De la revolución a la industrialización. Sergio de La Pena

De la revolución a la industrialización - Sergio de La Pena


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en México, un pueblo en la historia, Historia de la clase obrera en México, Historia de la cuestión agraria mexicana y en el proyecto "Ciclos y tendencias en el México del siglo XX" que sostenía con James Wilkie, y en la preparación de este volumen para la Historia económica de México coordinada por Enrique Semo.

      La forma narrativa de la historia, en los trabajos de Sergio de la Peña, coincide con el análisis de coyuntura que se va estructurando conforme se despliegan las acciones de los actores sociales. Esa perspectiva analítica contrasta con el enfoque estructural que utilizó cuando estudió los modos de producción en México y América Latina y su integración al sistema mundial, como puede verse en El antidesarrollo de América Latina y en La formación del capitalismo en México. Tal vez sus viajes a la historia, la lectura de los debates historiográficos y el advertir que las opiniones sobre la marcha de la economía cambian rápidamente, convencieron a Sergio de que muy poco resistía al paso del tiempo, que las conclusiones de cualquier investigación eran siempre provisionales como la historia misma. Confiaba en darle vida a la historia sin abandonar los principios epistemológicos de la concepción marxista.

      Debemos ensayar una historia estructural viva y en cierto modo incierta; tal vez debemos comenzar por eliminar en la narración los conceptos y las categorías, es decir, en lugar de hablar de la lucha de clases hablemos de cómo se lleva a cabo, cómo la viven los obreros y sus sindicatos, los políticos y los empresarios, con nombres y apellidos, narrar las acciones de las personas que hacen la historia y no las categorías con que las analizamos.

      Es justo recordar que Sergio de la Peña no sólo mantuvo una actitud crítica e incorruptible ante las posiciones oficiales, sino también frente a los análisis que se cultivaban en las organizaciones de izquierda y universidades; ello incluía por supuesto al marxismo ortodoxo. Con el pensamiento crítico mantuvo una actitud especialmente exigente. Si tuviéramos que definir el pensamiento de Sergio de la Peña diríamos que es un marxista creativo, va de la realidad a la teoría y viceversa, en ese ir y venir de lo abstracto a lo concreto, Sergio no encuentra impedimentos para incorporar y reflexionar desde los aportes de otras corrientes de pensamiento —diferentes del marxismo— que le permitan entender la realidad. En particular, sus escritos muestran un profundo conocimiento y asimilación de la teoría del desarrollo, del pensamiento estructuralista y dependendista. Frente a esos y otros desarrollos teóricos, mantuvo siempre una actitud intelectual abierta, que lo hacía figurar como "heterodoxo", al punto que algunas veces aparecía como "provocativo" porque en sus análisis nos presentaba, lisa y llanamente, la evidencia que contradecía las opiniones en boga. Por ello, para algunos, la producción de Sergio de la Peña apareció como ecléctica.

      Al no exigirle a nadie pensar de una forma determinada, Sergio de la Peña cultivó vínculos con la llamada izquierda radical, con autores del pensamiento estructuralista, incluso en los años en que el debate ideológico era apasionado y él era un militante destacado del Partido Comunista Mexicano (PCM). Su nombre figuró en los comités editoriales de revistas de diversa orientación ideológica tanto en México como en América Latina, y sus artículos fueron publicados en ellas. Sin lugar a dudas su pensamiento fue siempre crítico frente a las propuestas dominantes. Si en su actitud personal era un ejemplo de tolerancia, tan escasa y necesaria en nuestros días, su actitud intelectual abierta lo prodigó de amigos y lo comprometió con los más disímbolos proyectos académicos e iniciativas del pensamiento crítico. En los análisis que sobre la economía disemina incansablemente en periódicos, revistas y libros, destaca su estilo lírico y su empeño en traducir las categorías teóricas, en plantear todas las implicaciones de su uso en el análisis de la realidad. Otro rasgo característico de sus trabajos es la crítica a la insularidad que caracteriza a buena parte del pensamiento mexicano, lo que le estimuló a desarrollar la historia y el análisis comparado. Su cultura e inquietud intelectual le permitieron ubicar el desempeño nacional, referirlo, ponderarlo y compararlo con otras realidades, próximas y diferentes. Sus análisis de la economía mexicana están situados en perspectiva latinoamericana y mundial, lo que le permitía evaluar con mayor agudeza el sentido de los cambios.

      Sergio de la Peña fue un latinoamericanista en el pleno sentido de la palabra. No sólo porque parte de sus investigaciones se dedicaron al análisis histórico de las causas del subdesarrollo, sino porque fue un agudo y permanente observador de la angustiosa evolución política de América Latina. La crisis de los años setenta del siglo XX lo llevaron a concentrar sus reflexiones en las implicaciones del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, en las transformaciones que sufría el Estado a raíz de las dictaduras militares, así como el estudio del nuevo perfil y alcance de la tristemente célebre actitud imperialista de Estados Unidos. En este sentido, es importante destacar que los trabajos de Sergio muestran una profunda preocupación por los cambios sociopolíticos, particularmente en cuanto se refieren a los valores, por ejemplo, en la revaloración de la democracia. Llamó poderosamente su atención la emergencia de la sociedad civil aún bajo las dictaduras militares, hecho que vio claramente manifiesto en los plebiscitos que perdieron éstas, cuando aún gobernaban en Chile y Uruguay, así como en el fuerte viento democrático que comenzaba a soplar, en parte como producto de la movilización social y por el cambio que Estados Unidos mostraba hacia las dictaduras latinoamericanas, coincidiendo ambas tendencias en la necesidad de impulsar o restaurar la democracia. ¿Qué características tendría este proceso, cuáles serían sus actores y contenidos? Éstas y otras interrogantes le dieron la oportunidad de impulsar un seminario sobre el tema en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, de la cual era su coordinador.

      La caída del "socialismo realmente existente", en Europa Oriental, fue otro hecho histórico que Sergio de la Peña analizó desde una perspectiva estructural o de largo plazo. Él decía que el derrumbe permitió que el marxismo abandonara los palacios presidenciales, es decir, dejó de ser una ideología, para recuperar su carácter de pensamiento crítico y científico. Aun antes de la caída de Gorbachov, advirtió, entre otras cosas, que el problema no consistía en agregarle democracia y mercado a un socialismo de Estado, cosa que los socialistas conservadores sabotearían hasta acabar con su propia obra, sino que era necesario repensar todos los conceptos, crear una nueva idea de orden social alternativo.

      En este sentido, uno de los trabajos más interesantes de Sergio de la Peña es "China: ¿La vía capitalista al socialismo?", que recoge sus impresiones del viaje que realizó a ese país. Cuando lo sometió a discusión en el Círculo de Coyuntura de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hizo la broma, con esa ironía y humor que le caracterizaron, que tenía duda de si poner el título como interrogante pues también podía leerse a la inversa, es decir: "China: la vía socialista al capitalismo". En este texto puso en práctica la metodología con la que trabajaba; evaluó la historia convertida en presente y la experiencia fue una fuente de aprendizaje aplicable a otras regiones. ¿Cuánto Estado, cuánto mercado se requieren para el desarrollo de la sociedad?; ¿los objetivos y aspiraciones de cambio de una China en transformación, eran compatibles con sus históricos límites económicos y sociales?; y sobre los propósitos y objetivos en disputa, ¿pueden ser efímeros o, por lo contrario, persistir y acentuarse? Su respuesta apuntó en dos sentidos: depende de la correlación de fuerzas interna y mundial que actuarán en una u otra dirección y de la definición de socialismo que se quiere... "el socialismo chino que resulte, si tal es la opción, se parecerá poco a la experiencia maoísta o a cualquier otra y, de encaminarse abiertamente al capitalismo, tendrá características chinas insoslayables". Como siempre, concluye con un presente incierto abierto al cambio y a la acción individual y colectiva.

      En este trabajo, que ahora ponemos a su consideración, también se cuestionan algunas ideas que se han convertido en "clásicas" a fuerza de su repetición. Por ejemplo, la idea de que la industrialización arrancó a partir de 1940 como un programa deliberado de gobierno. Como se podrá apreciar sostenemos la idea de que la industria tuvo su primer impulso en el porfiriato, a partir de 1940 se convierte en el sector más dinámico de crecimiento, pero no llegó a convertirse en un programa deliberado de gobierno —no obstante las declaraciones— pues hizo falta un programa de mediano plazo que articulara y diera coherencia a la política económica para que la


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