Historia de la industria papelera valenciana. Federico Verdet Gómez

Historia de la industria papelera valenciana - Federico Verdet Gómez


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      Durante la crisis, se produjo una creciente participación del capital extranjero78 y un mayor proceso de concentración, aun así, la baja capitalización implicaba unreducido potencial productivo de las empresas. Los pasivos que arrastra la industria papelera valenciana continúan siendo, básicamente, el predominio de la pequeña y mediana empresa, la pequeña dimensión media de factorías y el endeudamiento de algunas empresas. También debemos considerar el déficit de materias primas, puesto que la industria papelera valenciana mantiene una gran dependencia del exterior. Las mayores empresas utilizan pasta mecánica y, sobre todo, pasta química, que, en gran medida, se importa del extranjero; sólo algunas pequeñas empresas -ha sido tradicionalmente el caso de Buñol- elaboran papel reciclado que, en parte, también se importa79. Entre los principales países abastecedores de materias primas, se encuentran Portugal, USA, Canadá, Finlandia, Suecia y Noruega. Gandia se configuró como el principal puerto de aprovisionamiento de materias primas para las fábricas de papel y cartón, circunstancia que explica su relevancia en el sector.

      La industria papelera valenciana, a partir de los condicionantes citados, debe enfrentarse a retos insoslayables, al mismo tiempo que debe hacer frente a la competencia del papel nacional y extranjero. Mientras los grandes fabricantes dominan el mercado de los papeles de gran consumo, las pequeñas empresas se especializan en la fabricación de papeles especiales con gran valor añadido, así, algunas pequeñas empresas fabrican papeles poco corrientes, cuya demanda está asegurada. Operar en un nicho del sector papelero poco sensible a las oscilaciones de la demanda o del precio de la materia prima se ha revelado como una buena estrategia. También ha dado buenos resultados la manipulación de la mayor parte de su propio papel, con lo que se obtiene mayores beneficios y no se depende tanto de las oscilaciones del mercado. Otra opción, a la que han recurrido algunos fabricantes para hacer frente a las crisis de demanda, consiste en elaborar diferentes tipos de papel, única forma de contrarrestar la inestabilidad del mercado papelero, pero esta opción imposibilita las economías de escala y obliga a inmovilizar mayor capital en existencias.

      La localización preferente de la industria papelera valenciana seguía tres grandes líneas: la proximidad a los grandes núcleos urbanos, las zonas muy industrializadas y el litoral80. En las áreas metropolitanas, próximas a los mercados, se han instalado numerosos talleres y fábricas de manipulados del papel y, sobre todo, de cartones. El desarrollo del cartón está en relación con el envase de productos industriales -zapatos, textiles, azulejos, etc.- y del campo, tanto frutas como hortalizas. La apertura de fábricas de cartón en Betxí ha reforzado a La Plana como una importante concentración papelera, gracias a la expansión de la industria azulejera. La industria papelera alicantina está orientada tanto a las necesidades de la industria del calzado como a las del mercado metropolitano. El potencial papelero de Valencia y otros municipios de L´Horta está en relación directa con el mercado del área metropolitana, de ahí el peso de las fábricas dedicadas a la manipulación del papel y, sobre todo, del cartón. En el área metropolitana de Valencia, la concentración papelera se completa con la instalación más reciente de las fábricas de cartón en Paterna, Quart, Torrent, Beniparell, etc. Alzira, Xàtiva y Gandia se han especializado en la fabricación de todo tipo de envases y empaquetados, fieles a sus orígenes.

      En la Comunidad Valenciana, las últimas décadas del siglo XX, han implicado cambios de consideración en el sector papelero, al mismo tiempo que se ha ido especializando en la fabricación y manipulado del cartón. Mientras en los núcleos históricos iban cerrando numerosas empresas, una tras otra, en la proximidad de las ciudades proliferaban empresas, muchas de ellas de reciente creación, centradas en el manipulado de papel y el cartón. Con la desaparición de la industria papelera de Alcoi y el cierre de la mayor parte de las empresas de la Hoya de Buñol, la industria papelera se localiza casi totalmente en el litoral, con la única excepción de Ontinyent, donde están activas diversas fábricas de cartonajes, aquellas que fueron capaces de adaptarse a las necesidades de la industria textil. El nuevo mapa papelero de la Comunidad Valenciana es fruto tanto de la crisis del papel como de la expansión del cartón. En el Ranking de las mil primeras empresas de la Comunidad Valenciana, en el año 2004, aparecían las siguientes: en primer lugar, con el número 91 por resultados, «Cartonajes Bernabeu S.A.» (Ontinyent), le seguían «Rafael Hinojosa S.A.» (Xàtiva), «Cartonajes La Plana S.L.», «Cartonajes Vegabaja S.A.», «Papelería de la Alquería S.L.», «Cartones Ondulados Levantinos S.A.», «La Clariana S.A.», «Suministros industriales de cartón y envases S.A., «Río Verde Cartón S.A.» (que cerró al poco tiempo) y «Cartonajes Mora S.A.»

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       Segunda parte:

       Principales núcleos papeleros valencianos

       IV. La industria papelera de la provincia de Castellón

      Las primeras manufacturas valencianas modernas se originaron en la cuenca del Palancia y mantuvieron su preeminencia en el ámbito valenciano hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se formaron otros núcleos, especialmente el de Alcoi, que, en poco tiempo, se convirtió en hegemónico. En la provincia de Castellón, además del núcleo del Palancia, adquirieron relevancia las cuencas del Millars y del Sénia, pero también encontramos otros molinos dispersos, en torno a otros pequeños ríos. De norte a sur, se distinguen tres cuencas papeleras, a saber, las de los ríos Sénia, Millars o Mijares y Palancia

      El río de la Sénia constituye la frontera entre las tierras catalanas y valencianas. En su curso medio y en territorio valenciano, concretamente, en las Cases del Riu, una pedanía de Rossell, se formó un núcleo papelero, a mediados del XVIII. Un cuarto de siglo más tarde, acabó cruzando el río y expandiéndose por la orilla catalana. Al conformarse el foco catalán de la Sénia, los molinos de Rossell quedaron en manos de fabricantes catalanes y, por tanto, acabaron más relacionados con la dinámica catalana que con la valenciana.

       Rossell

      En esta localidad, concretamente en Cases del Riu, en el año 1748, Juan Bautista Loustau explotaba un molino de papel blanco, denominado «San José», perteneciente a la Orden del Hospital. Poseemos filigranas de Juan Loustau y Compañía, datadas en los primeros años de la década de 176081. En el año 1771, estando todavía a cargo de Loustau, compartía sus instalaciones con un martinete, un batán y un molino harinero82. En este año, varios testigos de Vinaròs y Rossell confirmaron las premuras de Loustau que, a causa de la sequedad del río de la Sénia, tuvo casi inactivas, durante todo el año, todas sus manufacturas, habiendo perdido incluso sus huertos.

      Hacia el año 1785, este molino fue arrendado a Jaime Pertegàs, papelero de Súria (Vic), que explotaba otros tres molinos de papel en el principado de Catalunya83. Fue un fabricante prestigioso, propuesto como perito para determinar la calidad del papel valenciano desechado por la Real Hacienda. Larruga, sin duda, se refiere a este molino, del que afirma que fabricaba papel blanco. En el año 1798, Jaime Pertegàs firmó un contrato de arrendamiento por cuatro años, debiendo satis-facer un arrendamiento anual de 900 libras, teniendo derecho a incrementar el número de tinas, siempre que las costease el mismo. Este fabricante catalán, en el año 1792, construiría su propia manufactura papelera, también en las Cases del Riu (Rossell)84. Quizás, Jaime Pertegàs, en su nuevo molino, comenzó a fabricar papel de estraza, pues Ricord afirma que, en Rossell, se elaboraba tanto papel blanco como de estraza. En 1803, Gertrudis Más, viuda de Jaime Pertegás, renovó el contrato de arrendamiento, por un período de tres años, que acordó con el administrador de la Orden del Hospital.

      Unos años más tarde, el molino de «San José» fue adquirido por Luis Nicolás Manso, marqués de Ribas y del río Paraná, un indiano de origen vasco. En el año 1826, este molino papelero estuvo arrendado a Mariano Martorell, cuyo contrato fijaba un pago de 13.500 reales de vellón, por medios


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