Contratos. Freddy Escobar-Rozas

Contratos - Freddy Escobar-Rozas


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primero emiten un juicio moral y luego intentan justificar ese juicio con algún criterio de orden racional. La idea en cuestión parece explicar esta forma de actuar de las personas.

      Debido a que los valores indicados se encuentran en la psiquis de las personas de manera innata, éstas, de forma automática e instintiva, consideran que es inmoral: que el padre agreda al hijo (violación al valor protección), que una parte oculte información a la otra (violación al valor corrección), que el hijo agreda al padre (violación al valor autoridad), que un cónyuge sea infiel al otro (violación al valor lealtad), que se practique el canibalismo consentido, el intercambio sexual entre hermanos, etc. (violación al valor puridad).

      Los factores culturales juegan un rol crucial al momento de definir dos elementos críticos en el proceso del juicio moral. El primero determina qué valores son los más trascendentales. El segundo determina qué conductas representan cada uno de los valores en cuestión. En el mundo occidental, el valor “corrección” es más importante que el valor “autoridad”. Empero, en el mundo musulmán, el valor “autoridad” es más importante que el valor “corrección” (insultar a un clérigo puede ser penalizado con castigos físicos). En el mundo occidental, el valor “corrección” obliga a las personas a no otorgar preferencia a sus familiares en el ámbito laboral (si el gerente general de la compañía contrata a su hermano como proveedor, los accionistas pueden removerlo por violar las normas sobre conflictos de interés). Empero, en el mundo oriental, el valor “lealtad” obliga a las personas a otorgar preferencia a sus familiares, incluso en el ámbito laboral.

      III. DISCURSO NORMATIVO

      Desde una perspectiva normativa, la moral comprende todas aquellas conductas que los integrantes de determinado grupo han de realizar o evitar realizar, bajo ciertas condiciones, en su condición de agentes racionales.

      A diferencia de la perspectiva positiva, la perspectiva normativa se ubica en el plano del deber ser. Ese plano requiere, inevitablemente, la definición de un “fin supremo”, que permita construir el juicio racional de lo permitido y de lo prohibido.

      Para entender el utilitarismo, es preciso situarse en el contexto histórico en el que surge. La Europa occidental de los siglos XVII y XVIII es testigo de dos revoluciones trascendentales en la historia de la humanidad: la revolución científica y la revolución filosófica (Ilustración).

      David Hume e Immanuel Kant describen, con fuerza y lucidez, el nuevo temperamento y la nueva actitud de la sociedad occidental:

      “And as every quality which is useful or agreeable to ourselves or others is, in common life, allowed to be a part of personal merit; so no other will ever be received, where men judge of things by their natural, unprejudiced reason, without the delusive glosses of superstition and false religion. Celibacy, fasting, penance, mortification, self-denial, humility, silence, solitude, and the whole train of monkish virtues; for what reason are they everywhere rejected by men of sense, but because they serve to no manner of purpose; neither advance a man’s fortune in the world, nor render him a more valuable member of society; neither qualify him for the entertainment of company, nor increase his power of self-enjoyment? We observe, on the contrary, that they cross all these desirable ends; stupefy the understanding and harden the heart, obscure the fancy and sour the temper. We justly, therefore, transfer them to the opposite column, and place them in the catalogue of vices; nor has any superstition force sufficient among men of the world, to pervert entirely these natural sentiments. A gloomy, hair-brained enthusiast, after his death, may have a place in the calendar; but will scarcely ever be admitted, when alive, into intimacy and society, except by those who are as delirious and dismal as himself”

      (Hume, 1751, p. 219)

      “Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! (…) Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con gusto menores de edad durante toda su vida, pese a que la Naturaleza los haya liberado hace tiempo de una conducción ajena (haciéndoles físicamente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros el erigirse en tutores suyos (…) El que la mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo) consideren el paso hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de muy molesto, es algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amablemente han echado sobre sí esa labor de superintendencia. Tras entontecer primero a su rebaño e impedir cuidadosamente que esas mansas criaturas se atrevan a dar un solo paso fuera de las andaderas donde han sido confinados, les muestran luego el peligro que les acecha cuando intentan caminar solos por su cuenta y riesgo. Más ese peligro no es ciertamente tan enorme, puesto que finalmente aprenderían a caminar bien después de dar algunos tropezones; pero el ejemplo de un simple tropiezo basta para intimidar y suele servir como escarmiento (…) Mediante una revolución acaso se logre derrocar un despotismo personal y la opresión generada por la codicia o la ambición, pero nunca logrará establecer una auténtica reforma del modo de pensar; bien al contrario, tanto los nuevos prejuicios como los antiguos servirán de rienda para esa enorme muchedumbre sin pensamiento alguno. Para esta ilustración tan solo se requiere libertad y, a decir verdad, la más inofensiva de cuantas pueden llamarse así: el hacer uso público de la razón en todos los terrenos.”

      (Kant, 1784, 2019, p. 88-90).

      Si en esta nueva realidad los textos sagrados no pueden proporcionar criterios válidos que sustenten la teoría moral de la acción humana, ¿cómo construir esa teoría?, ¿qué elemento ha de sustentarla?

      La Ilustración


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