Isis modernista. José Ricardo Chaves
Tinoco.
El pujante desarrollo teosófico en España se vio truncado con el arribo de Francisco Franco, quien, católico ferviente, se dedicó a perseguir no solo a comunistas y anarquistas, sino también a masones y teósofos, fusilando a algunos de ellos, como ocurrió con el mencionado Manuel Treviño, dirigente teosófico de entonces y maestre de la masonería mixta de Le Droit Humain, así como a la incautación de sus bienes. Pero antes de ese momento nefasto, sin duda España fue el centro de la actividad teosófica en el área hispanohablante, con una competencia fraternal entre Barcelona y Madrid por el liderazgo. Con el franquismo, la actividad teosófica, sobre todo a nivel editorial, se desplazó a Argentina y a México.
Algunos de esos teósofos españoles emigraron a América Latina por diversas razones y llevaron con ellos sus inquietudes religiosas y filosóficas. Están el italiano Alberto de Sarak y su esposa Antonia Martínez Royo, vinculados polémicamente (sobre todo él) a la primera logia teosófica en Argentina, la rama Luz, de 1893; aunque hay que distinguir la fundación legal, con su acta constitutiva, del movimiento real que la antecede, por lo que ya había teosofía en Argentina desde antes de 1893. La primera revista teosófica ahí fue Philadelphia, iniciada en 1898 y extinta en 1903, con Alejandro Sorondo como editor. Soledad Quereilhac añade que
hacia 1899 se fundan otras dos ramas teosóficas en el país: ‘Ananda’ en Buenos Aires, y ‘Casa Rosario’ en la provincia de Santa Fe. Dos años más tarde, en 1901, la Sociedad Teosófica cobra notable presencia en los medios de prensa cuando el presidente en ese momento de la Sociedad internacional, el Coronel Henry S. Olcott, visita las ciudades de Buenos Aires y La Plata para dar algunas conferencias y revisar el funcionamiento de las ramas locales (2008, 75).
En México estuvieron en esas primeras décadas de consolidación teosófica españolas como Belén de Sárraga (1873-1951), feminista, librepensadora. Hija de masón, ella misma masona de la masonería mixta de Le Droit Humain, cercana al espiritismo y a la teosofía, gusto que respondía no solo a su anticlericalismo militante, sino también porque veía ahí libertad de pensamiento, tolerancia, libertad religiosa, como un complemento de las libertades y derechos sociales y políticos (cf. Ramos, 2006). También está el español José Antonio Garro, que vino al país en parte para apoyar el trabajo de espiritistas como Madero y sobre todo el de la Sociedad Teosófica, que en 1906 había fundado su primera logia, “Aura”, que todavía existe. Cuando matan a Madero, Garro es de los pocos que asisten a su entierro e incluso carga su ataúd, asumiendo el riesgo que tal acción conllevaba en ese momento. Una de sus hijas fue la escritora Elena Garro (1916-1998), cuya infancia mágica puede deber algo a la teosofía de su padre. En su novela Testimonios sobre Mariana hay alguna referencia interesante al respecto.
También en Costa Rica la emigración española tuvo un papel importante en la fundación de la Sociedad Teosófica en el país en 1904. Como se señaló, ya desde la década anterior la teosofía había llegado al país por vía de costarricenses que se iban a estudiar a Europa, donde conocían de esos asuntos esotéricos, y volvían a su patria con tales inquietudes activas. Fue el caso de Jorge Castro Fernández, joven abogado formado en Bélgica. En Europa conoció la teosofía y algunas de sus figuras, como A. P. Sinnett, un temprano colaborador de Blavatsky, quien luego se separó de ella, aunque no de su ideología; así como al gran ocultista francés de la Belle Époque, Gérard Encausse, mejor conocido como Papus. También conoció a la baronesa Adelma von Bay (1840-1925), nacida en la actual Ucrania, aunque muy pronto se moviera a Austria y Prusia, e iniciadora del espiritismo en Eslovenia y Hungría. De esto y otras cosas parecidas conversaba con su amigo Rubén Darío, mientras Castro trabajaba como diplomático en Guatemala. Fue una de las primeras referencias teosóficas del poeta nicaragüense, que sabía de masonería, de espiritismo y de folclor macabro, pero no de teosofía. Castro Fernández murió joven en Panamá, de forma repentina, y esto llevó a su amigo Darío a escribir una semblanza necrológica suya, en la que señala que “era un alma del más bello oriente. Apasionado y soñador, tenía algo de apóstol y de poeta” (1927, 154). Y advierte sobre sus gustos espirituales:
Partidario de esas poderosas doctrinas que hoy sostienen la mayor parte de la juventud europea –el consorcio íntimo de la ciencia y la religión, el estudio de la naturaleza, la perfectibidad progresiva del ser humano–, Jorge tuvo a veces que sufrir los prejuicios duros o burlones de los que, apoyados en su ignorancia o en el escepticismo, combatían sus teorías y principios. La afición de Jorge a los estudios filosóficos y teosóficos fue fomentada en Europa por sus tres ilustres amigos que he nombrado arriba [Sinnett, Papus y Von Vay] (154-155).
Si bien es cierto que Jorge Castro supo de teosofía en Europa, ya sabía de masonería desde Costa Rica, pues era hijo de José María Castro Madriz, uno de los primeros presidentes masones de ese país y su patrocinador, no solo ahí, sino también en el resto de Centroamérica.
También está el caso de la dama escritora mencionada antes por Roso de Luna, María Fernández de Tinoco, hija del reformador educativo Mauro Fernández, casado con inglesa. Ella vivió parte de su juventud en Inglaterra, y pudo haber conocido ahí mismo sobre teosofía, en especial dado el perfil progresista de su familia materna en el área de la educación femenina. Así, no es raro que, de vuelta al país, participara en la primera logia teosófica, “Virya”, fundada en 1904, aunque desde antes ya funcionaba un grupo de estudio informal alrededor de la figura del pintor español Tomás Povedano.
Cuando se leen los nombres de algunos de los primeros miembros de la teosofía costarricense, ciertos apellidos se repiten: Field, Povedano, Fernández [Guardia] [Le Capellain], Brenes [Mesén], Bertheau, Odio… Había un componente extranjero fuerte, sobre todo anglófono (Field) y español, llegados estos últimos directamente desde Iberia (Povedano) o indirectamente desde Cuba (Odio, Bertheau). La teosofía aparece vinculada a sectores de alta burguesía (políticos, financieros, sociales, artísticos), pero también de clase media (comerciantes, profesionales, educadores). Esto llevó a tensiones políticas notables, entre lo más renovador (el gobierno de González Flores) y lo más conservador (el gobierno de Tinoco). Estéticamente formó parte de la renovación modernista.
Fue sobre todo en las dos primeras décadas del siglo XX cuando se fundaron las primeras logias teosóficas en los países del orden panhispánico, con excepción de España y Argentina, que son de 1893, aunque en el primer caso ya funcionaba desde 1889 un grupo encabezado por Xifré y Montoliu, según vimos. De allí salió justamente Juan José Jiménez y Serrano, quien estableció la primera logia en Cuba en 1901. Algunas fechas de fundación institucional de primeras logias son: Chile, tanto en Valparaíso como en Santiago, en 1902; Costa Rica en 1904, acompañada de la publicación de la notable revista ya mencionada Virya. Estudios de Teosofía, Hermetismo, Orientalismo y Psicología (1908-1916 en una primera gran etapa; continuó hasta principios de los años treinta); Uruguay en 1905; México y Puerto Rico en 1906; Venezuela en 1908; El Salvador en 1910; Paraguay en 1912, en este caso con el apoyo de otro teósofo español en el exilio, Viriato Díaz Pérez (1875-1958); Bolivia en 1914, y de forma más bien tardía, Colombia en 1921 y Perú en 1924.
Por el tiempo en que la teosofía se expandía por el mundo hispanohablante ya Blavatsky había muerto, y la versión que se propagó en el nuevo siglo fue la de la segunda generación teosófica, encabezada por Annie Besant y C. W. Leadbeater, de rasgos distintos de la primera. En la medida en que Besant y Leadbeater impulsaron el proyecto mesiánico de Krishnamurti, éste también corrió paralelo al empeño de la Sociedad Teosófica de la época, con su propia organización, la Orden de la Estrella de Oriente (Order of the Star of the East), de aquí que uno de los temas dominantes en esta teosofía naciente en Iberoamérica fuera Krishnamurti. Otras organizaciones impulsadas por Besant fueron la Comasonería (un tipo de masonería mixta denominada Le Droit Humain) y la Iglesia Católica Liberal (capitaneada por J. I. Wedgwood y C. W. Leadbeater), que también tuvieron sus grupos correspondientes en países como Costa Rica (desde donde irradió al resto de Centroamérica, parte del Caribe e incluso a Colombia) y Argentina.
Estructura de la antología
Dados los antecedentes de las dos corrientes esotéricas abordadas en este libro, podemos ahora presentar los lineamientos seguidos para ordenar los materiales recogidos. He dividido el conjunto