Las Sombras. Maria Acosta

Las Sombras - Maria Acosta


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los pubs, él creyó reconocer a alguien entre la multitud que ocupaba las calles pero no le dijo nada, luego María propuso dar un paseo por la playa y allá se dirigieron cogidos, entrelazados los brazos en actitud de borrachos que no pueden sostenerse a menos que tengan un apoyo, semejaban una más de las parejas a las que les ocurría lo mismo.

      En realidad estaban un poco achispados pero no tanto como querían hacer creer a la gente; de cualquier manera, se lo podían permitir, era su primer día de contacto y entraba en los planes que ocurriese así, todo debería ser de lo más corriente y vulgar. Bajaron por las escaleras, se quitaron el calzado y fueron hacia la orilla, se refrescaron con el agua del mar y comenzaron a andar cogidos de la mano. ¡Cuantas parejas habían comenzado así su noviazgo! Esa era la idea, el truco perfecto para que no se extrañasen de verlos juntos, un amor de verano. No había nadie más y, sintiéndose seguro de no ser escuchado por nadie más que ella, dijo:

      -¿Qué ha pasado?

      -Hamid ha dicho que están preparados, pronto tendremos que actuar. Lo han encontrado por fin y hay mucha gente detrás de ello, será aquí, en Coruña, eso fue lo que le dijo a William en el último mensaje, hace tres días, y que será este mes. Nos avisará por radio, tiene un programa en una emisora local.

      -¿Cuál es el plan, cómo nos enteraremos de que ha llegado el momento?

      -Por medio de un disco –contestó mientras sacaba del bolsillo del pantalón un paquete de cigarrillos sin filtro, cogiendo dos ofreció uno a Steven, que aceptó, y después de darle una larga chupada continuó hablando –mañana debo llamarle y pedirle una determinada canción de un grupo concreto, y él sabrá que estamos preparados: El plan de Alaska y los Pegamoides. Entonces él hará como que tarda un par de días en encontrarla, si la emite esa misma noche nos veremos aquí, en la playa, y nos transmitirá las últimas órdenes de Williams; si no puede o se siente vigilado o imposibilitado para actuar cambiará de canción y pondrá La línea se cortó.

      -Así que, ¿no podemos hacer nada hasta dentro de un par de días?

      -Tan sólo representar el papel que nos han pedido –dijo volviendo a andar.

      Se cogieron otra vez de la mano, se habían serenado un poco, arriba la gente hablaba y reía, pasando de un pub a otro, ellos continuaron su paseo, de repente Steven se paró y la miró a los ojos, le gustaba aquella chica, tenía algo indefinido que le atraía, ella aguantó la mirada con firmeza y curiosidad, él la cogió de la cintura y la atrajo hacia sí, quien los viese desde el paseo pensaría en una pareja de novios. Parecía todo tan inocente. Luego desasiéndose volvieron al bullicio. Entraron en un pub, pidieron cerveza y subieron a jugar un billar; él jugaba muy bien y le enseñó algunos trucos. Fueron un par de partidas más tarde cuando Steven creyó ver de nuevo aquella cara conocida, miró hacia abajo mientras ella estaba concentrada en el juego, había demasiada gente, no estaba seguro pero su instinto le decía que no se equivocaba, aunque no pudiese en ese momento reconocer a la persona. Se acercó a ella y en voz baja le informó de sus sospechas, no le dieron la menor importancia, más tarde quizás se plantearan el descubrir quién los seguía, no deseaban llamar la atención. Quien quiera que fuese no conocía a María y podía pensar que todavía Steven no había contactado con su enlace, si asumían bien sus respectivos papeles despistarían a quien les observase. Acabaron la partida y pagaron la consumición, luego la acompañó a su casa y cogiendo un taxi volvió a la pensión.

      La playa es un buen sitio para morir

      Dio dos vueltas en la cama, casi estaba despierta pero le gustaba remolonear un rato antes de levantarse, había que aprovechar que la habían dejado sola y que no se encontraba nadie en casa para gritarle ¡es la hora!, comenzó a pensar en Steven, en lo bien que lo habían pasado estos días rulando de aquí para allá, recordaba…

      -¡Buenos días, queridos radioyentes! Los cuatro jinetex del Rock-polisis comienza su emisión, vuestro amigo Hamid os hará pasar una mañana de lo más marchosssa, tenemos cuatro horas por delante para disfrutar de la mejor música del momento, sin olvidarnos, por supuesto, de los maestros…¿cómo, qué no sabes a qué me refiero?, ¿qué es la primera vez que nos escuchas?. Pero ¡eso es imperdonable! Espero que a partir de ahora, ya, subsanes tu desconocimiento y te enganches a escuchar el magazín más enrollado de todo el noroeste del país. Vamos a ponernos las pilas escuchando a uno de los grandes: Deep Purple. ¡Control! ¿Preparado? Pues ahí tenéis el Child in time del MADE IN JAPAN.

      Â¡Qué susto! Había olvidado que había programado la radio para que la despertase, rápidamente saltó de la cama y bajó el volumen, aunque no demasiado, cogió ropa limpia y se dirigió a la ducha.

      Mientras, en la radio, Hamid manejaba con soltura los controles, hacía el programa solo pero el hablar en plural daba impresión de profesionalidad al oyente. Dentro de una hora empezarían las llamadas, una de ellas…ya tenía preparado el disco, pronto estarían en acción…pero no debía pensar en eso, debía concentrarse en el programa. Después de estar cuatro años rulando de emisora en emisora y llevando a cabo pequeños trabajos, proyectos, controles y algún que otro guión, le dieron la oportunidad de desarrollar sus ideas. Llevaba un año en antena con Los cuatro jinetex del Rock-polisis y desde hacía dos meses se había convertido en un magazín diario, tenía que trabajar duro para a mantenerlo a flote pero no le importaba porque disfrutaba con todo esto. El tema estaba a punto de terminar, fue bajando la música y abrió micrófono:

      -¡Tope! Bien, os voy a contar lo que haremos hoy: en primer lugar me voy a dar el gustazo de poner la música que más me mola, es como sabéis la sección yo, yo, yo y nadie más que yo, de vez en cuando os tengo una sorpresa, hoy también, estad muy atentos porque os voy a preguntar algo con respecto a…no os lo voy a decir, así que tenéis que escucharme. Luego vendrá la sección Babilonia: podéis llamar todos los que queráis haciendo peticiones de lo que más os gusta. A continuación El cuento de nunca acabar, os recuerdo que estamos en el capítulo 159 de Alma de rock, podéis mandar sugerencias en cuanto al tema o desarrollo del argumento, animaros, escribid al apartado de correos número 80, poniendo en el sobre el nombre del programa y la sección del mismo. Cada loco con su tema entrevistará hoy a cuatro personajes de lo más curioso: dos ficticios y dos reales. Ya está bien de charlar, Hamid, que te estás poniendo muy pelma, ¿verdad que lo pensáis? Yo también, así que dejémonos de rollos y vamos a oír a Aerosmiths. Ahí va.

      María estaba terminando su desayuno mientras escuchaba la radio, tenía que salir a la calle, hasta dentro de una hora no había nada que hacer, luego llamaría a Steven pero antes debía preparar todo lo necesario para pasar un día en la playa, su papel de guía turístico tenía que se irreprochable, no se podían permitir el lujo de despertar sospechas, el futuro de todo un pueblo dependía de que ellos supiesen desempeñar su trabajo escrupulosa y eficazmente. Prefería no pensar en ello en estos momentos, no hasta que Hamid les diese las instrucciones. Recogió los cubiertos; se puso una cazadora y salió a la calle, hacía un día estupendo, primero fue al estanco a comprar tabaco, luego se hizo con lo necesario para unos bocadillos, el periódico y por fin volvió a casa; Hamid seguía hablando por la radio pero no le prestó atención. Iba de aquí para allá buscando bañadores y toallas, de vez en cuando llegaba hasta ella la música: Black Sabbath, Cinderella, Ángeles del Infierno, Corazones Negros…a Hamid le chiflaba el heavy metal. Era el momento en que tenía que hacer la llamada: marcó el número de la emisora.

      -¡Piu, piu, piu, piu!

      -Parece ser que tenemos aquí a un oyente –dijo Hamid, cogiendo el teléfono –Hamid al habla, pide por esa boquita.

      -…


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