Contra la caridad. Daniel Reventós

Contra la caridad - Daniel Reventós


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describe como una pandemia global. Con una renta básica universal, por el mero hecho de respetar el derecho fundamental a la existencia material, sería posible compartir los valores de libertad, justicia y dignidad con toda nuestra especie humana. Solo con esto la caridad sería innecesaria y estarían puestas las bases para que prevalezca la bondad.

      Barcelona, agosto de 2017

      I. Representaciones

      Al final de Las uvas de la ira, de John Steinbeck, el bebé mortinato de Rose of Sharon Rivers (de soltera, Joad) es colocado en una caja de manzanas y abandonado en un arroyo. Su tío dice al niño muerto que flote río abajo, hasta la ciudad, podrido, y, por su hedor, les diga que ha muerto de injusticia. «Es la manera como puedes hablar.» En el último párrafo del libro, Rose of Sharon amamanta a un hombre famélico que se encuentra en un cubierto. Toma el mando de la situación, pero no lo hace desde una posición social elevada ni desde una sensación de superioridad. Y, en este caso, en la escena del libro, a diferencia de lo que ocurre en los cuadros sobre caridad, donde la benefactora es expuesta como literalmente superior, ocupando siempre el primer y más alto plano de la composición, Rose of Sharon se encuentra al lado del hombre al que amamanta; está al mismo nivel que el receptor. La escena molestó a los editores de Steinbeck y a mucha otra gente, aparentemente más por sus connotaciones sexuales que por la transformación de la caridad romana en un acto de simple donación humana de una víctima a otra. ¿O acaso era la sediciosa solidaridad el verdadero problema?

      La leche de la bondad humana tiene connotaciones arriesgadas o subidas de tono, y los artistas se esforzaron por mostrar la abundancia de la caridad de una forma más o menos casta, especialmente a partir del siglo xix. Hasta entonces, la exposición de pechos, vistos como una suerte de homenaje a las esculturas griegas clásicas desnudas, era algo aceptable en los círculos de clase alta y aristocráticos, mientras que los hombros, piernas y tobillos descubiertos no lo eran. Con todo, a diferencia de la especie caritativa y como los senos de mármol, estas esferas nacaradas en elegante exposición raramente eran pechos trabajando, ya que sus propietarias solían emplear a nodrizas. Cuando los senos caritativos pertenecían a la Virgen, las representaciones artísticas tendían a seguir los dictados sociales, a veces con resultados extraños. En algunas imágenes, se ignora la anatomía y los accesorios mamarios se encuentran en posiciones extrañas, por ejemplo, casi al nivel de las clavículas, como en La Virgen con el niño (década de 1370), de Paolo di Giovanni Fei —donde la madre y el niño parecen muy aburridos—, y La Virgen amamantando al niño Jesús (c. 1487-1490), más sensual, de Hans Memling. Posteriormente, hay numerosas imágenes de la leche de la Virgen compartida más ampliamente, rociando lo que parecen almas infelices en el purgatorio, bajo una capa de hoscos querubines, en La Virgen y las almas del purgatorio (1517), de Pedro Machuca, o en El triunfo de la fuerza y la prudencia (c. 1522-1525), de Jean Thenaud, donde la abundancia láctica fluye de los senos de una Virgen con una mirada algo enloquecida hacia un recipiente de dos escalones, donde dos querubines se lavan las manos, y, de ahí, a un río circular. Y en los cuadros Lactatio Bernardi, la Virgen vierte su leche con precisión, a veces desde una larga distancia, hacia la boca o los ojos enfermos de San Bernardo de Claraval. Sin embargo, tras el Concilio de Trento (1545-1563) —o contrarreforma vaticana—, la desnudez en la iconografía religiosa pasó a ser vista con malos ojos y la Madonna Lactans fue jubilada, aunque existen algunas excepciones, por ejemplo la Caridad (1878), de todo punto decorosa, de William-Adolphe Bouguereau, donde una bella joven parece estar amamantando a cinco rollizos querubines, mientras caen monedas de oro de un gran bote sobre el que tiene puesto uno de sus pies. Pero acaso aquí el dinero eclipse a la leche.


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