A la deriva. Karen Gillece
el instituto.
Stella se mordió los labios y asintió con sabiduría. Sorcha ya sabía cuál era la estridente opinión de su amiga con respecto a aquel tema. Había escuchado sus enfurecidos comentarios sobre el sistema educativo, sus severas advertencias sobre el bullying y la vulnerabilidad de los chicos en particular. Había aceptado en silencio libros y recortes de revistas que hablaban sobre el creciente índice de suicidio entre chicos adolescentes mientras el miedo se arremolinaba en su interior. Hubo un tiempo en que enseñaba esos artículos a Christy, pero ya no, no desde lo ocurrido con el poema de Betjeman. Stella, que pensaba que solo estaba ayudándolos, creyó que era necesario acometer a Christy desde otro ángulo, uno que se ajustase a su personalidad, de modo que presentó a Sorcha un poema escrito por John Betjeman sobre su experiencia del acoso escolar llamado «Pecado original en la costa de Sussex» y, como una tonta, Sorcha se lo había enseñado a Christy. Su reacción fue explosiva.
«¿Qué pretende con esto?», rugió su esposo, zarandeando el poema e iracundo. «¡Es algo muy propio de Stella y de su sabiduría de segunda mano, joder! Tomar prestadas las palabras de otro para asustarnos… ¿Qué espera que hagamos, sacar a Jim de la escuela? ¿Enviarlo a su pequeña escuela de segunda para que le llenen la cabeza de sus tonterías hippies y lo conviertan en un friki como Elijah?».
Por supuesto, Sorcha no mencionó a Stella su reacción. Nunca le contaría el recelo que sentía Christy, ni mucho menos revelaría que Elijah le parecía un chico demasiado precoz, delgaducho y con ojos saltones. En una ocasión, Sorcha se quedó pasmada al oírle decir que Elijah parecía un personaje de una novela de ciencia ficción y no un humano de verdad. Había advertido que los comentarios de su marido sobre Stella, Guy y Elijah se habían vuelto mezquinos en los últimos dos años y sospechaba que se debía principalmente a aquel libro de poesía.
—¿Y qué opina Christy de hacer que repita curso? —preguntó Stella, rescatando a Sorcha de la espiral destructora de sus pensamientos.
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