Historia de Venezuela, Tomo I. Aguado Pedro de
de atras les abian dado de las rriquezas de adelante.
De estos propios soldados que aqui se hallaron con Jorge Espira an querido y avn quieren afirmar que esta notiçia que con astuçia de aber libertad les dio esta yndia de aber visto y conoçer españoles en aquella tierra y estan en la parte dicha, es çierta y verdadera, y que es la gente que Don Diego de Ordax perdio viniendo al Marañon; y lo que açerca desta gente de Ordaz ay que saber yo lo tengo escrito en esta Istoria, tratando de aquella propia jornada, y los propios soldados de Ordaz que oy son bivos afirman que en el Marañon no se perdio ninguna gente de los de su conpania, sino en vnos baxos. De los que alli se perdieron en el propio batel de la nao escaparon çiertos soldados que dieron notiçia de la perdiçion y anegaçion de los demas; y como en la propia parte trate, esto de dezir que ay españoles en aquellas provinçias del Dorado o sierras del Sur, es ynbençion sembrada mañosamente, para con esta color persuadir a los governadores que consientan juntar gente para yr a buscallos; de la qual fama y dibulgaçion tubo notiçia Su Magestad en España el año de mil quinientos y çinquenta y nuebe, y embio vna çedula rreal al Avdiençia del Nuebo Rreyno de Granada para que se ynformasen de los naturales que gente españoles abia perdidos en aquellas provinçias del Sur, y avnqne diligentemente lo procuraron, no hallaron ninguna evidençia ni claridad de ello, y asi se dexo caer.
Porque es çierto que vn solo cristiano que Su Magestad entendiera que abia en aquellas partes entre yndios, es tanto el entrañable amor que a sus subditos y vasallos tenia y tiene, que sobre el libertarlo obiera puesto toda la diligençia posible. Aliende desto, como poco a dixe, el rrio Marañon esta tan desviado desta provinçia y paraje de donde voy tratando quanto atras queda declarado. Luego sigese que avnque se obiera perdido gente en el Marañon, que no podia aberse apartado tanto del, ni metidose en la tierra, por ser los descubrimientos y conquistas de aquel tienpo de tal condiçion que consumian en breve tienpo muy grandes compañias de gentes. Y esto no lo digo porque por ello pretenda deshazer la grandeza de la tierra que en aquellas del Sur ay, que llaman el Dorado, porque yo por muy çierto tengo en este caso la comun opinion y notiçia que siempre an dado los naturales, algun prinçipio de la qual vio Felipe de Utre el año de quarenta y siete, quando salio herido y casi huyendo y admirado y espantado de aquel prinçipio que vio el y los que con el yvan, que los naturales vezinos de aquella tierra y amigos suyos le vendieron por muy pequeña cosa en conparaçion de lo que adelante abia, como en su lugar mas largo lo dire, tratando de su jornada, y lo mesmo confirmo despues Don Pedro de Silba, que yendo con vnos pocos compañeros enfermos y mal adereçados, vio vn prinçipio de poblazones y gentes tan rricas y tantas que le fue neçesario sin dalles ninguna pesadumbre, bolverse por do abia entrado, de lo qual tanbien en su lugar dire como paso.
Y pues tantos testigos ay y de tanto credito, por muy çierto se puede tener la feliçidad de aquella tierra; y porque sobre todo lo dicho tocante al Dorado y a la gente de Ordas, se trata mas largo en la parte rreferida, podre çesar aqui la platica, y avn rrogar a estos señores governadores y sus soldados que se entretengan vn poco buscando que comer en estos arcabucos, en tanto que rrecorremos la salida del tiniente Fedreman del Cabo de la Vela em prosecucion de su jornada, y declaramos algo del suçeso della.
Solo me rresta aqui dezir que los soldados y capitanes de Jorge Espira se conformaron con la voluntad de su governador, y siguiendola no curaron de tratar mas en lo que la yndia dezia, con proposito de seguir su descubrimiento, como lo llevaban començado por la halda de la cordillera del Rreyno.
CAPITULO DIEZ
Como Fedreman partio del Cabo de la Bela y se metio la tierra adentro, donde torno a encontrar con el capitan Rribera y lo prendio a el y a sus soldados, y dio la vuelta a la laguna de Maracaybo por diferente camino.
En tanto que los trabaxos preferidos padeçia el governador Jorge Espira y sus soldados, al teniente Fedreman no le subçedian sus cosas tan prosperamente que no partiçipase de las mesmas calamidades e ynfortunios92; porque despues de aber estado algunos dias en el Cabo de la Bela, fueron rresolutos el y sus capitanes y gente que siguiesen las pisadas y camino que Miçer Ambrosio abia llevado, porque en su compañia abia algunos soldados de los que escaparon de aquella jornada, que le certificaban que si llegaba al paraje donde Micer Ambrosio llego y de alli proseguia adelante con su descubrimiento, que podia dar en alguna tierra prospera y feliçe, por abelles pareçido en alguna manera buena dispusiçion de tierra la de adelante hacia el Norte; avnque a otros que con Miçer Ambrosio yvan les pareçio lo contrario, por la poca voluntad que de pasar adelante tenian, afligidos de los grandes trabaxos y neçesidades que abian pasado.
Y con esta determinaçion se partio Fedreman con toda su gente del Cabo de la Vela, tomando la derrota y via del valle de Vpar, para de allí ponerse en el camino que tenia pensado; y avnque en este viaje no fueron perseguidos de naturales, fueronlo de enfermedades que començaron a dar a los soldados en apartandose de la costa y frescura de la mar, porque luego se metieron en vnas tierras y valles muy calidos y que careçian de todo rrefresco y avn de comidas y de aguas, que era lo que mas atormentaba la gente, porque como eran rreçien venidos de España y no hechos a semejantes trabaxos, hanbres y sedes93, facilmente eran consumidos y muertos; y asi el tiniente yva cada dia perdiendo gente por el camino sin podellos rremediar. Apartabanse algunos soldados a quien la sed mas aquexaba a buscar agua, y engolfados la tierra adentro, que por alli en algunas partes era muy llana, facilmente desatinaban y perdian el tino, sin jamas poder açertar con el camino por do abian entrado, y asi como locos se andaban de vna parte á otra, hasta que vençidos de flaqueza y faltos de fuerça no se podian menear a vna parte ni a otra, y alli donde esta triste boz les tomaba, alli se quedaban mirlados y muertos; y de esta suerte le falto mucha gente a Fedreman, sin poder el poner ningun rremedio en ello, porque si se detenia a buscar los soldados que desta suerte se le perdian era poner en condiçion de perder de todo punto su canpo, pues mientras mas se detuviese por estas tierras calientes y secas, mas abia de cargar la sed y enfermedades en su gente, y ansi, avnque cada dia le daban nuevas que se le quedaba la gente perdida, pasaba de largo y disimulaba con ello, porque, como he dicho, no podia ni le convenia hacer otra cosa, so pena de perdello todo.
El capitan Rribera, que con sus cinquenta conpañeros se abia apartado en el Cabo de la Bela de Fedreman para se yr a Santa Marta, de do abia salido, prosiguiendo su viaje, le fue estorvado el pasaje por los yndios de Chimila, pueblo çercano a la marina y a Santa Marta, porque hiriendoles çiertos soldados en vna guaçabara que con ellos tuvieron, les fue forçoso rretirarse de noche y bolver atras, por lo qual determino el capitan Rribera de verse otra vez con Fedreman a fin de rrogalle que si tenia algun nabio en la costa se lo vendiese para yr a Santa Marta. Algunos soldados de los de Rribera quisieron estorvar estas vistas, diziendo que si con Fedreman se tornaban a ber, que podria ser constreñilles a que fuesen con el; mas Rribera como era hombre cabeçudo, rrepudio el consejo que le daban, diziendo que no seria parte Fedreman para estorvalle de hazer lo que quisiese, y con esta determinaçion llego a encontrarse con Fedreman a tiempo que le abian ya faltado parte de sus soldados y estaba con neçesidad de acreçentar su gente, y viendose los dos Capitanes, façilmente se conçertaron, porque Fedreman, ofreciendose de hacer todo plazer al capitan Rribera si de su voluntad le siguiese con sus soldados, le persuadio por muchas vias y con muchos buenos cunplimientos a ello, y viendo Rribera que si lo que Fedreman le rrogaba no lo hacia de voluntad, lo abia de venir a hacer con biolencia y por fuerça, acordo conplazer al tiniente Fedreman y condeçender con su rruego, y asi le dio la palabra de no hazer mas de lo que quisiese. Esto determinado, algunos soldados de los de Rribera, no pareçiendoles bien tanta tardança como Rribera hazia en estarse alli con el tiniente Fedreman, porque se deseaban bolverse a Santa Marta, fueronse a Fedreman a preguntalle lo que estaba hecho y si los abia de dexar yr a Santa Marta, el qual los remitio a su capitan Rribera, para que les diese la respuesta dello, donde luego supieron lo que estaba determinado y conçertado entre los dos capitanes, y para mas congratularse Rribera con Fedreman y escusallo de culpa, hizo çierto escrito o petiçion diziendo que el de su voluntad se metia debaxo de su vandera por estar en parte donde podia ser desbaratado y maltratado de los naturales.
Algunos soldados de los que Rribera abia traydo, quisieron yntentar nobedades, y començaron a mover los animos de muchas personas, para que dexando la conpañia de Fedreman, se fuesen a Santa Marta; mas siendo
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El original dice
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En la edición de Caracas: