentación que poseemos, simplemente nos indica que pertenecía a Francisco Triguella, vecino de la ciudad de Segorbe, pero no nos proporciona más detalles, que permitan hacernos una idea de su tamaño u otras características182.

      El octavo molino en activo pertenecía a Francisco Ferreras Huarro, quien establecería, al poco tiempo, un segundo molino papelero en Navajas. El origen de aquel molino se remonta al año 1767, cuando Manuel Martínez Pradal y Francisca Molina obtuvieron permiso del duque de Medinaceli para establecer un molino harinero en el término de la ciudad de Segorbe, partida de Olietes. Por escritura de 3 de julio de 1788, ante el notario Manuel Holano, los propietarios vendieron dicho molino a Francisco Ferreras. Ferreras amplió las instalaciones manufactureras de forma que junto al molino harinero construyó un molino papelero y una almazara. En sus conflictos con el fisco, Ferreras argumentaba que “la fábrica de papel y el molino arinero es todo una misma finca, situada en la propia idéntica partida y término; que el molino arinero es de muy corto valor, porque no tiene


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