Contratos. Freddy Escobar-Rozas

Contratos - Freddy Escobar-Rozas


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de las personas. De todas las características que poseen las personas, la capacidad (natural) de sentir placer y dolor es, para los pensadores británicos, la que las define en términos morales. Por tanto, esos pensadores consideran que la finalidad suprema de la moral ha de ser la obtención del placer y la supresión del dolor. Nace de este modo el utilitarismo.

      La tesis utilitarista supone que la moralidad de las acciones ha de ser evaluada en función de las consecuencias que generan: felicidad, placer; infelicidad, dolor. Dichas consecuencias, sin embargo, no han de ser consideradas de acuerdo con la perspectiva individual sino más bien de acuerdo con la perspectiva social.

      Examinemos, en primer lugar, el pensamiento de Bentham expuesto en una de sus obras más influyentes: “An Introduction to the Principals of Morals and Legislation” (1780).

      Bentham sostiene que el principio de utilidad puede ser aplicado con el fin de determinar la moralidad (i) de las acciones que afectan a una persona y (ii) de las acciones que afectan a la comunidad. Bentham aclara que la comunidad no es más que un “cuerpo ficticio”, pues se reduce a los integrantes que la conforman. Por tal razón, cuando se analiza el bienestar de la comunidad X, ha de tomarse en consideración únicamente los intereses de las personas que conforman tal comunidad (Bentham, 1780, p. 3).

      Bentham reconoce que, en el plano de la comunidad, una acción puede tener tantos efectos positivos (beneficios) como efectos negativos (costos). En otras palabras, en el plano en cuestión, una acción puede incrementar el bienestar de algunas personas, pero reducir el bienestar de otras personas. En tal escenario, ¿cómo ha de juzgarse el valor moral de la acción? Según Bentham:

      “An action then may be said to be conformable to the principle of utility, or, for shortness sake, to utility (meaning with respect to the community at large) when the tendency it has to augment the happiness of the community is greater than any it has to diminish it”

      (Bentham, 1780, p. 3).

      En consecuencia, una acción será moralmente valiosa, en términos sociales, solo si los beneficios que ha de generar, de acuerdo con su tendencia general, son mayores a los costos que ha de imponer, de acuerdo con tal tendencia.

      La teoría de Bentham es objeto de diversas críticas. Tres son especialmente relevantes. ¿Es posible sacrificar la libertad de las personas bajo la condición de que los beneficios excedan a los costos? Si la obtención del placer es el “fin moral supremo”, ¿qué diferencia a las personas de los animales? ¿Es razonable considerar que, en los hechos, las personas realizan un análisis ex ante de los costos y beneficios de sus acciones? (Sandel, 2009, pp. 37 y 41).

      En “On Liberty”, Mill formula y defiende el principio esencial de la filosofía libertaria: la necesidad de que el Estado y la organización social respeten la libertad de las personas, de forma que estas tengan la posibilidad de realizar todas las acciones que consideren apropiadas, siempre que no ocasionen daños injustos. En base a este principio, el Estado y la organización social solo pueden interferir y afectar la libertad de las personas para evitar que se produzca un daño injusto:

      “The sole end for which mankind are warranted, individually or collectively, in interfering with the liberty of action of any of their number, is self-protection. That the only purpose for which power can be rightfully exercised over any member of a civilized community, against his will, is to prevent harm to others. His own good, either physical or moral, is not a sufficient warrant. He cannot rightfully be compelled to do of forbear because it will be better for him to do so, because it will make him happier, because, in the opinion of others, to do so would be wise, or even right. These are good reason for remonstrating with him, or reasoning with him, or persuading him, or entreating him, but nor for compelling him, or visiting him with any evil in case he do otherwise”

      (Mill, 1859, 2001, p. 13)

      Establecido el principio fundamental que reconoce la necesidad de respetar la libertad de las personas (en ausencia de daño injusto), Mill reconcilia ese principio con la filosofía utilitarista de Bentham. Así, sostiene que la necesidad en cuestión descansa en la obtención de un beneficio:

      “It is proper to state that


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