Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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volverá a militar en ningún partido. Probablemente él sea un importante elemento neutralizador de las diferencias entre ambos grupos. Como señala el mismo Lechner (2007 [2004]: 26), esa no solamente era una diferencia de partido, sino que de “mundos culturales muy distintos que cuesta poner a interactuar”.

      Durante la dictadura, la Flacso se convertirá en uno de los centros académicos de pensamiento alternativo más destacados. A principios de los años 1980 ya existía una diversificada malla de tales centros: Cieplan, dedicado a estudios económicos y con un mayor acceso público que los otros centros; SUR, con marcada orientación hacia los movimientos sociales y educación popular; Vector y PET, con investigaciones en áreas de trabajo y economía; Ceneca, con estudios en área de la comunicación; CIDE y PIIE, en el ámbito de la educación; GIA, en el ámbito agrario; entre otros. Flacso es el que asumió un carácter más intelectual académico, con mayor atención a la reflexión teórica.

      A fines de los años 1980, la Flacso tendrá un prestigio intelectual no solo en Chile, sino a nivel latinoamericano, y se percibe en este centro académico “la existencia de un núcleo innovador del pensamiento político social sobre América Latina” (Calderón, 2000).

      Los Documentos de Trabajo que este grupo comienza a producir en 1974 son un buen indicador, al menos cuantitativo, de su productividad. Entre 1975 y 1984 publican 226 documentos, y para 1995 la cantidad total ya llega a 825. El más prolífico de todos es Brunner, quien publica 111 de tales documentos. Le siguen, en cantidad, Garretón, con 76; Augusto Varas, con 55; Lechner, con 47; Ángel Flisfisch, con 41; Moulian, con 26 (Bravo y Vargas, 1999). Estas publicaciones, no obstante, constituyen solo una parte de la productividad de estos investigadores. Además, se suman libros y artículos en revistas diversas33.

      Moulian opta por permanecer en Chile, mientras muchos en condiciones similares a la suya optan por el exilio. Una razón que él destaca es la experiencia de su padre, refugiado de la Guerra Civil española: “yo viví toda mi infancia y juventud, mientras viví en mi casa paterna, viendo a mi padre acercarse al mapa, al mapa y a la foto ya desvaída de su ciudad natal, Zarauz, al lado de San Sebastián, y mirarla, y suspirar, y leer el periódico España Republicana que conseguía que se lo trajeran de Buenos Aires […]. Yo sabía que Chile tenía [para mí] el mismo significado que tenía España para mi padre y ya lo había [experimentado] cuando estuve en Lovaina, sentir que la vuelta a Chile era volver al paraíso. Entonces, yo sabía que no podía dejar de estar aquí y preferí no moverme. […] y eso fue posible porque estaba la Flacso”34.

      Moulian vive la dictadura bajo el alero de la Flacso. Su primer foco de trabajo fue un análisis crítico sobre la Unidad Popular, en el cual se alía con Manuel Antonio Garretón, quien tenía un proyecto en la materia y un equipo trabajando con él, que en 1974 se había adosado a Flacso, aún sin estar contratado por la institución, usando fondos de Clacso35. El grupo hace, como dice Moulian, “una gigantesca cronología de la Unidad Popular, día por día, diario por diario, con un resumen de lo que había pasado”. Esos materiales les servirán de base para su análisis, el que saldrá como documentos de trabajo y, finalmente, como un libro, en 1983.

      Los integrantes de la Flacso, desde los primeros años bajo la dictadura, estimulados por la necesidad de analizar lo que estaba sucediendo, lo cual a todos les había significado un remezón emocional e intelectual, realizan un intenso diálogo, tanto en grupos de trabajo, reuniones periódicas, como en espacios informales. A ello contribuye, sin duda, el clima represivo que fue muy intenso al menos hasta 1977. Ante la continua incertidumbre, el enclaustramiento institucional opera como mecanismo defensivo. Se reúnen para hacer análisis político, para discutir sobre enfoques teóricos. Las conversaciones más intensas de Moulian son con Lechner, Brunner, Garretón y Juan Enrique Vega. Son muy amigos y, sin embargo, con Brunner y Garretón tiene continuas discrepancias, las que a fines de los ochenta se acentuarán, particularmente con Brunner. De cualquier modo, el diálogo es intenso; se leen recíprocamente lo que escriben y suman las reflexiones de los otros al propio trabajo, en un proceso de acumulación colectiva.

      En este período, Moulian realiza varios trabajos en colaboración. Además de la labor con Garretón, investiga en conjunto con Pilar Vergara, otra socióloga de la Universidad Católica, quien había sido investigadora del Ceren y participante de Cieplan. Por otro lado, Moulian lleva a cabo trabajos con jóvenes que se vinculan a Flacso. Lo hace con Germán Bravo, un sociólogo de la Universidad Católica, que era visto como muy promisorio, pero que murió tempranamente, por propia decisión, y con Isabel Torres, una joven historiadora. Ella participa y debate activamente en seminarios impartidos por Moulian y este la invita a participar en un artículo sobre la derecha; luego, se embarcan en un trabajo sobre la trayectoria político ideológica de la derecha que producirá varias obras, y solidificará en Moulian una orientación histórica que había ido gradualmente adquiriendo mayor importancia.

      En el plano de su vida privada, Moulian tiene como pareja en este período (1968-1989) a otra socióloga, Giselle Munizaga, de la segunda promoción de la Universidad Católica. La línea de interés de ella es sociología de la comunicación y durante la Unidad Popular había trabajado con Armand Mattelart y, más tarde, bajo la dictadura, participa en el Ceneca, un centro de estudios sobre cultura y comunicación, dirigido por Carlos Catalán, quien antes también había estado en Flacso.

      Alrededor de 1972, Fernando Castillo Velasco, en sus exploraciones creativas como arquitecto, inició la construcción de conjuntos habitacionales, que fueron llamados “comunidades”, un tipo de condominio pensado para gente que compartía cierto estilo de vida y que deseaba tener una vida en conjunto, compartiendo espacios, lo cual, en esa época, era una idea novedosa. Esto lo pensó Castillo Velasco para grupos de profesionales y, a la primera comunidad, construida en terrenos de su familia y donde él mismo hizo su casa, invitó a profesores de la Universidad Católica, entre los que estaban sus cercanos compañeros de travesía en la reforma y en los primeros pasos de la universidad reformada. A esta primera comunidad, la Quinta Michita, llegarán, así, a partir de 1974, Brunner, Garretón, Moulian, Julieta Kirkwood, Jorge Chateau e Isabel Gannon, entre otros36.

      Durante la dictadura, estas comunidades serán no solo lugar de convivencia, sino también un lugar de protección. Como cuenta una de las hijas de estos profesores, “siempre tenía la sensación de que en cualquier minuto podía pasar algo terrible […]. Yo era amiga de […] que le habían matado al tío y a los abuelos. En los años que me acuerdo, que yo estaba en la enseñanza media, todavía había una sensación de que el trabajo que se hacía era peligroso. Por eso también se vivía en estas comunidades, que eran un ambiente de protección, de seguridad”37. También invitarán a ellas, más adelante, a estudiantes de la Flacso.

      Además de esa convivencia cotidiana, varios de ellos pasaban vacaciones juntos. Acostumbraban ir a una gran casa de campo en Melipilla, de la familia de Giselle Munizaga, donde ella y Moulian compartían con la familia de Brunner, Lechner y otros. Antes del golpe también iban a ese lugar con Rodrigo Ambrosio, Juan Enrique Vega y sus parejas38.

      En este grupo de la Flacso se fue cultivando, de tal modo, una fuerte sociabilidad, dando forma a un grupo de amigos, pero en los cuales estaba la particularidad del común interés intelectual y político, que era el centro y motor de sus discusiones, en las cuales, como señala una observadora de la época, “era como que competían quién era más inteligente, quién era capaz de tener los mejores argumentos”39. Tienen en común, al mismo tiempo, cierto estilo de vida, con desapego del dinero y aspectos mundanos, pese a que vivían bien, y una trayectoria compartida, en mayor o menor grado, con una juventud vinculada a la Iglesia Católica, estudios o trabajo en la Universidad Católica, trabajo en el Ceren y militancia en el MAPU. Esas características forjaron un cierto ethos grupal, que se mantuvo buena parte del período de la dictadura.

      La forma en que Moulian se vincula con el partido, con el MAPU, será muy diferente en los períodos previo y posterior al golpe militar. Luego del golpe, una de las materias que justamente hará objeto de su reflexión y crítica será la vinculación entre el trabajo intelectual y la actividad


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