El libro de las mil noches y una noche. Anonimo

El libro de las mil noches y una noche - Anonimo


Скачать книгу
y se los ofreció en seguida a Hassan, que no dejó de aceptar este ofrecimiento ordenado por Alah para sacarlo del apuro en que se hallaba. Y el judío añadió: "Ahora. ¡oh mi señor! ponme el recibo, provisto de tu sello". Y Hassan Badreddin cogió el papel que le alargaba el judío, así como el cálamo, mojó éste en el tintero de cobre, y escribió en el papel:

      "Declaro que quien ha escrito este papel es Hassan Badreddin, hijo del difunto visir Nureddin (¡Alah lo haya acogido en su misericordia), y que ha vendido al judío N., hijo de N., mercader de Bassra, el cargamento de la primera nave que llegue a la ciudad de Bassra y forme parte de las pertenecientes a mi padre Nureddin. Y vendo esto por mil dinares, y nada más". Luego puso su sello en la parte inferior de la hoja, y se la entregó al judío, que lo saludó respetuosamente, y se fué.

      Entonces Hassan rompió a llorar, pensando en su padre, en su posición pasada y en su suerte presente; pero como ya se había hecho de noche, le venció el sueño y se quedó dormido en la turbeh. Y así siguió hasta que salió la luna, y como en aquel momento se le había escurrido la cabeza encima de la piedra de la turbeh, hubo de dar una vuelta completa, echándose de espaldas, y la luna iluminó por completo su rostro, que resplandecía con toda su belleza.

      Aquel cementerio era frecuentado por efrits de la buena especie, efrits musulmanes y creyentes. Y por casualidad, aquella noche, una encantadora efrita volaba por allí, tomando el fresco, y vió a la luz de la luna al joven Hassan que estaba durmiendo, y observó su belleza y sus hermosas proporciones, y quedándose maravillada, dijo: "¡Gloria a Alah! ¡Oh, qué hermoso joven! ¡Cómo me enamoran sus hermosos ojos, que me figuro muy negros y de una blancura…!" Pero después pensó: "Mientras se despierta, voy a seguir mi paseo por los aires". Y echó a volar, subió muy arriba buscando el fresco, y se encontró en lo más alto con uno de sus compañeros, un efrit también musulmán.

      Le saludó muy gentilmente y él le devolvió el saludo con mucha deferencia. Entonces ella le preguntó:

      "¿De dónde vienes, compañero?" Y él le contestó: "De El Cairo". Y la efrita volvió a preguntar: "¿Les va bien a los buenos creyentes de El Cairo?" Y el efrit contestó:

      "Gracias a Alah, les va bien". Entonces la efrita le dijo: "Compañero, ¿quieres venir conmigo para admirar la hermosura de un joven que está durmiendo en el cementerio de Basrra?" Y el efrit dijo: "Estoy a tus órdenes".

      Entonces se cogieron de la mano, descendieron juntos al cementerio, y se pararon delante de Hassan, dormido. Y la efrita dijo al efrit, guiñándole el ojo: "¿Eh? ¿Tenía yo razón?" Y el efrit, asombrado por la maravillosa hermosura de Hassan Badreddin, exclamó: "¡Por Alah! ¡No he visto cosa parecida! ¡Ha sido creado para poner en combustión todas las vulvas!" Después reflexionó un momento, y dijo: "Sin embargo, hermana mía, he de decirte que he visto a otra persona que puede compararse con este joven tan hermoso". Y la efrita exclamó: "¡No es posible!" Y dijo el efrit: "¡Por Alah, que la he visto. Ha sido bajo el clima de Egipto, en El Cairo, y es la hija del visir Chamseddin". La efrita dijo: "Pues no la conozco". Y el efrit le replicó: "Escucha. He aquí la historia de esa joven:

      "Su padre, el visir Chamseddin, ha caído en desgracia por causa de ella. Habiendo oído el sultán de Egipto hablar a sus mujeres de la belleza extraordinaria de la hija del visir, se la pidió en matrimonio a su padre. Pero el visir Chamseddin, que había pensado otra cosa para su hija, se vió en una gran confusión, y,dijo al sultán: "¡Oh, mi señor y soberano!

      Ten la bondad de permitirme que me excuse, y perdóname por ello. Ya sabes la historia de mi pobre hermano Nureddin, que era visir conmigo. Ya sabes que desapareció un día, sin que hayamos vuelto a saber de él. Y el motivo de su marcha no pudo ser más leve".

      Y contó al sultán detalladamente este motivo.

      Y después añadió: "He jurado ante Alah, el día que nació mi hija, que ocurriera lo que ocurriera, no la casaría más que con el hijo de mi hermano Nureddin. Y han transcurrido desde entonces dieciocho años.

      Pero afortunadamente, he sabido hace pocos días que mi hermano Nureddin se había casado con la hija del visir de Bassra, y que había tenido un hijo. Por lo tanto, mi hija, nacida de mis obras con su madre, está destinada y escriturada a su primo, el hijo de mi hermano Nureddin. En cuanto a ti, ¡oh mi señor y soberano! puedes elegir otra joven. El Egipto está lleno de ellas. ¡Y muchas son bocado de rey!"

      Pero el sultán, al oírle, se enfureció mucho, y gritó: "¡Qué has dicho, miserable visir! ¡Te quise honrar descendiendo hasta ti para casarme con tu hija, y aun te atreves a negármela, alegando ese pretexto tan estúpido! ¡Está muy bien! Pero juro por mi cabeza que te obligaré a casarla, a despecho de tu nariz, con el último de mis servidores".

      Y el sultán tenía un palafrenero contrahecho y jorobado, con una joroba delante y otra joroba detrás, y le mandó llamar en seguida y dispuso que se escribiese su contrato de matrimonio con la hija del visir Chamseddin, a pesar de las súplicas del padre. Y ordenó al jorobado que se acostara aquella misma noche con la joven. Además, mandó que la boda se celebrase lujosamente y con música".

      Así los he dejado, ¡oh hermana mía! en el momento en que los esclavos de palacio rodeaban al jorobado y le dirigían bromas egipcias muy graciosas, llevando cada uno en la mano las velas de la boda para acompañar al novio. Y éste tomaba el baño en el hammam, entre las risas y las burlas de los esclavos, que decían: "¡Mejor quisiéramos tener la herramienta pelada de un borrico, que el asqueroso zib de este jorobeta!" Y efectivamente, hermana mía, el jorobado es muy feo y repulsivo".

      Y el efrit, al recordarle, escupió en el suelo con un gesto de repugnancia. Después dijo:

      "En cuanto a la joven, es la criatura más bella que he visto en mi vida. Puedo asegurarte que es todavía más hermosa que este mancebo. La llaman Sett ElHosn, (Soberana de la Belleza) y se merece el nombre. Ha quedado llorando amargamente, alejada de su padre al cual se le ha prohibido asistir a la ceremonia. Y está sola, en medio de los festejos, entre los músicos, danzarinas y cantadoras. Y el repugnante palafrenero no tardará en salir del hammam, y le aguardan para empezar la fiesta.

      En este momento de su narración,

      Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.

       PERO CUANDO LLEGO LA 21ª NOCHE

      Ella dijo:

      He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que el efrit terminó su relato con estas palabras: "Y no esperan otra cosa sino que el jorobado salga del hammam". Y la efrita repuso: "Se me figura, ¡oh compañero! que te equivocas al afirmar que Sett ElHosn es más hermosa que este joven. No es posible.

      Es, indudablemente, el más hermoso de su tiempo". Pero el efrit respondió: "¡Por Alah, hermana mía! te aseguro que aquella joven es más bella todavía. No tienes más que venir conmigo para que a su vista te convenzas. Bien fácil te ha de ser esto.

      Además, podríamos aprovechar la ocasión para birlar al maldito jorobado aquella maravilla hecha carne. Porque los dos jóvenes son dignos el uno del otro, y tanto se parecen, que diríase que son hermanos, o primos por lo menos. Y sería una lástima que el jorobado copulase a Sett ElHosn".

      Entonces contestó la efrita: "Razón tienes, hermano mío. Llevemos en brazos a ese mancebo dormido, y juntémoslo con la joven de quien hablas. Así haremos una buena obra, y veremos además cuál es más hermoso de los dos". Y el efrit dijo: "¡Escucho y obedezco!

      Tus palabras están llenas de rectitud y justicia. ¡Vamos, pues!"

      Y entonces el efrit se echó a cuestas al joven, y comenzó a volar, seguido de cerca por la efrita, que le ayudaba para llegar antes, y ambos, de este modo, llegaron cargados a El Cairo con toda rapidez. Allí soltaron al hermoso Hassán, dejándole dormido sobre el banco de una calle próxima al palacio, que rebosaba de gente. Y entonces le despertaron.

      Hassan se despertó, y quedó en la más extrema perplejidad al no verse en Bassra, en la turbeh de su padre. Y miró a la derecha. Y miró a la izquierda. Y no conocía nada de aquello. Pues


Скачать книгу