La voz. Inés Bustos Sánchez

La voz - Inés Bustos Sánchez


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canto en Nápoles y aprendió la técnica de la «cobertura del sonido». Hubo mucha polémica con esta innovación, pero esta nueva técnica lo hizo famoso.

      Manuel García (citado por Wolfran Sender/Jünger Wendler, 1982), que fue testigo de algunas de sus actuaciones, lo alababa diciendo: Había cantado su papel con plena voz de pecho e incluso había cantado el Do 5.

      Contrariamente a Manuel García, Diday y Petrequin señalan los peligros de esta técnica por aplicación equivocada y sobre todo por exageración.

      Aunque la fisiología del órgano vocal no ha evolucionado, sí lo han hecho las posibilidades del canto; podemos decir que esta mejora es de orden «ergofonológico».

      A partir de este descubrimiento, las posibilidades vocales cambiaron totalmente.

      Este nuevo concepto de la técnica vocal que condujo a una nueva concepción del sonido fue asumido rápidamente por los compositores de final del siglo XIX (fundamentalmente de ópera), que produjeron obras acomodadas a la nueva situación.

      En la actualidad no se concibe cantar en falsete. Es un recurso que se utiliza para algún determinado efecto, –sobre todo en el lied–, pero como forma de cantar ha caído en desuso. ¿Qué efecto estético nos causaría hoy en día oír un aria de Verdi o Puccini afalsetada como ocurría a finales del siglo XIX y principios del XX?

      Rossini, al comienzo del siglo XIX, no habría imaginado que sus óperas pudieran interpretarse de otra forma; sin embargo, Donizzetti en 1835 ya conocía esta técnica por Duprez y le encargó el estreno de Lucia de Lammer-moor y La Favorita.

      En la primera parte del siglo XX se produjo el gran desarrollo de los instrumentos de viento, con lo cual hubo que aumentar la plantilla de la cuerda para equilibrar los volúmenes sonoros.

      Los instrumentos de cuerda evolucionaron mucho durante el siglo XVIII (había habido grandes maestros del instrumento, como Amatis, Guarnerius, Stradivarius, etc.), pero hasta el siglo XIX no se cambiaron las cuerdas de tripa por las metálicas ni se entorcharon, mejorando también en esa época los arcos, dando mayor volumen a los instrumentos.

      Con respecto a lo que ocurre actualmente, los compositores de los siglos XVIII y XIX compusieron sus obras con una visión mucho más reducida del volumen sonoro de la orquesta y del número de músicos que la integraban.

      El número de músicos de la orquesta es actualmente mucho mayor que en el pasado y, por esta razón, el volumen sonoro en los teatros de ópera ha aumentado.

      Por otra parte, si añadimos que a veces los escenarios no actúan como verdaderas cajas acústicas, el resultado para los cantantes es una dura competición con el medio y con la orquesta.

      Otro problema con el que se encuentran los cantantes es la constante tendencia a la subida del diapasón. Con el fin de conseguir sonoridades más brillantes las orquestas establecen el LA 3 cada vez más alto. Tensar algo más las cuerdas de un violín no es una misión imposible, pero para un cantante puede llegar a ser un problema insoluble el forzar tanto sus cuerdas vocales.

      Sin pretender hacer una historia exhaustiva del nivel de afinación del diapasón, podemos recordar que en la época de Mozart un valor bastante común del LA 3 estaba alrededor de las 408 vibraciones por segundo. En 1859, en Francia, se fijó su valor a 435, y este acuerdo fue adoptado por muchos países. Sin embargo, las orquestas empezaron a no respetarlo y fueron afinando el LA 3 cada vez más alto. En 1939 volvió a adoptarse otro acuerdo fijando el LA 3 a 440. En la actualidad, las orquestas no siguen este último acuerdo y es bastante normal que afinen el LA 3 entre 442 y 445 vibraciones por segundo.

      Poco a poco, en el proceso histórico-cultural, se ha ido perfilando la clasificación de las voces.

      A medida que la música, los volúmenes y las exigencias interpretativas han ido en aumento, se ha ido desarrollando la idea de especialización, ampliándola.

      Pensemos un poco en la evolución histórica de esta clasificación: el primer paso consistió en separar dentro de cada sexo las voces graves de las agudas.

      Durante el Renacimiento, cuando el canto coral estaba en su apogeo, se iniciaron unas clasificaciones más ambiciosas: para las voces masculinas, tenor y bajo, para las femeninas superius y contra.

      A partir de mediados del siglo XVIII, los compositores empezaron a escribir para tenor, barítono y bajo para las tesituras masculinas, y soprano, mezzo y contralto para las femeninas.

      En el siglo XIX van apareciendo diversas subdivisiones debido a las exigencias vocales que imponían los autores de la ópera, además de la complejidad orquestal, que era cada vez mayor.

      A mediados del siglo XIX todavía se fracciona más la clasificación y aparecen el barítono de opereta, el bajo bufo, la soprano coloratura (voz de soprano con color y extensión de soprano ligera) y el tenor o la soprano spinto (voz muy completa, en graves, medios y agudos, con dulzura en los pianos) y otras subdivisiones.

      Clasificar una voz que estamos oyendo no es siempre una tarea sencilla ni fácil, sobre todo si el que canta se encuentra en la fase inicial de su aprendizaje, etapa en la que desconocemos las posibilidades reales de la voz.

      Podemos encontrarnos con que una soprano lírico dramática y una mezzosoprano tengan prácticamente la misma amplitud o extensión de voz, pero el color, el volumen y la tesitura nos pueden dar la pauta a seguir para distinguir una voz de otra.

      No se debe clasificar una voz que inicia sus estudios y menos en una primera audición. El desarrollo progresivo de esta voz a través del estudio puede descubrirnos facetas, posibilidades y capacidades no apreciadas en un primer contacto, y una decisión precipitada podría ser fatal para la formación del novel estudiante.

      Podemos analizar brevemente unos cuantos factores a tener en cuenta para esta clasificación; tres de ellos son muy importantes, y el maestro de canto puede utilizarlos para facilitar la clasificación:

      

La extensión

      

La tesitura

      

El timbre o color

       Extensión

      Llamamos extensión de la voz a la gama vocal que es capaz de abarcar. Si bien esta medición se le hace al estudiante de canto al iniciar sus estudios, no será muy fiable, puesto que con un buen trabajo la voz se irá desarrollando.

       Tesitura

      Se entiende por tesitura el ámbito vocal en el que el cantante se mueve con soltura, sin esfuerzo y sin peligro para su laringe; por ejemplo, toda voz femenina puede emitir un intervalo de DO 3 a Mi 3; pero la insistencia en esa zona de una soprano ligera hará que se sienta incómoda y puede acabar siendo perjudicial para su laringe. En cambio, a una contralto le resultará fácil. La tesitura es otro elemento básico para definir un tipo de voz.

       Timbre o color

      El timbre es la característica sonora personal de cada voz, tanto en el canto como en el habla. Cuando oímos cantar, es el «color» el que nos sugiere si la voz es aterciopelada, clara, oscura, metálica, opaca, brillante, etc.

      Aunque el color es muy importante, no debe ser la única variable utilizada, ya que nos puede llevar a engaño.

      El


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