Historia de Venezuela, Tomo I. Aguado Pedro de

Historia de Venezuela, Tomo I - Aguado Pedro de


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viendo delante de sus ojos aquellas gentes, y que casi les hazian cocos con las joyas y adereços de oro que sobre si trayan, buscaban y baçilaban sobre que modo podrian tener para pasar seguramente el agua y entrar en la ysla a despojar aquellos miserables de sus tesoros; y podemos deçir questos yndios ellos mesmos se hazian la gerra y se ponian açechanças, pues mostrando o haziendo ostentacion de las joyas y oro que tenian a sus contrarios, les davan abilantez y ponian espuelas a su codiçia, para que con mas calor procurasen de pasar a donde ellos estaban, y al fin, despues de muchos acuerdos que sobre ello el governador abia tenido, fue rresoluto en que todos los mas de a caballo se echasen al agua en sus caballos y fuesen a dar en aquella gente, que teniendose por muy seguros con la fortaleza de que naturalmente estaba cercado aquel sitio, con las aguas que lo fortificaban, no esperaban rrecibir ningun daño de los españoles ni tenian pensamiento de mudarse ni apartarse de alli, antes, como he dicho, casi ponian por señuelo el oro y rriquezas que tenian, entendiendo con la bista de ello atormentar los codiciosos animos de los españoles y su governador.

      Determinados ya el governador y sus soldados de seguir la toma de aquel ysleo con esta yndustria, rremitiendo el fin del susceso a lo que su fortuna guiase, pusieron en obra su acuerdo, y cabalgando en sus caballos hasta treinta españoles con sus armas, se arrojaron al agua, y gobernando con los frenos los caballos y animandolos con las espuelas, sin que ninguno dellos peligrase ni pereciese, pasaron nadando a la ysla, donde los yndios, casi atonitos y sin sentido de ver aquella nueba manera de nabegar de los españoles, se hallaban tan confusos entre si que avnque tenian las armas en las manos, no vsaron de ellas con la presteça que era rrazon para defender la entrada a los españoles, lo qual pudieron hazer con façilidad por ser el sitio donde estaban acomodado para ello.

      Despues que en la ysla vieron a los españoles començaron a vsar de las armas para ofendellos con el tumulto y alaridos con que todos generalmente lo suelen hazer; mas como los españoles estaban ya en tierra, donde podian aprovecharse de sus caballos y ser señores dellos, començaron a correr y escaramuçear por entre los yndios, hiriendo a todas partes, de suerte que sienpre los yvan ahuyentando y constriñendo a que se rrecogiesen al agua, donde les era a los yndios el daño doblado, porque como la laguna era honda y la gente mucha, cayan vnos sobre otros, y el que no sabia nadar llevaba al hondo al que sabia, y asi perecieron muchos, sin los que en tierra fueron muertos, y sin otras muchas gentes de todo sexo que amedrentadas de ver la ferocidad de los caballos y crueldad de los que los seguian, se arrojaban al agua a guareçer en algunas canoas de las que por alli tenian.

      Los españoles quedaron señores de la ysla y obieron preso al caçique o señor de aquellas gentes que, como he dicho, se llamaba Tamalameque, con otros algunos yndios prinçipales y mucha parte de sus riquezas y oro, con que se pasaron muy contentos a donde el Governador estaba con la demas gente mirando el suceso desta guaçabara, a quien entregaron luego todo el despojo y presa que en ella se abia abido, que fue cantidad de oro. Holgaronse todos con el buen suceso que alli abian tenido; pusieron a rrecado el prinçipal Tamalameque, de quien esperaban aber gran suma de oro por su rrescate, y hizieron asiento alli por algunos dias, asi porque la gente descansase, como por la mucha rriqueza que desta provinçia esperaban sacar, segun los buenos prinçipios que abian bisto y despojo que en este primer reencuentro obieron.

      CAPITULO SIETE

      Como estando los españoles divididos se juntaron mucha cantidad de yndios y binieron a sacar de poder de los españoles a su caçique, y como Miçer Anbrosio enbio a Gascuña a Coro por mas gente y soldados.

      Dende39 a pocos dias algunos soldados quisieron pasar adelante, sin haçer en esta provinçia mucho asiento, mas Miçer Ambrosio, biendo la fertilidad de la tierra y las muestras de oro que en aquellas primeras vistas abia abido, considero que podia aber en esta provinçia alguna parte de lo mucho que deseaba, y asi, con acuerdo de los mas, determino entretenerse en esta provinçia algunos meses hasta ber y avn aber toda la rriqueza que en la tierra abia, con la qual rresoluçion enbio luego vn capitan o cavdillo con la mitad de la gente, que serian nobenta honbres, a ber lo que abia en çiertas poblazones que çerca de alli estaban, y el se quedo en su alojamiento con la demas gente y con el caçique y los demas prinçipales.

      Los yndios desta provinçia, viendo que mucha parte de la gente española andaba fuera del canpo, pareçioles que era tienpo oportuno y que se les ofreçia ocasion en que pudiesen rrecobrar a su caçique o señor, con lo demas que en la guaçabara perdieron; y no perdiendo tienpo se conbocaron y juntaron, según afirman personas que se hallaron presentes, mas de diez mil yndios de gerra y bien adereçados, conforme a su vso y costumbre de militar. Metidos en la cantidad de canoas que para tanta gente era menester, se vinieron nabegando hazia el rreal de los españoles; y segun pareçio despues, estos yndios, como abian visto yr fuera los españoles que se a dicho, creyeron que en el alojamiento quedaban muy pocos, a los quales façilmente desbaratarian y matarian; y como saltando en tierra y llegando a donde el governador Miçer Ambrosio estaba rrancheado, viesen la gente que con el estaba, se les mudo el animo de tal suerte que jamas ninguno de ellos se atrevio a prinçipiar la guaçabara ni acometer a los españoles, sino como honbres desatinados, començaron a deçir que les diesen su caçique muy porfiadamente y con muchas bozes. El Governador, conoçiendo la pusilanimidad y cobardia que los yndios consigo trayan, mando a los españoles que se estuviesen quedos, y no les consintio que moviesen las armas contra aquella amedentrada gente, y al qual asi mesmo mando que dexasen luego las armas, donde no que alli serian todos muertos por su gente. Y los yndios, como estaban de suyo tan acobardados y perdido el animo, y de nuebo los amenazaba Miçer Anbrosio, obedeçieron luego su mandado, y soltandolas todos en el suelo, se rrindieron a boluntad y merced del Governador. Dizen los que presentes se hallaron, como por cosa de maravilla, que era tanta la cantidad de armas que estos yndios trayan, que juntas y hecho vn monton, no se pareçia vn honbre de a caballo de la otra parte. Yo no tengo esta maravilla por tal, pues sabemos que en la Nueba España y en el Piru este ayuntamiento de armas, que aqui eran arcos y flechas y macanas, alla era oro y plata; y en la Nueba España se junto en la plaça vn monton de oro y plata que no se pareçian dos honbres, el vno puesto de la vna parte y el otro de la otra; y en el Piru fue de mucho mayor numero.

      Mando Miçer Anbrosio a los yndios que se bolviesen, y que si querian llevar o aber a su caçique, a quien benian a buscar, le traxesen çierta cantidad de oro que el alli les señalo. Los yndios se bolvieron y fueron paçificamente, sin hazer mas acometimiento ni daño en los españoles del que se a dicho, dexando sus armas, que por hartos dias sirvieron de leña para las coçinas de los españoles; y metiendose o enbarcandose en sus canoas se bolvieron a sus poblazones.

      La gente que abia ydo a descubrir, bolvio desde a pocos dias con algun oro, que generalmente, en toda esta provinçia, lo tenian los yndios, y oy dia lo tienen.

      Estubose Miçer Ambrosio en esta rrancheria o alojamiento haziendo entradas o correrias de vna parte a otra casi vn año, en el qual tiempo, asi de lo que rranchearon y tomaron forçiblemente a los yndios como de lo que les daban de presentes y el caçique dio por su rrescate, obieron el gobernador y sus soldados mas de setenta mil pesos de buen oro. A cabo deste tienpo, ya que estaba arruynado y corrido y esquilmado todo lo que en esta provinçia de Tamalameque abia, acordo Miçer Anbrosio pasar adelante con su descubrimiento y jornada, y pareciendole poca gente la que tenia para tan larga entrada como se le ofrecia, porque de la gente que de la laguna saco se le abian muerto, asi en la gerra como de enfermedades, mucha parte de sus soldados(A), acordo enbiar vn cavdillo con algunos soldados y alguna parte del oro que alli se abia abido a Coro, para que juntase toda la mas gente que pudiese, dandoles todo abio del oro que llevasen y con toda brevedad bolviesen y le siguiesen por el rrastro y vestigio de la derrota que el de alli tomaria. Y para este efecto nombro y señalo a vn capitan Gascunia o Gascuña, natural de Arebalo(B), y le dio veynte y cinco soldados, y asi los sesenta mil pesos, que era parte del oro que se abia abido en esta provincia de Tamalameque, para que con aquella ostentacion y muestra de rriqueza mobiese los animos de los soldados y los atraxese asi, para que con mayor voluntad lo siguiesen.

      Partiose Gascuña con la gente que le fue dada, la buelta de Coro y provinçia de Venençuela, de cuyo viaje en el siguiente capitulo trataremos largo, y el gobernador Miçer Ambrosio por entonçes se quedo alli en el alojamiento y rrancheria de Tamalameque, y donde a poco tiempo alço su


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En la edición de Caracas, desde.