Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke


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estaba supeditado a la relación de dependencia que había tenido en el pasado. De tal modo, ahora sí asumirá una función reflexiva investigativa. Su primer foco será explicar las causas de la derrota de la Unidad Popular, tarea que emprende en la investigación con Garretón. Un segundo foco será estudiar las relaciones entre socialismo y democracia, discutiendo las tesis leninistas-estalinistas del Estado como mero instrumento de dominación. Eso sentará las bases para su aporte a la llamada “renovación socialista”, una revisión del pensamiento de izquierda que irá facilitando la convergencia de las fuerzas de oposición. De ello surgen diversos textos que comentaremos en la sección siguiente.

      Para el análisis de la producción intelectual de Moulian comenzaremos con una primera fase que se extiende desde su primer trabajo, en 1965, hasta 1983, año en que aparecen dos obras que recogen aspectos centrales del trabajo previo: La Unidad Popular y el conflicto político en Chile, en coautoría con Manuel Antonio Garretón, y Democracia y socialismo en Chile.

      En las referencias bibliográficas al final del libro incluyo el listado completo de las obras de Moulian. Revisaré aquí el contenido de las correspondientes a este período, buscando los argumentos, conceptualizaciones y características centrales del relato que va articulando sobre la realidad social chilena, así como sus conexiones intertextuales y los modos de establecer el enlace referencial. En lo que sigue, me referiré a los más de cuarenta textos de este período en referencia a los ejes principales de la construcción que realiza el autor.

      La producción sociológica de Tomás Moulian se inaugura cuando tiene 26 años, al inicio del gobierno de Eduardo Frei Montalva, en 1965, con un libro de título inespecífico: Estudio de Chile, pero donde ya aparecen los temas que reiterará una y otra vez en los años futuros: partidos políticos, relación con clases sociales, conducta política de clases y sectores de clases, régimen de partidos, orientaciones ideológicas. El prologuista, a su vez, lo presenta como un “sociólogo joven y no conformista”, anticipando con esta última caracterización un rasgo que a futuro volverá a ser reiteradamente mencionado.

      En particular, lo que estudia es la relación entre ideologías y comportamiento político. El comportamiento político lo analiza a través de su expresión electoral, tomando datos de elecciones parlamentarias y presidenciales entre 1949 y 1965. Analiza las orientaciones ideológicas y la conducta política de la clase obrera, clase media y clase alta. En concordancia con el momento político en que escribe, le presta particular atención a la trayectoria ideológica de la Democracia Cristiana que consigue atraer a la clase media, logrando un continuo crecimiento desde 1957 hasta elegir a su candidato presidencial en 1964. Según plantea, si bien este partido “surgió como un intento de reemplazar el orden capitalista […] poco a poco ha ido derivando hacia el reformismo, siendo quizás justamente esta evolución la que ha permitido su ‘encuentro’ con la clase media” (48). En tal encuentro incidiría la afinidad con el catolicismo prevaleciente en estas clases, la visión global, mesiánica, de renovación, que posee el partido, su carácter de movimiento nacional abierto a todas las clases y su condición de alternativa frente a movimientos más radicales (49-52). Al paso, Moulian señala otro factor de atracción entre universitarios y profesionales jóvenes, frente al cual parece él mismo haber sido sensible: “la capacidad teórica, el aspecto de seriedad y conocimiento de los líderes y organizaciones de la Democracia Cristiana […] y la pretensión de pureza, de no corrupción” (Moulian, 1965: 50).

      En este trabajo no se visualiza una orientación teórica clara, ni aparece el marxismo. Aunque usa profusamente el concepto de clases sociales, su concepción sobre ellas es todavía weberiana. Se trata, dice (Moulian, 1965: 21), de “todas las personas que se encuentran en un mismo nivel de prestigio y estimación social. Igualmente, la conciencia de clases la entiende como sentirse participante y afectado por los modelos de conducta de la clase, e incorporarse a la organización que expresa a la clase (55). Su concepción de sociedad y cambio social, por su parte, aún está dentro del modelo de la modernización, con el paso de sociedad tradicional a sociedad desarrollada.

      Entre los autores destacados que cita está Vekemans, de quien, por ejemplo, acoge su definición de las clases altas como “clases herodianas”, o sea, “como grupos sociales que viven con el standard de vida de las clases altas de los países desarrollados en una sociedad con recursos económicos escasos” (Moulian, 1965: 63). También cita a Medina Echeverría y su concepción sobre la relevancia cultural de la hacienda, con sus derivaciones de dependencia clientelar. En tal cultura hacendística, las lealtades al patrón estarían siendo reemplazadas, en sectores obreros, por la solidaridad de clase, pero se mantiene en sectores agrarios (Moulian, 1965: 67).

      Un último punto del libro, de relevancia solo anecdótica, contiene su análisis sobre la “neutralidad política de los militares”, donde sostiene que los grupos militares “están neutralizados como órganos de presión política”, pero tiene la cautela intelectual de cerrar el capítulo, y el libro, diciendo que, al respecto, “no es posible profetizar [su comportamiento] para momentos distintos del actual” (Moulian, 1965: 148).

      Están allí los temas sobre los que Moulian seguirá escribiendo en el futuro, pero todavía no hay un relato integrador. De hecho, el texto tiene un cierre abrupto y no hay conclusiones. La introducción, por su parte, es meramente formal, sin ningún anuncio sobre el contenido sustantivo que se va a encontrar en la obra.

      Esto cambiará radicalmente en sus obras siguientes, todas las cuales tienen tesis muy claras.

      Durante el período de la Unidad Popular, como ya hemos visto, Moulian principalmente escribe textos de ocasión, frente a las demandas del partido, para enfrentar las contingencias políticas. Tienen así más una función de difusión que de elaboración de una interpretación original. Uno de los dos textos de carácter reflexivo y académico que aparece en estos años es un denso artículo publicado, en diciembre de 1971, en la revista Cuadernos de la Realidad Nacional, del Ceren, donde trabajaba y hacía clases: “Algunos problemas teóricos de la transición al socialismo en Chile”, escrito en conjunto con Guillermo Wormald, sociólogo también de la Universidad Católica, más joven que él.

      Este texto aborda un problema que hoy parece bizantino: ¿cuál es la correcta caracterización del período iniciado con el gobierno de la Unidad Popular? ¿Se está efectivamente en una fase de transición al socialismo? Esta, en verdad, era una materia de alta relevancia práctica. En ese momento la discusión política estaba muy marcada por un discurso teórico marxista y de este se derivaban tipificaciones que orientaban la acción. Estar en la transición al socialismo involucraba tener el control del Estado y el poder suficiente para emprender la transformación socialista de la antigua formación social, modificando desde el Estado la estructura económica, destruyendo gradualmente las estructuras capitalistas tanto económicas como políticas e ideológicas.

      Un influyente relato que circulaba en la izquierda afirmaba que tal era el caso. Chile estaba en la fase de transición al socialismo, así entendido. Dado eso, tenían sentido y justificación una serie de acciones de radicalización. Moulian y Wormald (1917) discuten tal planteamiento. Para ello, el medio que usarán no son los datos. Lo que enfrentan es una narrativa. Así, gran parte del texto es para discutir teóricamente lo que es la “transición al socialismo” y cuál es el carácter de la “ruptura” que abre paso a la transición, en el contexto de la teoría marxista.

      Apoyándose en diversos autores de la tradición marxista (Marx, Lenin, Sweezy y Dobb, Bettelheim, Althusser, Poulantzas y otros), Moulian y Wormald precisan que tal transición es entendida como la etapa socialista hacia el comunismo, en la cual conviven rasgos de diferentes modos de producción. La ruptura que marca el paso a la etapa de transición es un cambio en la hegemonía política de clases, el cual asegura el cambio en el carácter de clases del Estado. Esto es lo que define la ruptura (103-106). Tal ruptura, en todo caso, no debe confundirse, aclaran los autores, con una de sus modalidades: la acción armada; la pertinencia o no de esta forma de acción colectiva dependerá de las particulares condiciones históricas (Moulian y Wormald,


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