Outsiders. Sebastián Alejandro González Montero
se pueden incluir allí (Nussbaum, 2012, p. 41). A su vez, por capacidades combinadas debe entenderse la totalidad de las oportunidades de las que se dispone para elegir y para actuar en contextos políticos, sociales y económicos concretos (Nussbaum, 2012, p. 40). Ya hicimos claridad acerca de las capacidades internas al señalar el concepto de potencia. El paso hacia el tema de las capacidades combinadas complementa el asunto en esta dirección: el énfasis en las condiciones para el desarrollo de capacidades nace de la relevancia que tiene el hecho de que actuar es posible si se cuenta con el escenario adecuado. Para actuar, hace falta más que la posibilidad de hacerlo. Se necesitan oportunidades reales de acción. Es importante marcar la diferencia entre las capacidades que comprometen la constitución singular de tal o cual individuo y las condiciones en que puede o no ser capaz de acción real en razón de una mutua correspondencia. Dice Nussbaum (2012):
Muchas sociedades educan a las personas para que sean capaces de ejercer su libertad de expresión en asuntos políticos (es decir, a nivel interno), pero luego se les niega esa libertad en la práctica reprimiéndolas. Muchas personas que son internamente libres para ejercer una religión carecen de la capacidad combinada para hacerlo debido a que la libertad de la práctica religiosa no está protegida por el Estado. (p. 41)
En nuestro vocabulario, diríamos que se trata de un problema de sentido y valor. Lo que alguien puede hacer está supeditado al contexto en que es posible que lo haga efectivamente o no. Puede que alguien esté en condiciones de actuar y no lo haga porque la situación sea desfavorable o porque la situación hace imposible actuar. Igualmente, es cierto que existe la posibilidad de que, aún en condiciones favorables, las personas no actúen incluso si está dentro de su constitución hacerlo. Podría pensarse en muchas situaciones intermedias entre el desarrollo de las capacidades y el contexto de condiciones que le acompaña.9 El asunto central es preguntarse por el sentido y el valor de una determinada acción y, al tiempo, por el sentido y el valor de las condiciones necesarias a la acción de los individuos. La compresión de las capacidades es siempre una compresión obligadamente situada. ¿Cómo saber qué condiciones son favorables? ¿Cómo saber que no? Asimismo, ¿cómo saber que una determinada acción va en consonancia con las capacidades internas de un individuo? ¿Cómo saber que no? Y, sobre todo, ¿cómo enfrentar los matices?
Digamos que el valor de las capacidades está presente en el hecho de que algunas favorecen el encuentro de posibilidades y otras no. Existen caminos abiertos que se abren en el ejercicio de acciones y también desventajas corrosivas (Nussbaum, 2012, pp. 64-65). Eso significa que el valor de las capacidades se encuentra en los factores de realización activa y creciente de actividades, acciones, etc., y, en contraste, en la privación del escenario de acción. Ya sabemos que las capacidades son heterogéneas en los individuos, pero se distinguen cualitativamente. Nadie puede lo mismo, pero todos podemos alguna cosa. Y si se distinguen las diversas capacidades es porque son variablemente intensivas. Correr. Y ¿hasta dónde? ¿Por cuánto tiempo? Correr velozmente no es igual a hacerlo por largo tiempo. Eso cambia de caso a caso y con dependencia del contexto pertinente. Ahora que es cierto que otros caminan. Otros nadan y no corren ni caminan. O nada de eso. Quien puede estar sentado por horas con un libro en las manos actúa intensamente. ¿Quién lee por horas? ¿A qué velocidad? No es fácil saberlo. Depende. Depende de quién está leyendo y del lugar en que lo hace. Tener hambre no es igual a ayunar. El artista del hambre de Kafka (1970): ayuna porque puede. Porque así explora los límites de su capacidad y libertad. Se hace artista en el sentido de que se libera creativamente de lo más elemental de su cuerpo: precisamente el hambre. Si la vence, es libre, dice. Padecer hambre no es igual. No se come porque no se puede. Quizá es por dinero. O porque no hay comida. O porque la que hay no es suficiente. Eso es vasallaje, servidumbre. Por supuesto, nadie hace algo con hambre. El hambre corrompe, pues no deja. Estar enfermo es igual. Callar por miedo y no por convicción son cosas muy distintas. Trabajar por presión o angustia y no por elección.10 Vivir con alguien por obligación es igual: disminuye, quita, resta. Etcétera, etcétera. El punto es que las capacidades son tan variadas y tan diversamente presentes en los individuos que, para distinguirlas, requerimos de criterios de valoración con los cuales interpretar adecuadamente aquellas capacidades que fertilizan la realización activa, creciente y vigorosa de los individuos y aquellas que los corrompen, aplastan y disminuyen.11 Pues bien, vamos a decir: activo y reactivo son buenos nombres para los vectores de desarrollo o disminución de las capacidades y para la valoración de los contextos de las que estas son parte.
§ 3. Activo (o alegría)
Existen vidas que traducen potencias y capacidades desarrolladas en intensidad y creativamente. Digamos que son vidas muchas veces representadas en relatos de existencias curiosas y liminares, en el sentido de que operan como pequeños laboratorios de experimentación. Relato de Jericó (Baena, 2015, pp. 25-27; 160-162). Diez mujeres (Serrano, 2011). O la vida de Tyler (Palahniuk, 1996, p. 183). Lo cierto es que hay quienes inventaron modos de ser y sus historias de vida resultan extrañas, inesperadas y raras al punto incluso de convertirse (por momentos al menos) en el centro de sospechas y rechazos. Los malditos (Guerriero, 2015b). Hernando, el indio pijao (Jazmín, 2015, pp. 39-81). O el homicidio de sí mismo de Francisco Felipe del Campo y Rivas (Alzate, 2015, pp. 117-157). The Danish Girl o la vida de Lili Elbe (Ebershoff, 2012). The Kracauer’s Stammer… O su vida en exilio, su incapacidad para encajar, su vida ambigua, sus tendencias de escape —escapist tendences (Jay, 1976, pp. 51-54; 67 y 89).
Pues bien, si quisiéramos rendir homenaje a vidas así por medio del pensamiento, diríamos que componen devenires joviales y excitantes por el hecho de proponer caminos nuevos y activas posibilidades de acción que expresan las fortalezas de una vida. Activo es igual a ligereza, movimiento, gracia —incluso cuando se está bajo presión, dice Marina (2014, p. 11). Lo insinuamos arriba y queremos reiterarlo rápidamente aquí: existen seres humanos (y no humanos también) que se desarrollan en la dirección de su propia naturaleza (i. e. potencia) y según devenires fértiles donde crecer y perseverar son fines inmanentes reflejados en la exploración de las oportunidades de la vida.12 Nos ajustamos al criterio del devenir activo al entablar conversación con algunos relatos sobre devenires alegres en el contexto del conflicto armado y la guerra, porque permite acceder a realidades que se presentan singulares y significativas por expresar afinidades con búsquedas y exploraciones.13 Y esto, a su vez, en representación de salidas. O más bien en representación de descubrimientos de opciones y oportunidades cuyo sentido yace en la posibilidad de que las propias elecciones y la libertad en las capacidades se hagan realidad. De las vidas alegres que nos ocupan aquí vamos a insistir, entonces, abordando la temática específica de los procesos de transformación en el escenario de la historia, que llamaremos Outsiders. Porque son vidas transgresivas a veces. O creativas en otras. O porque ingeniosamente logran imprimir aires intensos al continuo de la vida.
§ 4. Reactivo (o tristeza)
Libro de perfiles Los malos: el Mamo, el Tigre, el Pozolero, Chaqui Chan, Julio Pérez Silva, la Cuca, Bruna Silva, Wilmito, la Chancha, Papo (el inventor del miedo), Norberto Atilio Bianco, Félix Huachaca Tincopa, Ingrid Olderock, el Niño (Guerriero, 2015a). Son malos inapelables, señala Guerriero (2015a, p. 9). Pero, ¿por qué? “Toda decencia, toda luz, toda honestidad tiene su lado oscuro. Su inevitable viceversa —toda oscuridad, toda indecencia tienen su lado luminoso— es mucho más terrible” (Guerriero, 2015a, p. 10). Ahora bien, el riesgo está en ver las cosas (decencia versus indecencia, oscuridad y luz, etc.) como aspectos positivos y negativos en simétrica oposición. Nada es tan fácil en la vida, por lo que es necesario buscar, hurgar, preguntar. Y luego matizar y valorar. “¿En qué momento un niño que se crio en un pueblo de calles de tierra vendiendo buñuelos para ganarse el pan se transforma en alguien capaz de descuartizar a un hombre?” o “¿Cómo una joven coqueta que quiere ser psicóloga termina riéndose a carcajadas mientras le retuerce los pezones a una mujer y la hace bramar bajo el siseo de la picana eléctrica?” (Guerriero, 2015a, p. 11). En definitiva, las cosas en la vida son mucho más complicadas y confusas de lo que a Bien y Mal se refieren. Los malos habla de mixturas. Y de las dificultades a la hora de comprenderlas. Dice Guerriero: los catorce periodistas que componen Los malos
[…] buscaron a los protagonistas, a sus víctimas, a sus fiscales, a sus jueces, a sus enemigos, y, también, a sus