El color de la decisión. Beatriz Navarro Soto
—le respondió mientras se acercaba para darle un beso—. Y no me llames así, JP o Juan Pablo está bien. Te saqué un cepillo de dientes nuevo que tenías en el mueble del baño.
—Pero ese estaba reservado para otro de mis amantes —bromeó.
—¿Ah sí? —JP le dio una nalgada.
Bárbara sonrió y le quitó la taza de café para probarlo.
—¡Qué horrible! —hizo una mueca de desagrado—. Un poco menos de café y un poco más de endulzante no le vendrían mal.
—A mí me gusta así. ¿Cómo puedes salir tan temprano a correr después de habernos dormido de amanecida?
—No es tan temprano, doc, y correr me quita la ansiedad durante el día. —Se dirigió al refrigerador para sacar una caja de leche. La abrió y tomó desde la misma.
—¿Quieres almorzar con nosotros hoy? —JP le quitó la caja de leche para servirle en un vaso.
—Sí, pero antes tengo que terminar unas imágenes. Te alcanzo luego. —Recibió el vaso que le pasaba JP con el entrecejo fruncido—. Le dije a Laura que almorzaríamos juntas hoy, así es que podemos decirle que anoche limamos asperezas.
—Ajá —pronunció al dejar la caja de leche de vuelta en el refrigerador—. ¿Cómo se supone que va a funcionar esto según tú? —Quedó frente a ella—. Porque no quiero que nos escondamos si hoy tengo ganas de darte un beso.
Era buena idea hablar del tema ahora —se dijo Bárbara— así dejarían las cosas claras.
—Hablemos de las condiciones. —Notó el rechazo de la palabra en JP, por lo que se apresuró a decir—: Antes de que digas algo, si hablo de condiciones, es porque tu hermana es importante para mí, y si la jodemos, no quiero tener que dejar de verla porque lo nuestro no funcionó.
JP asintió.
—Te diré lo que tengo que decir —continuó Bárbara— para que luego tú me rebatas lo que no te gusta, ¿te parece?
—Dispara.
Se sentaron y ella puso los pies sobre las piernas de JP. Bárbara estaba con su vaso de leche y él sostenía su taza de café.
—Creo que lo mejor es que nos conozcamos —comenzó diciendo Bárbara—. Me refiero en este ámbito más íntimo, pero sin comprometernos a nada. Por lo que si quieres cambiar tu estado en las redes sociales, doc, el correcto sería saliendo con alguien.
Él rio y comenzó a acariciarle las piernas.
—No las uso, pero anotado. ¿Qué más?
—Si alguno de los dos no quiere seguir, entonces nos lo decimos en la cara sin resentimientos. Y, por favor, tratemos de terminar en buenos términos. Esto es muy importante —enfatizó—. Necesito que quede claro que, si uno de los dos no quiere seguir, hay libertad de acción.
—Está bien, tranquila.
—Perfecto. —Su rostro se relajó dando paso a una mirada pícara que JP adoró—. Sé que eres una persona peleadora, doc, por lo que mi promesa es que, si te pones difícil, trataré de entenderte y no enojarme. Ahora, para que sea justo tú debes prometer lo mismo. —Bárbara escondió los labios para ahogar una risa.
—Ok, pero no creo que sea problema dado que soy el más problemático de los dos —recapituló él con mofa. Bárbara asintió simulando seriedad—. Pero si tengo que prometerlo en función de que todo sea justo, entonces lo prometo —acompañó lo dicho levantando la mano en posición de juramento.
—Vamos muy bien. Otra cosa importante, es que quiero que firmes un tipo de contrato. —Él levantó la ceja—. No es del tipo erótico. Es solo para asegurarme de que sabes que soy una mujer adulta —afirmó con la cabeza—. Sí, adulta, JP, que sabe cuidarse y no necesita que la vayas a buscar cuando se hace muy tarde o la regañes cada vez que no sigue tus reglas de comportamiento. No pongas esa cara, porque sé por Laura que eres mandón y sobreprotector hasta el punto de ser obsesivo.
JP la miró ceñudo. No se consideraba mandón, aunque sí sobreprotector, pero podría controlarse un poco.
—No te puedo prometer que no haré todo lo que acabas de mencionar. Yo soy así, y mi PREOCUPACIÓN —remarcó— no es algo que pueda transar. Sin embargo, puedo controlar aspectos a los que tú llamas obsesión. ¿Conforme?
—No mucho, la verdad, pero digamos que por ahora se acepta. Otro detalle, y lo destaco solo porque te ves medio machista.
JP resopló.
—Cuando salgamos —prosiguió ignorando su disgusto—, a veces pagas tú, a veces pago yo y a veces pagamos a medias. No quiero que siempre pagues la cuenta. Yo trabajo para darme mis gustos, y resulta que parte de esos gustos son pagar mis cuentas y mis invitaciones o tal vez solo pagar mi parte en determinado momento, ¿clarito?
—Como el agua.
—Otro punto es la familia. Sé que vienes de una tradicional donde todos se aman y bla bla bla. —Sonrieron—. Pero mientras estemos conociéndonos, nada de familias.
—Te mantendré bajo máximo secreto, no te preocupes. —Le guiñó el ojo.
—Qué gracioso. Por ahora no recuerdo nada más. Voy a bañarme…
—Aún no, fierita, me toca a mí. —Notó que el apodo le gustó—. Primero, y solo para que quede claro, quiero exclusividad. Nada de amantes ni amigos con ventaja.
—Fue una broma, JP. —Aludiendo a su comentario anterior.
—Me alegro que lo haya sido. Yo no bromeo, ¿clarito?
Al ver que la estaba imitando, ella optó por lo mismo.
—Como el agua. De todos modos no era necesario mencionarlo. No pensaba acostarme con nadie más. —Bajó los pies de sus piernas, evidenciando su molestia por el comentario.
—No me malinterpretes, Bárbara. Sé que debes tener tus códigos, pero quería dejarlo claro, ¿okey?
—Está bien —le respondió tratando de comprender su postura.
—Lo segundo, es que quiero verte seguido y hacerte el amor la mayor cantidad de veces posible. —Se acercó y le tomó la barbilla—. Me encantó lo de anoche. Sé que suena cliché, pero no sé cómo más decirlo. Y también me encanta que te pasees desnuda. No hay nada en tu cuerpo que me pueda hacer desistir de la idea de recorrerte.
Bárbara se mordió el labio y lo miró con deseo.
—Tengo una pregunta, doc. —Se sentó en su regazo—. ¿Es normal sentirse excitada con un toque de barbilla?
—Si esa persona es con quien sales, es normal. De hecho, hay unos pasos que debes seguir cuando tienes ese tipo de reacciones. —Comenzó a besarle el cuello y a tocar los senos por debajo de la polera—. Como tu doctor, deberías seguir al pie de la letra todo lo que te diga.
Bárbara cerró los ojos para dejarse llevar.
—Si me dijeras que me pusiera de cabeza te juro que lo haría. —Emitió un quejido que puso a JP duro—. Creo que debería ir por una ducha antes.
—No puedo esperar tanto, lo siento, —y comenzó a desnudarla.
4
Llevaban dos meses de relación ininterrumpidos. Se turnaban para compartir sus respectivos departamentos, aunque para Bárbara era más difícil ceder parte de su espacio. Laura había sido la más contenta cuando se enteró de que salían, y a veces, para dar más privacidad a la incipiente pareja, optaba por quedarse en el departamento de su amiga. Respecto de Cristóbal, JP fue el encargado de anunciarle que estaba saliendo con Bárbara. Como era de esperar, Cristóbal no tomó bien la noticia e increpó a JP por lo que catalogó como deslealtad.