Historia de Venezuela, Tomo I. Aguado Pedro de
acordaron embiar por la gente enferma que abian dexado en el alojamiento del rrio Macomite; y enbiando a la ligera tres soldados buenos peones y atrevidos, que fueron Alonso de Olalla y Alonso Martin de Quesada y Diego de Agudo, les mandaron que fuesen á dar abiso á la gente enferma que se aperçibiesen y estubiesen a punto para quando los caballos llegasen por ellos que luego se partiesen. Estos tres soldados españoles81, con solas sus personas, espadas y rrodelas, se metieron temerariamente por entre las provinçias dichas y por otras, aventurandose a ser presos de los yndios; y queriendolos Dios guardar, pasaron sin rreçebir ningun daño y llegaron al alojamiento donde abía quedado la gente enferma, de los quales hallaron muy pocos bivos, que con las enfermedades y hambre y poco rrefrigerio, todos los más se abian y estaban muertos en sus propios lechos y hamacas, sin que los bivos, que eran bien pocos, los pudiesen enterrar ni dar sepoltura, ni avn creo que vsar los vnos con los otros de ninguna obra de misericordia. Los tres soldados quedaron admirados de ver la mortandad que en el alojamiento hallaron, y los que estaban bivos sintieron tanto plazer en bellos, que olvidados de sus enfermedades saltaban de las camas a congratularse con ellos, dando no solo con palabras muestras de su alegria, mas con abundançia de lagrimas que de sus ojos bertian. Entre sanos y enfermos determinaron hazerse vn conbite ó banquete para mejor celebrar su alegria y contento, y para efetuallo mataron vn borrico pequeño que rremaneçio82 en aquella rrancheria, y con dos pares de bollos de mayz que á los tres soldados les abia sobrado del matalotaje, a medio asar la carne, se sentaron a comer, por lo qual entiendo que avn hasta agora no la an digirido algunos.
Con esta çena o conbite y con el contento dicho, se esforçaron los enfermos y cobraron animo para mejor sufrir su calamidad, y de alli adelante lo pasaron mejor, porque con algunos bledos que los soldados que en socorro abian ydo les cojian y cozian de los que abia por alli naçidos, se sustentaron hasta que llegaron los caballos, y subiendolos en ellos caminaron a donde estaba la demas gente; y como estaban tan debilitados y consumidos y los rregalos que se les hicieron fueron tan pocos y el caminar a caballo suele matar los sanos quanto mas los enfermos, se yvan muriendo por el camino hasta que llegaron á juntarse con los demas españoles, donde esos pocos que bivos quedaron fueron rreformados y curados, y dende a poco se partieron deste alojamiento donde abian estado esperando los enfermos, y prosiguiendo su derrota caminaron algunos dias trabajosamente, al cabo de los quales llegaron al Cabo de la Bela, donde hallaron al tiniente Nicolas Fedreman, que era ya llegado de Santo Domingo con ochenta honbres y cantidad de caballos y comida que abia rrecogido de por alli çerca y el abia traydo de Santo Domingo.
Alegraronse mucho todos estos capitanes y soldados de hallar alli a su General, por el buen socorro que les tenia de comida y rropa para bestirse. Fedreman, asi mesmo, se holgo de ber su gente, avnque no dexo de sentir la mucha que le faltaba y se abia muerto. Luego, su tiniente o alcalde mayor, Antoño de Chabes, le dio notiçia de como estaba con ellos el capitan Rribera, que con çiertos soldados abia salido de Santa Marta a hazer esclabos, como se a dicho, y que por hallallo en su juridiçion o governaçion el los abia preso y los tenia alli para que hiziese dellos a su voluntad. El gobernador Fedreman mando luego pareçer ante si el capitan Rribera y a los demas soldados que con el salieron de Santa Marta, y les hablo muy afablemente, ynduziendolos a que lo siguiesen de su voluntad; en fin de lo qual les dixo que el tenia por señor y padre al dotor Infante, governador de Santa Marta y Oydor de Santo Domingo, por cuyo mandado abia venido alli, al qual no queria desgustar ni dar ninguna pesadumbre; que avnque lo abian hecho mal en entrar a hazer esclabos en aquella tierra, que era de su distrito, lo de hasta alli pasase, y dende en adelante no lo hiziesen, sino que se rrecogiesen á su governaçion, y si entre ellos avia algun soldado que de su voluntad quisiese quedarse en su compañia que el se lo agradeçeria y tendria muy particular quenta con su persona, y sino que ninguno quedase y fuesen con la bendiçion de Dios, ofreçiendoles si abian menester algun abio o socorro para su camino. El capitan Rribera y sus soldados tubieron en mucho el parlamento que Fedreman les habia hecho, tan aconpañado de buenos cunplimientos y amorosas palabras y ofreçimientos, qui si no lo tubieran en aquel tiempo por cosa fea el no bolver a dar cuenta a sus governadores, desde luego se quedaran con el; mas forçados desta costunbre se despidieron y apartaron de Fedreman para yrse la buelta de Santa Marta, eçeto tres soldados que vsando de su libertad no quisieron seguir a su capitan Rribera y se quedaron alli con el general o tiniente Fedreman, el qual se detubo en este alojamiento del Cabo de la Vela algunos dias, yntentando, con çierto artifiçio de rrastros, si podia sacar perlas de la mar, lo qual por entonçes fue de ningun efecto y fue en bano su trabaxo. Mas agora entiendo que gozan de ello los vezinos del rrio de la Hacha, que çerca deste Cabo de la Vela habitan, los quales an sacado y sacan muy gran cantidad de perlas, de donde Fedreman no las pudo sacar, el qual viendo quan mal le yva con la grangeria de las perlas, determino dexalla y dar horden en la prosecuçion de su descubrimiento y jornada, en la forma que adelante se dira.
CAPITULO SIETE
En el qual se escriven algunas cosas de las que al governador Jorge Espira y a sus soldados les subçedio en el ynbernadero del rrio Opia, y como paso de alli adelante.
Con la fuga de las aguas del ynbierno creçio tanto el rrio de Opia, en cuyas rriberas se abia alojado el governador Jorge Espira con sus compañeros, que con su ynvndaçion cubrio muchas tierras comarcanas al alojamiento, conque cavso muy gran daño a los españoles, que con esto eran ynpedidos a no poder salir a poblazones apartadas a buscar comida, y asi les sobrevino tan afligida hanbre que les cavsaba enfermedades y otros daños con que eran muertos; y por otra parte eran danificados de los tigeres, que como a lugar mas alto y seguro de las aguas, se abian rrecogido muy gran cantidad de ellos a donde el rreal de los españoles estaba alojado, que en pocos dias les abian llevado delante de los ojos y avn casi de entre las manos muy gran cantidad de yndios e yndias ladinos que les servian, y entre ellos algunos españoles; y entre otros a quien esta desgraçia les subçedio fue a vn Manuel de Serpa, portuges, que abiendo salido con otros conpañeros a coger cierta fruta, no muy desbiado del alojamiento, llamada hobos, que era el prinçipal mantenimiento con que se sustentaban los españoles, vn tigere llego desvergonçadamente, y con su bruto y cruel atrevimiento, delante de los demas españoles, le dio con las manos vn golpe o manotazo a este portuges en la cabeça que la hizo pedaços, y pasando por entre los demas el tigere armado o enrrizado, no obo quien osase herille ni hazelle mal ninguno.
Trayan estos animales tan amedentrada toda la gente, que hasta los caballos sentian el daño y no osaban salir ni apartarse del alojamiento a paçer, por estar algunos heridos y lastimados de ellos; y las espias que para rreguardo del campo se suelen poner en lugares acomodados para ello y junto a los caminos por donde mas el peligro se teme, no daban lugar los tigeres a que asi se hiziese ni se guardase en esto ni en otras muchas cosas la diçiplina militar, mas ynterronpiendolo todo eran cavsa que los que hazian la guardia y servian de espias y velas hiziesen sus oficios encima de arboles muy altos, a donde avn del todo no se tenian por seguros, segun las astucias y trayçiones de que vsa este carnicero animal por aber y matar alguna persona.
Y viendo el governador la calamidad que su gente padeçia por falta de comida, acordo que se hiziese vna balsa de maderos libianos para en ella atrabesar el rrio de Opia y pasar a vn lugarejo que de la otra parte estaba, a proveerse de alguna comida; y poniendo en efecto este acuerdo, hizieron la balsa en quinze dias, bien grande, en que cabian buen golpe de gente, la qual echaron en el agua y en ella entraron todos los soldados que cupieron, y con su çierta manera de rremos y otros soldados buenos nadadores, que yendo por el agua nadando tiravan con cabuyas o sogas de la balsa para ayudalla a nabegar y pasalla de la otra banda, començo a engolfarse en aquel ancho rrio; y llegando al medio de la corriente y fuga del agua, fue façilmente desbaratado el govierno de la nabegaçion, y llevandola el rrio con la corriente fueron todos los españoles que en ella yvan puestos en condiçion de ser muertos; porque los yndios que de la otra banda estaban, biendo que la yndustria de los nuestros no abia sido tal que bastase a cortar por la corriente del agua y asabesar83 el rrio, antes abian sido señoreados y sojuzgados del, llevandolos el agua por do abia querido, prestamente entraron en sus canoas con sus rremos o canaletes y armas en las manos, y endereçando las proas a la balsa partieron con animos de ganar vna buena vitoria y aber en su poder toda la gente que en la balsa yva, si sus desinios no fueran estorvados
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En la edición de Caracas:
82
En el original está escrito
83
Debe querer decir