Tu vida, tu videojuego. Rodrigo Río "Lithany"
de las que aprender.
Eres humano y los humanos se caracterizan por ser únicos «metiendo la pata», pero ¡son buenísimos aprendiendo de ello cuando hay voluntad y actitud!
Ojo, al igual que en los videojuegos fallar te da la oportunidad para aprender, en la vida las experiencias anteriores también sirven para aprender, siempre y cuando no sea un fallo mortal. Este es un «detallito» a tener en cuenta. Desdramatizar la gravedad de las consecuencias de nuestros errores y fracasos ha de hacerse siempre y cuando no exista un riesgo real de poner tu vida o la de los demás en peligro.
Permíteme que te recuerde que a diferencia de los videojuegos, solo hay UNA VIDA.
Esta es tu vida de verdad, no es una vida de «pruebas». En esta vida de nada sirve, como sí sucede en los videojuegos, el insert coin, ni el «continuar 10, 9, 8...». Vida solo hay una, tanto la tuya como la de los demás, así que por favor, no te conviertas en un kamikaze de la desdramatización. Desdramatiza siempre y cuando ni tú ni nadie pueda perder la vida con tu error. Jugar no quiere decir que no seas responsable y consecuente, ambos mundos no están reñidos.
Siguiendo con lo que te contaba, y dado que rara vez los errores o los fracasos son en realidad mortales, trata de desdramatizarlos. Rara vez las consecuencias son tan graves como te empeñas en creer que lo son. Cuando te digo que desdramatices el error y el fracaso, no me refiero a que ignores sus consecuencias, me refiero a que no te quedes dándole vueltas a esa experiencia y a sus consecuencias, machacándote y castigándote. Si has cometido un error o si has fracasado y te quedas atascado en las consecuencias, estás convirtiéndolo en algo mucho más grave de lo que posiblemente sea. Desdramatizar el fracaso y el error consiste en observar el error y el fracaso como tal, en asumir las consecuencias, y sobre todo, en salir del problema para empezar lo antes posible a buscar soluciones para ponerlas en práctica.
Por otro lado, ten claro que lo normal cuando fallas o fracasas es que duela y cause malestar. El dolor y el malestar, tanto físico como emocional, son mecanismos naturales que cumplen varias funciones.
La primera de las funciones es informarte. Te informa de que algo importante para ti o para tu supervivencia no está dentro de los parámetros que tú consideras normales. Te informa de que no estás donde crees que es mejor para ti. Te informa de que hay cambios en ti o en tu entorno que pueden poner en peligro, de forma real o ficticia, tu supervivencia.
La segunda función es favorecer que priorices el foco y la causa del dolor por encima de todo lo demás. Es por esta segunda función que el dolor es tan desagradable e intenso, si no difícilmente le prestarías atención sobre todo lo demás.
Gracias al dolor y al malestar sabrás que algo no va bien y pondrás todo tu empeño en encontrar una solución con la finalidad de dejar de sentir tan desagradable e intensa percepción sensorial. Tanto el dolor como el malestar son inmejorables fuentes de motivación para moverte y buscar soluciones con la intención de volver a la normalidad. En unos casos será alejándote de la fuente que te causa el dolor o el malestar, y en otros casos será atendiendo directamente al mismo.
Cuanto peor vaya y cuanto más te importe lo que sea que no va como debería, mayor será el dolor y el malestar, y por ende mayores serán las ganas de solucionar o alejarte de aquello que te cause esas sensaciones.
Hay veces que la cantidad de dolor que hay que acumular o sentir para motivarse a realizar cambios es muy alta, ya que los cambios, en general, también duelen. Así que cuando el dolor de no cambiar sea mayor que el dolor de cambiar, será tu momento de actuar.
Como ves, es natural que los errores y los fracasos duelan. Así que lo mejor que puedes hacer es aprovecharlo a tu favor.
El dolor es natural. Es una energía que favorece buscar y aplicar soluciones.
Ese malestar y ese dolor son el motor para crear compromiso emocional y favorecer que busques soluciones y por lo tanto aprendas de la experiencia. ¡Es fundamental!
Si pones la mano en el fuego, al poco sentirás dolor (excepto que seas Daenerys Targaryen, a la que le mando un saludo informal, ya que posee demasiados títulos para hacerlo formalmente) y gracias a ese dolor, a ese aviso, lo que harás es retirar la mano del fuego. Si no sintieses ese dolor la dejarías, y a no ser que tengas sangre de dragón en tus venas, ya sabes el resultado…
Seguro que no te gusta el dolor y el malestar derivado de tus errores y de tus fracasos, así que lo correcto es que te comprometas con ese dolor y que aproveches esta percepción sensorial tan intensa para buscar soluciones de forma activa y asegurarte que minimizas al máximo las posibilidades de que se repita en el futuro.
Para favorecer ese compromiso con el dolor y la búsqueda de soluciones, conviene que no ignores las consecuencias derivadas de ese error o de ese fracaso. Si bien te invitaba a que desdramatizaras el suceso y que no lo vivieras como el fin del mundo, hay que tener cuidado de no llevar esa actitud al extremo, ya que si ignoras las consecuencias o les restas demasiada importancia será más difícil disponer del compromiso emocional necesario para motivarte a buscar soluciones y aprender.
Valora las consecuencias, no las hagas ni más ni menos de lo que son. Y ante todo busca soluciones de forma activa.
Por cierto, autocastigarte o enfadarte contigo mismo por cometer errores o fracasar no es la actitud adecuada para solucionar el dolor que sientes tras fallar. Si lo piensas en perspectiva, es como si te estuvieras enfadando porque tienes la oportunidad de mejorar y aprender. Si has fallado es por algo, nadie es perfecto, no pasa nada. Focalízate en buscar lo que necesitas aprender para minimizar las posibilidades de que en un futuro se repita ese resultado y no gastes ni un segundo en el autocastigo. Estás perdiendo energías y tiempo para encontrar soluciones.
Reñirte no va a solucionar tu problema, buscar soluciones, sí, sobre todo, a largo plazo.
Cuando fracases o cuando cometas un error, entiende el dolor y su finalidad, acepta el dolor y comprende que es natural en estos casos. Agradece de antemano el aprendizaje que obtendrás al encontrar soluciones a ese error. Al agradecerlo por anticipado estás favoreciendo aprovechar ese dolor para comprometerte en la búsqueda de soluciones.
A lo largo de todo el capítulo he hablado de dolor y de malestar pero no de sufrimiento. No los confundas, no son lo mismo.
El dolor es natural e inevitable en la vida, pero el sufrimiento es opcional y una elección.
El sufrimiento es una elección ante el dolor. Si bien el dolor es natural, el sufrimiento no lo es. El sufrimiento nace de la resistencia mental al dolor físico, al dolor emocional o a una realidad que no es tal y como te gustaría. El sufrimiento, por lo tanto, depende de tu actitud e interpretación frente al dolor y la realidad.
Si me resisto, si no acepto o si retengo el malestar o el dolor, tendré sufrimiento.
Sufrir es humano, pero no es necesario. El dolor no solo es humano sino que además es necesario.
Insisto, el dolor es incómodo, molesto y desagradable, pero es natural. Juega un papel principal en la supervivencia y es tremendamente útil para moverte en la dirección en la que desees avanzar. Si diera placer no sería tan eficiente como energía que motiva a la acción.
Un ejemplo claro lo tienes en esos días que vas al gimnasio y al día siguiente te duele todo, pero lo aceptas, de hecho estás casi hasta contento de que duela. Ese dolor físico es una consecuencia natural del esfuerzo que realizaste el día anterior. Te duele el cuerpo, pero no te resistes, lo comprendes y por lo tanto lo aceptas. Gracias a esto, ese dolor no te impide seguir con tu vida, no te impide sonreír, favorece que sientas compasión hacia ti mismo, a que te des ánimos durante el día y, por supuesto, a mantener una actitud que favorecerá volver al gimnasio el próximo día.
En cambio, algunas personas no aceptan ese dolor o esas agujetas y se pasan el día hablando de ellas, pensando en ellas y resistiéndose a las mismas. Se pasan el día sufriendo. Es como si llevaran el dolor no solo en su cuerpo, sino también en una mochila cargada