Las Sombras. Maria Acosta
La Coruña, 24 de junio.- Un hombre, al parecer de raza árabe, fue encontrado muerto a primeras horas de la madrugada por una pareja de novios que paseaban a su perro; éste se acercó a las barcas varadas cerca del Playa Club cuando se puso a aullar de forma lastimera, intrigados por el comportamiento del animal se acercaron a ver qué ocurrÃa, y entonces fue cuando lo vieron: un hombre, de unos treinta años, estatura media, tez oscura, yacÃa debajo de una de ellas empapado en lo que se podÃa pensar era agua debido a lo oscuro de la noche pero resultó ser sangre. Rápidamente avisaron a la policÃa que se personó en el lugar de los hechos al momento.
La principal teorÃa, y la más probable, es que se trata de un ajuste de cuentas entre traficantes de droga; no se sabe a ciencia cierta qué es lo que ocurrió, según el forense el hombre llevaba varias horas muerto. En estos momento se procede a su identificación asà como a tomar declaración a la gente que se encontraba alrededor de la medianoche en esa zona, tarea ardua si se tiene en cuenta que la noche del sábado es una de las más concurridas de la semana, por ello la policÃa pide la colaboración de todos los ciudadanos que en la noche de ayer se encontraban en las inmediaciones de la playa.
-¡Bueno, esto es la monda! Los que más sabemos del tema somos nosotros âdijo SofÃa ây sabemos perfectamente que no es un traficante de drogas, no sé quién puede ser el tronco pero tiene más tela el asunto de lo que aparenta, ¿no?
-¡Por supuesto! Sino ¿por qué aquellos hombres dijeron que era fundamental para la supervivencia de su pueblo?
-Puntualicemos âdije yo âlo que dijo fue la vida de nuestro pueblo depende de ella que es bien distinto.
-¡Eres el colmo, tÃa! Estamos metidos en una movida que te cagas y a ti se te ocurre hacer puntualizaciones gramaticales âdice LuÃs perdiendo la paciencia.
-¿Qué te pasa?
-Nada, es que tiene miedo y entonces se pone nervioso âexplica SofÃa.
-¡No es cierto! âprotesta él.
-Bueno, bueno, vamos a dejarlo y ocupémonos del asunto ¿qué más da unas palabras que otras? âhabla Ricardo intentando que el mosqueo no prospere.
-No sé, me parece que sà la tiene âme defiendo.
-Vale tronca, pero lo más urgente es descubrir quién es el tipo ese y por qué lo mataron yâ¦
-Y también por qué me dio a mà la caja.
-SÃ, también, ¡qué cruz de basca! Déjame continuar; como iba diciendo⦠¿Quién es? ¿ConocÃa a SofÃa? Ella dice que nunca lo habÃa visto, luego esto quiere decir que, a lo mejor, SofÃa con todas las relaciones extrañas que tiene por ahà debe saber de alguien común a ella y al hombre de la playa, o puede que sea simple casualidad que le dirigiese la palabra. Creo que debemos esperar unos dÃas antes de contarle nada a la pasma o a quien sea, alguien en quien podamos confiar. ¿Estáis de acuerdo?.
-Parece lo más prudente âdigo yo al tiempo que llamo al camarero para que nos traiga unos cafés con unas magdalenas.
-Si vamos a esperar a que la pasma logre identificarlo, entonces esta puede hacer un poco de memoria y a lo mejorâ¦si sabe realmente algo que ella todavÃa no sabe que lo sabeâ¦
-Te estás liando, colega âcorta SofÃa.
-¡Pasa! ¿Eh? ¿Es que no puede uno hablar aquà sin que le corte alguien?
-¡Vale! Sigue, nadie te dice nada, tronco.
-Ya me he olvidado⦠¡Ah, sÃ! Pues que creo que tiene razón Ricardo.
-¡¿Y para decir eso te has montado este rollo?!
-¡Dejad de discutir de una vez! ¡Basta! âdigo intentando poner orden âtranquilizaos, tenemos que desaparecer, debemos encontrar un sitio seguro donde no puedan localizarnos, y ver cómo se desarrolla todo este mogollón. ¿Dónde os parece que podrÃamos ir? ¡Ideas! ¿Qué se te ocurre, Ricardo?
-Lo que es evidente es que ni en La Coruña ni en Madrid podemos escondernos, llevamos dos dÃas sin aparecer por nuestras respectivas casas, nosotros tenÃamos que haber ido a esperar a mi madrina que llegaba por la mañana en el tren, con lo histérica que es seguro que ya ha llamado a la policÃa; no debemos quedarnos, si alguien se entera que hemos sido testigos de un asesinatoâ¦
-¡No exageres!
-No exactamente, pero alguien puede creer que hemos visto más de lo que decimos, y entonces sà que lo tendrÃamos claro.
-No te equivocabas âdijo el comisario Soler interrumpiendo el relato de Teresa âen efecto, tu madrina vino a la comisarÃa hecha un manojo de nervios, parecÃa que iba a darle un ataque de un momento a otro, pidió una copa de aguardiente para tranquilizarseâ¦
-Se pasa el dÃa tranquilizándose âironizó Ricardo.
-Bueno, en ese momento se veÃa que lo necesitaba; asà fue como me encontré metido en esta historia.
Era domingo, me tocaba estar de guardia, asà que me sorprendió que alguien preguntase por mÃ, y además una señora con un fuerte acento gallego; la hice pasar a mi despacho, se encontraba en un estado lamentable, descompuesto, le pedà que tomase asiento y dijese qué le ocurrÃa:
-No recuerdo haberla visto nunca señora, ¿quién le dio mi nombre? ¿Quién le habló de m�
-Una tÃa suya, una hermana de su madre es amiga mÃa y cuando supo que iba a Madrid para hacerle una visita a mi ahijado entonces me dijo que tenÃa un sobrino aquà que era policÃa y que si necesitaba algo o tenÃa algún problema viniese a verle âlogró decirme, después de haberse tomado su copa.
-¡Ah, se refiere a tÃa Ãngeles! Es verdad, me llamó el sábado por teléfono para contármelo. ¿Qué le ha pasado? ¿Le han robado el equipaje en Norte? Ocurre a menudo pero conozco a los rateros y si es quién pienso le conviene devolvérselo, usted dirá.
-¡No es eso! ¡No es eso! Resulta que él tenÃa que haberme ido a recoger a la estación, el tren llegó con retraso por lo que no esperaba verlo, como asà ocurrió; como tenÃa su dirección cogà un taxi y le di instrucciones al taxista con el fin de que me llevase por el camino más corto a casa de mi ahijado, él siempre me decÃa que los taxistas de Madrid son muy vivos y que si pueden dan una vuelta para sacar más dinero al cliente.
-Algunos, no todos; continúe.
-Llegué, toqué el timbre pero nadie contestó, estuve casi una hora esperando a que apareciese pero nada, él sabÃa que venÃa, no podÃa dejarme plantada. Comisario Soler, estoy segura que le ha ocurrido algo, he llamado a los hospitales pero no saben nada; ¿puede usted ayudarme? He pensado que podÃa estar en alguna de las comisarÃas pues, aunque es un buen muchacho, viste un poco asÃâ¦moderno, ¿me entiende?
-Intente explicarse más claramente.
-Ãl lleva pantalones muy ceñidos y cazadora vaquera, camiseta, y bebe cervezaâ¦bueno, como la mayorÃa de los jóvenes.
-Entiendo ¿cómo se llama?
-Ricardo GarcÃa Olavide, vive aquà con su hermana; los dos están estudiando.
-Esto es lo que vamos a hacer, ahora yo me encargaré de enterarme si alguien con esas señas y nombre ha sido detenido en los últimos dos dÃas, tal vez se hayan metido en algún pequeño follón y los encontremos. Espere aquÃ, enseguida vuelvo.
Miré