Sanación de los chakras y conciencia del karma. Swami Keith S.

Sanación de los chakras y conciencia del karma - Swami Keith S.


Скачать книгу
de un globo completamente inflado. En un ser humano espiritualmente desarrollado los campos áuricos pueden crecer bastante y extenderse más allá del límite normal de 26 pies (ocho metros).

      La estructura del campo áurico

      El campo áurico en cada mundo y dimensión, está compuesto de una cavidad interna y de una delgada delimitación de la superficie que lo rodea y que le da su característica forma ovoide. La cavidad interior del aura se encuentra definida en su interior por la superficie del espacio corporal individual y, en su exterior, por la superficie del campo áurico. Esta cavidad sellada se mantiene bajo presión, la cual se regula por medio de los esfuerzos conjuntos de las fronteras de la superficie, de los chakras primero y séptimo y de los centros inferiores de energía en las manos y los pies.

      Las superficies de las auras poseen una estructura interna que está compuesta de un incontable número de fibras luminiscentes que se entrecruzan en toda dirección imaginable. Esto hace que las fronteras de la superficie sean porosas, lo suficientemente flexibles para expandirse a lo largo de toda su superficie y extremadamente fuertes.

      Aunque la frontera áurica separa al ambiente interno del ambiente externo, es posible que la energía calificada se introduzca a través de la superficie del aura hasta el campo áurico, particularmente si el aura es débil. La energía invasora puede entonces acumularse en forma de sedimento kármico y formar parte del equipaje kármico que cargamos de una vida a otra. Puesto que la excesiva acumulación de equipaje kármico puede alterar la salud y el bienestar, es primordial que la superficie de los campos áuricos se mantenga saludable.

      La función de los campos áuricos

      Los campos áuricos realizan varias funciones importantes que ayudan a mantener la salud, el equilibrio y el bienestar del campo humano de energía.

      En su función más importante, las auras, junto con sus cuerpos de energía y sus vehículos energéticos correspondientes, funcionan como vehículos de conciencia y de autoexpresión. Sin las auras, ni el Yo ni las mentes superior e inferior serían capaces de expresarse o de participar plenamente dentro del universo fenoménico.

      Las auras sirven también como reservas de energía descalificada que los grupos de cuerpos de energía y los vehículos energéticos pueden utilizar en los momentos de necesidad. Al extender el microcosmos en cada dimensión más allá de las fronteras del espacio corporal individual, los campos áuricos ofrecen también un lugar complementario para que las emociones que emergen de los chakras sean desarrolladas, expresadas y analizadas.

      A través de una combinación de estructura y funcionamiento, las fronteras áuricas protegen al campo humano de energía de las intrusiones de energía calificada.Además, éstas funcionan como sensores que nos permiten registrar o percibir el impacto de las energías calificada y descalificada en el sistema humano de energía. Las auras llevan a cabo esta función transfiriendo las impresiones desde la superficie de las auras hasta los núcleos de la conciencia, dentro del espacio corporal individual, en donde pueden ser procesadas. Las impresiones se crean cuando la energía interactúa con la frontera áurica y provoca una resonancia favorable. El proceso se puede comparar con la forma en que la cuerda de un violín, al ser tocada con los dedos, produce una resonancia favorable en otro violín que se encuentra próximo. La difícil relación entre el campo áurico y la energía que interactúa con éste, hace posible que percibamos las sutiles atmósferas que nos rodean y distinguir la cualidad y la cantidad de energía (ya sea calificada o descalificada) que realiza una impresión sobre la superficie de nuestro campo áurico.

      En su función concluyente, los campos áuricos juegan un papel primordial en la liberación de toxinas del campo humano de energía. Las auras llevan a cabo esta tarea de manera continua mientras que los glóbulos de energía calificada que emergen del sistema humano de energía se diseminan por medio de la superficie de las auras hacia el interior del ambiente externo.

      Lo que debilita la superficie de las auras

      Aunque las auras son notablemente poderosas, la mayoría de los seres humanos han visto debilitadas sus fronteras áuricas por el estrés, la conmoción y el trauma provocados por la intrusión de una densa energía calificada al interior del campo humano de energía. El incipiente debilitamiento, en vez de ser visto como síntoma de un problema más profundo y ser resuelto, muy a menudo se ve agudizado por la introducción de seres no físicos hacia el interior del campo humano de energía.

      Por desgracia, muchas de las actividades que facilitan la entrada de seres no físicos al interior del campo humano de energía han sido aceptadas por todas las religiones del mundo, por los practicantes ortodoxos de la salud y por los practicantes de la nueva era. Muchas de ellas, en realidad, poseen una larga tradición y fueron aceptadas incluso por nuestros ancestros, quienes se adhirieron a la casi universal práctica del chamanismo.

      Las actividades a las que me refiero tienen que ver con el canalizar y/o invocar a seres no físicos, como dioses y ángeles, gnomos, guías espirituales, seres humanos que han fallecido, maestros celestiales, espíritus o animales poderosos en busca de orientación, consuelo y/o sustento.

      Existen diversas formas de vida en las dimensiones no físicas; sin embargo, lo único que tienen en común es su tendencia a desestabilizar las funciones del sistema humano de energía y a debilitar las fronteras si se les ha permitido, de manera activa o pasiva, a ingresar al interior del campo humano de energía.

      Teniendo esto en mente, debemos dedicar un momento a pensar en la creencia ampliamente aceptada, tanto en Oriente como en Occidente, de que algunos seres no físicos son benévolos y que no poseen una voluntad propia, un ego ni una agenda personal. Esta creencia, que tiene su origen entre los antiguos hebreos —y que es aceptada por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo— no es universalmente aceptada. Las cosmologías hinduistas, yogísticas y tántricas aceptan el antiguo principio yogístico de la correspondencia que afirma: “Sea lo de abajo igual que lo de arriba; sea lo de arriba igual que lo de abajo”. Asimismo, reconocen que los seres no físicos, al igual que sus contrapartes humanas, poseen una mente individual y un ego así como una agenda personal que busca el beneficio propio y que se encuentra orientada hacia la autopreservación. De hecho, el hinduismo nos enseña que los dioses son seres humanos que ascendieron a estas oficinas o puestos debido al buen karma que han acumulado. Después de muchas encarnaciones; sin embargo, estos ocupantes de los cargos inevitablemente agotan su buen karma y, una vez más, deben encarnar en la tierra.

      La única excepción a esta regla son los jivamuktis,“seres humanos iluminados”; los bodhisattvas, “maestros nacidos en unión con el atman” y el avatar, “la conciencia universal en forma humana”, que poseen cuerpos físicomateriales pero que permanecen concentrados en la conciencia universal y separados de la mente individual y del ego.

      La metáfora bíblica de Lucifer y de los ángeles caídos también resulta instructiva cuando se trata de los seres no físicos (entidades), de la voluntad libre y de la influencia de la mente individual y del ego. Lucifer, quien permaneció junto al trono de Jehová, al igual que una tercera parte de las entidades del paraíso (las dimensiones superiores) no estaba dispuesto a entregar su propia voluntad a la voluntad de la conciencia universal (el atman). Como consecuencia, Lucifer y sus seguidores cayeron metafóricamente, separándose de la conciencia universal. A pesar de su condición de caídos, éstos aún aspiran a recibir los beneficios de la unión con el atman sin aceptar las condiciones que eran —y siguen siendo— el desapego a la mente individual y al ego y la entrega a la conciencia universal. El yoga, al igual que el tantra, el jainismo y el budismo, establecen muy claramente que si no se cumplen estas dos condiciones, la unión con la conciencia universal resulta imposible.

      La solución que estas entidades y todos los seres invasores no físicos han elegido a su dilema personal, es buscar una fuente independiente de éxtasis y de prana y permanecer lo más cerca posible de ella. Su deseo de permanecer cerca de la fuente de éxtasis y prana de la cual puedan alimentarse, explica el por qué los seres no físicos eligen interactuar con los seres humanos. También explica el por qué se encuentra la mayor densidad de equipaje kármico alrededor de las fuentes de prana, del campo humano de energía, de los tres corazones, de los chakras y de los centros


Скачать книгу